Hunk's Arc 2/2

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Las personas cambian irremediablemente, eso es algo inevitable y que debería ser aceptado por todo el mundo. Cada nueva vivencia, cada nueva persona que conoces, cada error que cometes, te cambian ligeramente, pulen tus aristas y te dan una nueva forma que quizás nunca pensaste tener. Este proceso es lento y progresivo, tanto que a menudo no nos damos ni cuenta, hasta que un día de golpe echamos la vista atrás y pensamos cómo éramos hace años.

Eso le sucedió a Lance, tras darse cuenta de que hacía tiempo que no mantenía una conversación tan sincera con Hunk, tan íntima e introspectiva, que les hacía abrir sus almas y mostrarse tal y como eran, sin miedo al rechazo del otro.

Y no podía negarlo, parte de la culpa la había tenido él. Cuando a los 15 empezó a no querer hablar de sus problemas, a buscar siempre la diversión para refugiarse del pensamiento, a la respuesta rápida y complaciente para no preocupar a los demás y, a la vez, para no aceptar que no cada día estaba bien. Y así es cómo poco a poco se fue distanciando de Hunk, quien aunque físicamente se había mantenido a su lado, tampoco compartía todos sus pensamientos.

Lance no le contó cuanto le dolía, incluso meses después, la marcha de Keith. Ni cómo eso le hacía sentir, ni cómo sus pesadillas empeoraron y maldecía a todo el mundo por pensar que "abandonarlo" era lo mejor que podían hacer por él. Tampoco le contó los remordimientos que le invadieron tras acostarse con Lotor la primera vez. Ni las rupturas con aquellas chicas que aparentemente no le importaban. Tampoco le contó sobre su complejo de inferioridad por tener a dos personas tan inteligentes y talentosas cerca. Evidentemente, tampoco le dijo sobre cómo le agitó el regreso de Keith, aunque esto fuera obvio para sus amigos.

Hunk, por su parte, no le contó sobre sus problemas económicos familiares ni sobre las disputas y humor variable que en su madre provocaron. No le explicó sobre sus inseguridades en la cama con Shay, tampoco sobre todo lo que había detrás de esa pelea en la fiesta. No le contó cuánto echaba de menos a Lance y lo poco que le gustaba que pasara tanto rato de fiesta y con extraños en vez de compartir tiempo de calidad con Pidge y él.

Hasta ahora.

- Shay tiene problemas de autoestima.- Explicó Hunk.

- ¿No se ve hermosa?

- Va más allá de eso, no se valora.

- ¿No se quiere?

- Creo que no. Y se le ha metido en la cabeza que la voy a dejar, y ya no sé si sigue conmigo porque realmente me quiere o porque cree que no encontrará a nadie más.

- ¡Hunk!- Le reprimió Lance, tras escuchar esas crudas palabras.

- ¡Pero es cierto! No quiere salir con nadie más, pone mala cara cuando hablo de otra gente, de golpe quiere que la relación se vuelva más seria y hasta quiere que nos vayamos a vivir juntos... Y por otro lado, la veo forzando sus sonrisas, la veo arreglarse menos cada día, la veo esforzarse por cosas que... ¿Realmente debería esforzarse por ello, en vez de disfrutar de su tiempo?

Lance no sabía qué decir. Aquello sonaba realmente mal.

- No sé qué hacer.- Admitió Hunk.

- ¿Tú aún la quieres? ¿Aunque haya cambiado tanto?- Preguntó Lance seriamente.

- Claro. La amo más que a mi vida.

- ¡Entonces no debes rendirte! Debes hablar con ella, hacerle entender que con esta actitud, la relación empeorará...

- No creo que lo esté haciendo aposta...

- Con más razón aún.

- ¿Y cómo soluciono el origen del problema?

Inefable IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora