Capítulo 4

164 3 0
                                    

—¿Y piensas que te creerá? —bufó el conde.

—No le queda más alternativa. Y me voy a cerciorar de que tengas la oportunidad de estar a solas con la chica. El resto queda en tus manos. No es necesario que llegues hasta las últimas consecuencias, caro. Basta que Paolo te sorprenda besándola.

—Zia Lucrezia, ¿no se te ha pasado por la mente pensar que esa _______ puede estar realmente enamorada de Paolo y que nada le haría traicionarlo? Por lo demás, pasas por alto el hecho de que no me encuentre atractivo.

—Caro Justin —ronroneó la Signora—. Dejémonos de falsas modestias. Siempre se ha dicho que, si hubieras sonreído a Julieta, ella habría abandonado a Romeo. Como a tus otras víctimas, a _______ le parecerás irresistible.

—Davvero? —replicó con ironía—. Si tengo éxito en este despreciable complot, no culparía a Paolo si no vuelve a dirigirme la palabra.

—Es posible que al principio esté resentido, pero a la larga te lo agradecerá —dijo al tiempo que se ponía de pie—. Llegarán la próxima semana. Espero que no sea un problema para ti.

El conde se acercó a ella, le tomó la mano y se inclinó.

—Estaré contando las horas.

Cuando quedó solo, Justin se sirvió una copa de whisky, aunque raramente bebía por las mañanas. «Si tuviera un poco de decencia, llamaría a Paolo para avisarle que mantuviera a su chica lejos de su madre», pensó. Pero no podía olvidar que zia Lucrezia no vacilaría en llevar a cabo su velada amenaza respecto a su aventura con Vittoria.

Justin alzó la copa pensando en que al menos _______ era un bonito nombre. Y si tuviera un cuerpo a juego con el nombre, entonces la tarea no sería tan desagradable.

—Salute, _______. E buona fortuna. Creo que la vas a necesitar —murmuró.

—Todo esto es tan raro —dijo Gaynor—. Cancelaste tus vacaciones con Steve al sur de Francia porque no te gustó la idea de compartir una habitación con él y ahora te marchas a Italia con alguien al que apenas conoces. No tiene sentido.

—Visto de esa manera, no lo tiene —replicó _______ con un suspiro mientras preparaba la maleta—. Pero de veras que no es lo que piensas. He conseguido un viaje gratis de dos semanas a la Toscana más una gratificación económica y todo lo que tengo que hacer es fingir que estoy locamente enamorada.

—No puede ser tan sencillo. ¿Has estado alguna vez locamente enamorada? No de Steve según parece, de lo contrario no habrías vacilado en compartir una habitación con él.

_______ se sonrojó.

—Creí que lo estaba, o tal vez que podría llegar a amarlo con el tiempo. Después de todo, sólo hemos salido un par de meses. Sobre una base tan débil no se puede contraer un compromiso de esa naturaleza.

—Bueno, no todo el mundo estaría de acuerdo contigo.

—Ya lo sé —suspiró _______ e hizo una pausa con una prenda en la mano—. Admito que soy una especie rara, anticuada. Pero cuando decida practicar sexo con un hombre quiero hacerlo por amor, con respeto y perspectivas de futuro. Y no porque una habitación doble sea más económica que una individual.

—¿Y qué clase de habitación te ofrece ese tal Paolo Vicente?

—Todo muy respetable —afirmó al tiempo que metía el único bañador en un rincón de la maleta—. Estaremos con la madre en su casa de campo. Parece que es una bruja. Paolo dice que hasta puede encerrarme con llave por la noche.

—¿Y no tiene idea de que prácticamente no os conocéis?

—No. Ella lo está presionando para que se comprometa con una chica que conoce de toda la vida, y él se niega. Dice que la quiere más como una hermana menor que como futura esposa y yo seré su declaración de independencia. Un modo de decirle a su madre que es un hombre hecho y derecho, muy capaz de buscar una novia por sí mismo.

—¿Y quieres verte en medio de la pelea entre madre e hijo?

—No sucederá nada de eso. Paolo dice que lo peor que puede pasar es que me trate con gélida cortesía y me ha prometido que no la veré mucho porque saldremos a pasear la mayor parte del tiempo. Hasta podría ser divertido —dijo en tono dudoso.

—Siempre tan optimista. ¿Cómo diablos has conocido a Paolo?

—Trabaja en el banco Arleschi. Hace unas semanas, mi empresa se hizo cargo de las relaciones públicas de ese banco y Cari me llevó a la presentación. Paolo estaba allí. Tiempo después, apareció por el bar y nos reconocimos. Yo acababa de romper con Steve, así que estaba con el ánimo bajo y Paolo también. Se quedó después del cierre, nos tomamos una copa y nos pusimos a conversar. Quería saber por qué atendía un bar cuando tenía un buen empleo en Harman Grace, así que le conté que mi madre era viuda y, aunque mi hermano Toby había ganado una beca para un colegio privado, siempre había gastos extra además del dinero que iba a necesitar para su viaje escolar en octubre.

—Lo sé.

—Entonces, él habló amargamente de su madre y del modo en que intentaba atarlo a esa tal Beatrice. Luego, estimulados con unas cuantas copas de vino, empezamos a fraguar el plan. Al principio, pensé que todo había sido cosa del alcohol, pero me di cuenta de que hablaba en serio cuando volvió la noche siguiente para insistir en los detalles. También me di cuenta de que ese dinero me ayudaría a pagar el viaje escolar de Toby y a compensar el gasto extra que había hecho Steve al reservar habitación en el hotel francés, deuda que me recordaba incesantemente a través del correo electrónico.

—Encantador.

_______ hizo una mueca.

—Bueno, dejé tirado a Steve así que supongo que tiene razón al sentirse ofendido. Ante tanta presión, no pude negarme a la petición de Paolo. Bueno, por otra parte, siempre he querido ir a Italia. Puede que sea mi última oportunidad para disfrutar de unas auténticas vacaciones antes de empezar a ahorrar seriamente con vistas al alquiler del nuevo piso.

—Yo ya he empezado —dijo Gaynor con una mirada despectiva a la destartalada habitación con cocina— Corre el rumor de que Mc Hugues volverá a subir el alquiler. Si no encontramos pronto otro lugar, no podremos enfrentar los gastos de un cambio. Y Rachel está decidida a venirse con nosotras.

Por ChantajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora