Capítulo 12

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"Rendición"

Eran las seis y media de la mañana y Adam dormía plácidamente sobre el suelo, desnudo junto al cuerpo de Lilia, quien tenía sus ojos bien abiertos. No había dormido ni un poco y aun no podía creer lo que acababa de ocurrir. Ni siquiera le importaba estar tan incómoda sobre ese suelo, pero sí que estaba preocupada por las consecuencias de no haber detenido a su ángel caído.

Esa noche Lilia había descubierto dos cosas: la primera era que su lado demoniaco la estaba manejando con mucha fuerza como para no haberse detenido, aunque Adam le haya dicho lo contrario; y su segundo descubrimiento era que... se había vuelto completamente adicta a Adam.

Se sentía pésimo por estar pensando en cómo iba a sobrevivir sin los labios de ese ángel caído en vez de solucionar el problema con la Azurita y el poder que tenía.

Cobardemente se desenredó de los brazos de su amado Adam y se vistió con una cautela y rapidez sorprendente. Salió de aquel lugar rompiendo la puerta, sin mayor dificultad quemó la cerradura y salió de ahí, dejando a un Adam cansado y desnudo. Estuvo tentada a volver a sus brazos, pero finalmente se sacó la pulsera que era la principal tentación para cumplir sus deseos ya que estaba segura de que Adam no le negaría nada.

El Lucifer estaba bajo la oscuridad que le proporcionaba el cierre de sus puertas. Al parecer había sido una noche de locos porque todo estaba patas arriba.

Fue rápidamente hacia la oficina de Adam y sacó su abrigo para luego escapar de ahí, con su corazón latiendo desbocado por si Adam despertaba, pero aun así, dejo el regalo que le había comprado en su escritorio. Cuando salió del edificio y metió sus manos en los bolsillos, se dio cuenta que algo había en uno de estos.

No pudo evitar sonreír al ver que era un regalo. Adam lo había dejado ahí antes de perderse con ella en la bodega.

Los rayos de sol comenzaban a colarse entre los edificios cuando ella abrió dicho paquete. Frunció el ceño al notar que era una joya, el ángel no era de ese tipo de regalos. Sin embargo, no demoró en descubrir que no era cualquier regalo.

Lilia tuvo que tragar saliva para controlar el nudo de su garganta al ver que el calor y fuego que había en su cuerpo lograba concentrarse levemente en el corazón de oro blanco que tenía sobre su mano derecha. Este, de forma sorprendente, hacía que una imagen se presentara ante los ojos de la Nephilim, creada por el fuego violeta que ella siempre emanaba cuando no se controlaba o luchaba. Era una imagen de Arial, Adam y ella cuando eran pequeñas. Los tres sonreían detrás de sus muñecos de nieve, que habían tratado de simular a sus propias imágenes. Eso había pasado hace tanto tiempo que apenas podía recordarlo.

Lilia secó con rapidez las dos lágrimas de emoción que escaparon de sus ojos. Se colgó el corazón al cuello y pensó que Adam no volvería a darle jamás un regalo luego de que despertara, es más, comenzaba a estar segura que ni siquiera le hablaría cuando se diera cuenta de lo que habían hecho. Ella entendía muy bien que Adam le hacia ese regalo, con aquella imagen, porque seguía insistiendo que ellos jamás podrían tener una relación diferente a ser parte de una familia, un tanto disfuncional.

Se fue tan rápido a su auto como sus piernas se lo permitieron, sin notar que dentro de otro automóvil se encontraba Thomas mirándola con el ceño fruncido y descubriendo de inmediato que había sucedido esa noche en la vida de Lilia. Sus ojos dorados se volvieron negros en un pestañar.

En el interior del Lucifer comenzaba a desperezarse cierto ángel caído que comenzó a sentir frio, al extrañar el cuerpo tibio de alguien que estaba a su lado hace media hora. Adam abrió sus ojos y observó donde se encontraba, un tanto perdido por la oscuridad que había en la bodega, no pudo orientarse rápidamente. Pero eso no evitó que cuando descubrió que se encontraba en la bodega, junto a un montón de cajas, desnudo y con frío, un cúmulo de recuerdos llegaran a su mente, dejándolo paralizado.

Un Ángel Traicionado (Segunda parte UAC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora