Prólogo.

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Desde la muerte de la mayor cabeza del mal, y la desaparición de las principales cuidadoras del bien, Townsville había permanecido como una ciudad pacífica, hundida en una profunda paz que no se sabía si era debido a la ausencia de villanos o a la melancolía por parte de los ciudadanos al perder a sus encantadoras héroes.

Sin embargo, no había temor por parte de la gente, pues sabían que estaban a salvo siendo cuidados por el nuevo equipo de ex villanos, y ahora héroes, que sus antiguas heroínas habían dejado a cargo. O al menos así había sido, hasta hace un tiempo atrás.

Aproximadamente ocho meses atrás, había iniciado una oleada de crímenes sin precedentes. Inició con pequeños robos a tiendas en la ciudad. El primer reporte se levantó en una tienda departamental. Se llevaron pequeños artículos de bastante valor. Lamentablemente, no había señales de quien pudo haber sido el ladrón. Lo único que lograron encontrar, fue el local con signos de robo, un grafiti en un muro, una pieza de ajedrez y un conejo de chocolate. Sin huellas, sangre, cabellos, vídeos de seguridad o siquiera señales de cómo habían entrado y salido sin dejar rastro o ser vistos.

Inclusive, el dueño de la tienda culpó a uno de sus empleados, que casualmente había tenido problemas legales, y según el dueño del lugar, era de los pocos que sabía dónde se encontraban las cámaras y tenía una llave para entrar. Así fue como el joven fue acusado y llevado a juicio. Pero aproximadamente dos semanas después, se realizó otro robo que contenía las mismas características que el pasado; pero esta vez el golpe había sido realizado en un laboratorio de químicos.

Declararon inocente al acusado y le dejaron en libertad.

Los policías procedieron a ponerse a investigar acerca del autor de aquellos dos robos, que tan solo eran el principio de los que serían muchos más.

Se percataron de que siempre había un patrón: las mismas características se repetían una y otra vez en cada escena del crimen: el grafiti, una pieza de ajedrez y un conejo de chocolate. Los investigadores habían catalogado estas señales como una especie de "marca".

Al poco tiempo del primer robo, empezaron a aparecer los "imitadores". Dichos personajes intentaban robar tiendas copiando la estrategia de los ladrones originales, sin embargo, al no estar muy en claro cómo se realizaban dichos robos siempre eran descubiertos en plena escena del crimen o dejaban indicios que demostraban que no eran los verdaderos autores.

Así, los crímenes iban creciendo. Pasaron de pequeños locales de mercancía a tiendas de joyas, laboratorios o museos.

Y aunque buscaban rastrear los artículos robados o cualquier cosa que les pudiera dar un nombre o lugar de donde poder partir, nunca encontraban nada. Su única sospecha era que conservaban lo que robaban como lujos, o lo vendían por el mercado negro.

Incluso, buscaban un patrón entre los artículos robados, pero de manera aparente, no había señales que delataran qué buscaban estos ladrones.

La desesperación comenzó a crecer poco a poco. Incluso empezaron a culpar a los héroes de su ciudad: "Antes eran villanos, y aun lo son, solo que ahora se ponen capa y aparentan salvarnos." "Ellos tienen lo suficiente para ser los autores de estos crímenes: poderes, métodos, experiencia como villanos, todo eso." "¿No es mucha coincidencia que no logren encontrar a estos ladrones? Creí que eran mejores, o tal vez lo hagan a propósito..." Declaraban algunos de los que les culpaban, pero a pesar de eso aun había personas que creían en los héroes de su ciudad. Sin embargo, cada vez eran más los que desconfiaban en ellos. "Ellos no son culpables. La policía ni siquiera tiene indicios de cómo cometen el crimen, ¿Cómo esperan que tres simples chicos lo averigüen?" "Si no creen en ellos, crean en las Chicas Superpoderosas. Ellas no nos dejarían en las manos del mal." Decían los pocos que aun confiaban en sus héroes.

Era gente asustada.

En algún momento, los crímenes crecieron, ya no solo eran robos, di no que también se comenzaron a realizar actos de vandalismo. Empezaron a quemar locales, carros, pertenencias de los humildes ciudadanos. Asaltos a casas urbanas dónde únicamente robaban una pieza de decoración, o robo de carro para simplemente cometer vandalismo y dejarlo en alguna zona pública.

A ese punto, parecía que ya lo realizaban por simple diversión. Y los mismos signos de triunfo continuaban apareciendo en las escenas.

El pánico empeoró, y estaban muy lejos de descifrar el origen de dichos crímenes. Apenas lograron armar un perfil del significado de las señales, argumentando como teoría: "El grafiti demuestra sentido de rebeldía, posesión y travesura. El chocolate, es señal de dulzura, inocencia y cariño. La pieza de ajedrez significa astucia, análisis e inteligencia." Fue la única información recolectada.

Sé que estarán pensando, "¿Y los héroes?, ¿qué hacen al respecto?" Ellos también están haciendo su trabajo. A la hora que se tiene predestinado el crimen salen a recorrer las calles de la ciudad en busca de aquellos ladrones, pero a veces el hecho de ser tres simples chicos, y ahora tener la ausencia de apoyo por parte de la ciudadanía, les dificulta el trabajo. Sumando el hecho de que al día siguiente contaban con la obligación de cumplir con sus obligaciones. Además, no estaban buscando cualquier ladrón, están buscando un equipo de ladrones tan astutos que incluso ya las conocían como "Las Sombras".

Shadows | PPG & RRB | NUEVA VESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora