Pesadillas

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Cierta noche, sobre las 2 de la noche, Keith se levantó con ganas de ir al baño. Mientras estaba orinando, escuchó un sonido provinente del comedor, así que bajó las escaleras para encontrarse a Lance sentado en el sofá, con las piernas dobladas en el pecho y la mirada perdida.

- ¿Lance?- Le llamó, y la voz le salió carrasposa. El moreno le miró con dolor en los ojos.- ¿Estás bien, amigo?- Lance negó con la cabeza, no tenía ganas de hacerse el fuerte.

Keith se acercó al sofá, cogió una manta que había por ahí tirada, y se la puso a Lance en los hombros, envolviéndolo. Después se sentó a su lado.

- ¿Qué te pasa?- Le preguntó realmente preocupado.

- He tenido una pesadilla horrible sobre mi familia.- Le explicó Lance con la voz rota.- Morían todos... Y lo peor es que podría ser cierto. ¡No sé nada de ellos!

Keith apoyó una mano en el hombro de Lance, intentando reconfortarle y exhaló todo el aire de sus pulmones. No sabía qué hacer o qué decir en aquel momento, sólo sentía una terrible punzada en el pecho al ver al mayor, siempre alegre y sonriente, en ese estado.

- ¿Qué pasó?- Preguntó tímidamente Keith, quien no sabía prácticamente nada de la familia de Lance.

- En Cuba hay una fuerte crisis económica y política.- Narró.

- ¿Tu familia emigró desde allí?

- Sólo yo. Consiguieron que alguien me llevara.

- ¿Cómo fue eso? 

- Les timaron. Me introdujeron en este país para luego abandonarme en él.

-  ¿Porqué no has podido ponerte en contacto con ellos?

- Mis padres no disponen de Internet o teléfono móvil...- Dijo encogiéndose de hombros. Keith empezó a darse cuenta de que los orígenes de Lance eran aún más humildes que los suyos.- Nadie sabe ni cómo se llaman, prometí no decírselo a nadie nunca.

- ¿No te han deportado porque nadie sabe su identidad?- Preguntó entre susurros.

- Irían a la cárcel. No voy a delatarles. En mis nuevos papeles ponía "Lance McClain" y con ese nombre me quedé.

Keith le abrazó, atrayéndole hacia su pecho. Se sentía roto, pero ni una milésima parte de lo que lo estaba Lance.

- Lo siento mucho.- Le dijo, soltando las palabras sobre su cabello.

- Apenas recuerdo sus rostros...- Dijo empezando a sollozar.- Sólo sus nombres, y los de mis hermanos mayores... Marco, Luis y Verónica. Les echo de menos... Ha sido una pesadilla terrible.

- Tranquilo.- Le dijo Keith, un poco sobrepasado por la situación, pero esforzándose por tranquilizar al otro.- Sólo ha sido un sueño... No estás solo. Y tu familia estará bien.- Lance negó con la cabeza sobre el pecho de Keith, mojando su camiseta del pijama con sus lágrimas.- De nada sirve ponerte en lo peor, Lance. Cálmate. 

Lance tardó una media hora en calmarse. Keith, quien nunca fue bueno con las palabras, optó por acurrucarlo en sus brazos mientras le mecía, y encendió la televisión en busca de cualquier basura que les entretuviese. Al final, Lance se durmió, rendido por el agotamiento psíquico. Keith bostezó y maldijo internamente al darse cuenta de que no podría levantarse del sofá e irse a dormir a su cuarto sin despertar al otro. Lo miró con ternura, tenía aún las pestañas húmedas, pero su rostro se veía al fin relajado. No quería desvelarlo. Se acomodó en el sofá, bostezando nuevamente y tapándose con la manta que antes había usado con Lance. El moreno se reajustó sobre su pecho ante el movimiento, lo que hizo que el corazón de Keith dejara de latir por unos instantes, pero al final volvió a respirar con normalidad al comprobar que su compañero seguía profundamente dormido. Keith paseó sus dedos por las finas hebras de pelo de Lance y empezó a sentir el peso de sus párpados, quedándose totalmente dormido. 

Inefable IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora