10. ¡JA!

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Tras levantarme del suelo y tranquilizarme un poco, me dije a mi misma que le daba exactamente igual a donde yo fuera y que aunque fuera una persona peligrosa la cual intentó matarme, no tenía ni voz ni voto en mi vida, ni una simple opinión y me la sudaba lo que el me dijera.

Fui corriendo a la cocina, dejé mi bolso y mi chaqueta encima de una silla y me puse a prepararme una tortilla de patatas. Cuando terminé de cenar corrí escaleras arriba a mi habitación y abrí mi armario.

-¿Me dice que no vaya a la fiesta?...-

-¡JA!- chillé- Ya quisiera.

Con ese pensamiento empezé a rebuscar en mi armario.

La verdad es que había visto tantas cosas raras últimamente que no me iba a asustar porque el me dijera algo así, además porque no querría él que fuera...

Pff... Da igual.

Eso si, ahora siempre llevo una especie de navaja en el bolso que era de mi abuelo, antes policia, ahora un abuelito muy tierno. La llevo porque a pesar de todo, quiero tener algo con lo que defenderme, ya que después de hablar con Arón sobre que el era un demonio y esos bichos... hmmm como se llamaban... A, SÍ, Nebo, no me encuentro muy segura.

Después de encontrar lo que quería (no me había esmerado mucho en el conjuntito), me di una ducha rápida y me sequé el pelo.

Me puse lo que había elegido. Unos pantalones vaqueros pitillos, una camisa blanca con un pelín de escote (no se me veía nada) arremangada hasta los codos, un collar negro y dorado muy bonito pero sencillo, unas pulseras a juego, unos botines negros estilo Timbeland y una cazadora negra de cuero.

A continuación, me hice una trenza de espiga con greñas sueltas a un lado y me puse unos pendientes a juego con el collar y las pulseras (muy pequeñitos) (tenía un segundo pendiente en la oreja derecha y un tercero en el cartilago, arriba en la punta).

Ahora solo faltaba el maquillaje. No me puse base, no la necesitaba, estaba feliz de tener tan buen cutis, jamás tube granos, me puse rimel y ralla negra, me pinte los labios de rosa palido y me puse un pelín de colorete.

Ya estaba lista. Cojí mi bolso, llamé a Rene y le dije que viniera a por mi.

En menos de diez minutos ya estaba delante de mi casa, Rene vivía muy cerca.

-Hola Ali.- me saludó.

-Holaaaa.- la abracé.

-¡FIESTAAAA!- gritó y nos fuimos a la parada del autobus para coger el 62 y acabar en frente de la puerta de Slovani, dispuestas a pasarnoslo en grande.

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