Cercanía

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- ¿Dónde está Keith?- Preguntó Shiro. Habían quedado en reunirse delante de la torre del reloj del parque de atracciones para ver un espectáculo juntos tras un rato de tiempo libre, en el que cada chico podía repetir las atracciones que más le hubieran gustado.

- Voy a subir allí, a ver si lo veo.- Lance señaló con el dedo hacia un gran tramo de escaleras que llevaban hasta una plaza del parque.

- Te acompaño.- Se ofreció Hunk, y ambos salieron corriendo.

- ¡Daos prisa o nos perderemos la función!- Les recordó Shiro. Pidge le miró de reojo. Se la veía feliz.- ¿Estás contenta?

- Mucho.- Sonrió Pidge.- Gracias.

Shiro también le sonrió y le acarició la cabeza como gesto cariñoso.

Lance se asomó por la barandilla del balcón y se puso la mano derecha a modo de visera.

- ¿Lo ves?- Le preguntó Hunk.

- ¡Sí, allí!- Contestó Lance, señalando con el dedo índice de la otra mano.- ¡El de las greñas!

- Lo reconocerías en cualquier parte, ¿verdad?- Bromeó Hunk con una sonrisa cariñosa y Lance se sonrojó por enésima vez ese día. Se le hacía raro hablar "de chicos" con Hunk.- Me alegro por ti.- Le animó el grandote, dándole una palmada en la espalda.

Los dos amigos fueron a encontrarse con Keith, quien se había desorientado y Hunk empezó una conversación con él, intentando averiguar más sobre él. La conversación acabó girando hacia Lance, ya que era de lo poco que tenían en común. Keith despotricaba de él y Hunk añadía anécdotas para que el pelinegro riera, muy a pesar de Lance, quien no paraba de lanzar improperios a los otros dos.

- Ya, ya, pero en verdad te gusta...- Se le acabó escapando a Hunk hacia Lance, aunque Keith interpretó que el comentario había sido para él.

 - Bueno... Es divertido y leal. Es alegre y no puedo negar que me ha acogido con los brazos abiertos en su casa. Es admirable que sea capaz de mantener esa sonrisa de payaso tras todo lo que pasó de pequeño.

A Lance se le paró el corazón y olvidó caminar por dos largos segundos. Sintió una gran emoción. Era primera vez, tras dos meses de convivencia, que Keith decía algo tan amable de él. Omitió lo de "payaso" por su propio bien y trotó con ojos lagrimosos hasta Pidge, dejando a los otros dos a sus espaldas.

- Tengo que hablar contigo.- Le susurró a Pidge.- ¡Keith ha dicho algo precioso sobre mí!

- Bésale.- Soltó la otra. Lance reflexionó sobre esa idea, pero en seguida concluyó que sería una reacción desproporcionada. Aquellas palabras sólo significaban que a Keith le caía bien, pero nada más...

Vieron el espectáculo, lleno de acróbatas y trucos con antorchas de fuego que hicieron que a los menores se les abrieran los ojos como platos. Tras montar en las pocas atracciones que les quedaban y repetir en alguna más, los cinco se fueron, dejando atrás el parque iluminado por la luz del atardecer.

Pidge se durmió en seguida en el coche, apoyando su menuda cabeza en el brazo de Lance, quien se sentaba en el asiento trasero del medio. A su derecha se encontraba Keith, mirando por la ventana distraído, mientras que a Hunk le había tocado ir de copiloto.

Lance decidió jugar un rato con la consola portátil de Pidge, ella siempre la llevaba en su mochila. La cogió con sigilo y empezó a jugar a un juego de rol que no había probado nunca. Keith se giró para verle y se acercó más a él, tocando hombro con hombro.

- Eres pésimo.- Le criticó.

- Aún así, soy mil veces mejor que tú.- Se defendió Lance con un bufido.

Inefable IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora