CAPITULO VIII

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CAPITULO VIII

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CAPITULO VIII

''Cuando señalas a alguien, recuerda que tres dedos te señalan a ti.'' 

-Anonimo

NUESTRO PROYECTO

La electricidad en el aire era palpable, mi cuerpo se tensó bajo aquella batalla silenciosa. La mirada de Kiba viaja de Naruto a mí.

— Hinata —pronunció con cuidado. Instintivamente, Naruto me pega más a su cuerpo, con temor de que decida huir de su lado—, te veo adentro.

No dijo más, sólo el ensordecedor sonido de la puerta cerrándose tras él. Pasó por un costado, tan rápido, sin darme tiempo de decir nada.

Siento a Naruto relajar uno a uno los músculos alrededor de mí; y, de pronto soy consciente de su cercanía. Me aparto lentamente con la intención de contemplarlo y el me corresponde de igual forma. Ya hay rastro de furia en él, pero si una mezcla de tristeza y culpa. No entiendo cómo interpretarlo; quiero decir, las piezas que tengo no encajan en este rompecabezas, ¿que cruzaría por su mente?. Me acerco un poco más, lo suficiente como para rozar su mano suavemente.

— Naruto —clava ese par de ojos que contienen el cielo entero sobre mi—, ¿estás bien?

He de admitirlo, hace algunas horas me comporte de manera terca e infantil. Fuera de lo que piense o sienta, Naruto es mi amigo, y él ha sido para mi ese gran pilar incondicional que me ha ayudado a desarrollarme como lo he hecho hasta ahora. El que Shion lo haya buscado sólo despierta dudas e inseguridades en mi; pero, estoy segura que para él es más difícil, así que, por más que duela, debo hacer mi mejor esfuerzo por yo ser ahora ese pilar incondicional para él.

Su rostro sin expresiones sólo confunde más mi afligida mente.

— ¿Quieres hablar sobre lo que ocurrió? —insisto.

Lo veo negar con la cabeza en silencio. Por Dios, que su silencio me mata. Tomó un mechón de mi cabello entre mis dedos y comienzo a jugar con el, formando una barrera entre él y yo, ¿por qué este silencio tan incomodo?.

Pasan los segundos cual si fueran años. Incómoda, comienzo a carraspear logrando llamar la atención de su mente que divagaba entre quien sabe que.

— Bueno, ya es noche —rasco mi nuca—. Iré subiendo ¿si?

Me doy media vuelta rezando mentalmente porque todo esté bien. Intento caminar, pero su mano se posa sobre mi muñeca una vez más, impidiendo que siga avanzando. Giro curiosa hacía él. Miraba el suelo con desdén, sus gruesos labios apretados emitían una ligera mueca de dolor.

— Disculpa —su ronca voz rompe con el silencio—, estoy algo consternado.

Inspecciono a detalle su rostro, dando por hecho que lucía avergonzado.

AMARME NO ESTA PROHIBIDO.Where stories live. Discover now