Capítulo 7: La misión.

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Rouge salió de su habitación después de dejar todo preparado, lista para dar una excusa creíble para que el zorro no sospechase nada, o se preocupara por lo que estaba a punto de suceder.

Un exhausto zorro yacía en el suelo de la sala, esperando a que Rouge le dejara entrar, se notaba cansado, como si hubiera corrido un maratón, aunque no había salido de la casa ni un momento; pero eso no robo casi nada de la atención de Rouge pues ella le había mandado a practicar su control de caos.

—Hola zorrito... —Saludó impetuosa la murciélago, con un tono de voz más tenue de lo usual, casi como un susurro.

—H-hola Rouge —Respondió alegre el zorro, Tails se miraba lleno de felicidad al mirar a la doncella de piel canela.

—Sabes... me llamaron por trabajo y debo salir un día de la ciudad, pero no te preocupes, regresare al siguiente —exclamó con premura la doncella, más el tono tan apaciguado de la joven preocupó al muchacho, notando de inmediato que algo no estaba bien.

—¿P-puedo hacer algo? —preguntó el joven con tribulación en la voz. La murciélago había levantado las sospechas del perspicaz zorro.

—Solo debes encargarte de la casa, y eso significa cero fiestas querido —bromeó la joven intentando evadir las conjeturas que pudiera formular Tails — Y si tardo más de lo debido... quiero que abras un paquete que me llegará...

Aunque había cierta picardía en las palabras de Rouge, el muchacho notaba una distancia extraña en aquellas palabras, su expresión reflejaba algo de preocupación. Tails no pudo sino sentir que algo marchaba mal, un presentimiento se lo gritaba, una corazonada le estaba suplicando decirle que no se alejara.

—Oh, eh, claro... no te preocupes Rouge, déjamelo a mí —Exclamó con un ligero tono de angustia el muchacho.

El zorro no estaba completamente satisfecho con lo que le había dicho Rouge, sospechaba acerca del trabajo que haría, la doncella no se había comportado de esa forma antes, además, el plan de contingencia de la murciélago le había dado la pista necesaria a Tails para sospechar. "Si solo era un trabajo de un día, ¿Por qué tardaría más?", se preguntó el chico. Si le mentía debía ser porque era algo en lo que no quería que se involucrara, cosa que lo preocupó mucho.

—Bien zorrito, en la noche saldré y recuerda, si invitas a alguna chica a la casa... lo sabré inmediatamente —exclamó Rouge con un tono de voz más convincente que antes. Tails solo asintió mientras Rouge le lanzaba un beso al aire.

La murciélago se notó algo estresada a lo largo del día, molesta e incomoda. El joven trató de mejorar el ánimo de la bella dama, aunque sin frutos notorios, no obstante, el zorro no se rindió. "¡Nada mejor que una buena cena no pudiera arreglar!", pensó el muchacho, decidido a cambiar el estado de animo de Rouge.

Tails puso todo su esfuerzo en crear algo delicioso para su atesorada murciélago, puso en práctica todo lo que había aprendido de los libros de cocina que se encontraban en el departamento, libros que curiosamente estaban nuevos a pesar de la ligera capa de polvo que los cubría.

Sin reparo en su confianza, Tails terminó una cena que podía competir con cualquier restaurante gourmet de la ciudad, era exactamente lo que el zorro tenía en mente, incluyéndose a sí mismo atendiendo a cada momento a Rouge.

Todo se llevó a cabo como el muchacho lo planeó, la cena asemejaba a un cuento de hadas, Tails mimó y atendió a la doncella con todo el ímpetu de reconfortarla. Y cada momento que la murciélago pasaba junto al muchacho le era invaluable, más tan cruel como puede llegar a ser el tiempo, eso solo le hacía cada vez más difícil el irse a la misión.

Memoria del corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora