Memoria del corazón.

Capítulo 3: Reinicio.

Tan pronto como la mañana arribó, los ojos de Tails comenzaron a abrirse, paulatinamente recuperaba su conciencia, y con ella un sentimiento de alerta que desgarró su tranquilidad. La respiración del muchacho se aceleró prontamente. después de pasar sus ojos por la habitación en la que estaba, no reconocía nada. El zorro comenzó a gritar por la sorpresa de no estar en un lugar conocido, despertando inmediatamente a Rouge que yacía acurrucada a su lado.

—¿Dónde estoy?, ¿Qué está pasando?, ¿Quién eres tú? —Tails estaba muy confundido, miraba a Rouge con miedo, como si fuera a ser atacado por ella en cualquier segundo.

La respiración alterada del muchacho colapsó su juicio, saltó de la cama y se arrinconó en una esquina de la habitación, encogiéndose en sus rodillas, encrespando su pelaje sin saber que sucedía.

—Tails, tranquilo, relájate, no te lastimare, ¿no me recuerdas?, ¿recuerdas a Sonic? —Rouge trataba de hacer que Tails se tranquilizara hablando suave y lentamente, pero él se veía muy confundido, algo normal sabiendo que es un zorro, pero era extraño que no reaccionara ante el nombre del erizo azul.

—¿De quién me hablas?, ¿Quién eres...?, ¿Qué sucede...? —exclamó con temor el muchacho, quien aun no lograba conciliar calma alguna, más el suave tono de voz de la joven murciélago comenzaba a calmarlo. El muchacho era inteligente y notaba que no había peligro, aunque aún estaba confundido, con una mezcolanza de recuerdos e ideas que no terminaban de completarse.

En poco tiempo Rouge logró que el zorro se calmara, su voz apaciguó al asustado Tails ligeramente, pero aun con eso, la murciélago debía pensar que hacer rápido, aunque su departamento estuviera a las afueras de la ciudad si algún oficial escuchaba los gritos de terror del muchacho sería complicado explicar lo que estaba sucediendo. Era obvio que la memoria de Tails no estaba bien, posiblemente por la explosión.

La pensativa chica permaneció en calma, intentando sopesar sus opciones frente a lo que ocurría. Mientras el zorro tuviera fallas en su memoria debía hacerse cargo de él, aunque primero tenía que conocer que tan grave era su condición, siendo entonces que su astuta y juguetona mente comenzó a maquinar algo, una idea que se escapó desde su lado más bromista, dibujando una juguetona sonrisa en Rouge.

—¿Qué significa todo esto Tails? —habló impetuosa la joven, con un tono más autoritario que antes —Tú me sirves y debes mostrarme respeto. Te golpeas la cabeza y obligas a tu ama Rouge a cargarte para llevarte aquí, y encima me tratas como una extraña, deberías avergonzarte.

Rouge no pensó muy bien lo que había dicho, apenas terminó de hablar pudo sentir como todo eso era una mala idea que sonaba mejor en su cabeza que cuando fue pronunciada, más el pequeño zorro se calmó un momento pensando lo que le habían dicho, meditando la absurda idea de la murciélago.

—¿Tails...?, ¿S-servir...?, s-sí, sí... lo recuerdo —murmuró el muchacho a medida que su rostro comenzó a perder temeridad en sus gestos y cambió directamente a uno de seriedad —L-lo siento mucho no era mi intensión molestarla.

Tails se acercó a la joven, inclinándose un poco, aceptando todo con irracional rapidez. El joven le mostró respeto a Rouge cual caballero a su señor, permaneciendo en silencio algunos minutos a la espera del mandato de la murciélago.

El chico solía leer muchos libros en la biblioteca del pueblo, al punto de casi terminar con todos los que había; solo sus favoritos eran leídos con mayor frecuencia que los demás, libros de novelas de caballería y fantasía, parecía que sus pensamientos y recuerdos se mezclaron con lo que hubiera leído alguna vez en uno de tantos cuentos sobre caballeros.

La murciélago se quedó impávida, había engañado al joven zorro amarillo con un cuento de hadas, cosa ni siquiera vio posible en primera instancia. Sea como fuera ya había convencido al joven de aquella historia y debía actuar en consecuencia mientras durara la amnesia de Tails.