Lance no tardó ni 24h en retractarse sobre lo de dormir en el suelo. No sólo estaba frío y duro, como cualquier otro suelo de baldosas, Keith no tenía ni sábanas ni alfombras para hacer más mullida aquella superficie.
- ¿Qué diablos haces?- Preguntó el pelinegro sobre las 2 de la mañana, despertándose al sentir movimiento a su lado y poco después los pies fríos de Lance.
El cubano se había metido en su cama, sin permiso ni discreción, y lo peor es que llevaba cara de pocos amigos, por lo que no parecía la realización de alguna de las fantasías +18 de Keith.
- No puedo dormir en el suelo.- Se justificó Lance con un estridente quejido. Keith frunció el ceño. ¿Porqué aquel ser tirano y egoísta, encima de despertarle y robarle su sitio, le estaba hablando tan alto?
- Ya te avisé. No me hagas sacarte a golpes, Lance.- Protestó de mal humor. Keith no tenía un buen despertar.
- Atrévete.- Respondió el otro, girándose en su sitio para quedar cara con cara con Keith.
- Sabes que soy más fuerte que tú.- Le contestó de un bufido, apartando la mirada.
- Ni de coña. Si te refieres a la pelea del otro día, recuerda que tú también saliste bastante magullado.
- Como sea.- Contestó él, estirando de sus sábanas y destapando a Lance. No tenía ganas de discutir, sólo de dormir.
- ¡Eh!- Protestó el moreno, agarrándolas para recuperarlas.- ¡Eres un acaparador! Además, esta cama es de matrimonio, cabemos perfectamente los dos. No hace falta ni que nos recemos.
- Por supuesto que no.- Murmuró el otro levemente inquieto ante la idea de rozar la piel desnuda y morena de Lance.
Lance exhaló con hastío y Keith rodó los ojos antes de cerrarlos con fuerza, intentando recuperar su sueño. Lance bostezó ruidosamente y se giró, quedando los dos de espaldas.
- Buenas noches, Keith.- Le dijo Lance, en el tono más suave que había escuchado desde su reencuentro.- Gracias por acogerme. Creo que... quizás me pasé contigo el otro día.
Keith sonrió y recogió sus piernas en su pecho, quedando en posición fetal. No era una disculpa, pero no podía haber deseado nada más. Igualmente, él también había pegado a Lance, así que podía darse con un canto en los dientes con aquel desenlace. Se sentía feliz, esperanzado.
- Buenas noches.- Murmuró él también, bostezando quedamente y quedándose dormido con una sonrisa en los labios.
Su invitado también se durmió al poco rato, después de alejar de su mente todo tipo de recuerdos no bienvenidos sobre cuando Keith y él eran adolescentes. Sin embargo, la cabezada no duró mucho, levantándose con una taquicardia y un desgarrador grito de terror.
- ¡Lance! ¿Qué pasa?- Dijo Keith incorporándose de golpe, para encontrarse al otro sentado sobre la cama, aún con las piernas dentro de las sábanas, y gimoteando.- ¿Estás bien?
Lance sujetaba la colcha con los puños cerrados con fuerza, temblando, algo que no pasó desapercibido por Keith. Éste estiró su mano y apunto estuvo de colocarla encima de la de Lance para acariciarle el dorso y así tranquilizarle, pero se detuvo a unos centímetros de la piel, encontrándolo inapropiado. En cambio, se inclinó hacia la mesita de noche de su izquierda y encendió la anaranjada luz.
Poco a poco, la respiración de Lance regresó a la normalidad, y sus ojos azul mar se posaron en los preocupados de Keith. Lance se humedeció los labios, que le habían quedado totalmente secos, y habló, intentando bromear con el tema, aunque sin mucho éxito, puesto que su voz salió temblorosa.
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Inefable Idiota
FanfictionCuando el padre de Keith lo abandona, Keith no tiene más remedio que trasladarse a la casa de acogida de Shiro. Allí conocerá a Lance, un joven inmigrante cubano y a Pidge, una incomprendida y excéntrica genio. FINALIZADA