En ésa larguísima semana cambiaron muchas cosas.
Clausuraron el billar por razones obvias, mi padre nos inscribió en un centro de ayuda familiar, el informante fue asesinado por Abraham cuando supo que tenía contacto con nosotras, la coca-cola subió un peso, se podó y cercó el pantano, y la casa de Elizabeth estaba en venta.
Yo asistí a el centro de rehabilitación por mucho tiempo, ahora estoy limpia pero propensa, no podré volver a consumir nada de drogas.
Terminé la preparatoria en completa soledad dos años más tarde e hice examen para entrar a la carrera de odontología.
Mi padre volvió a ser el ejemplo a seguir de sus alumnos y se rehabilitó, como yo, del vicio del alcohol. Enrique asistió a un curso de superación personal y autodefensa, junto con mi padre, para evitar que alguien más volviera a hacerle daño y saber que los dos tenían los mismos derechos.
Recibí una llamada de mi madre y fue la única, sólo me habló para saludar y decirme que no me había olvidado y que me apoyaría con los gastos universitarios. Supe que tenía una hermana pequeña y otra familia cruzando la frontera.
Me alejé de todo lo que me hacía daño y más tarde me reí de él. Aprendí, comprendí y reflexioné. Ahora soy la persona que siempre quise ser, a veces salgo a fiestas nocturnas con mis compañeros de clase que se esfuerzan por ayudarme a superar mi perdida, pero nada de alcohol ni humo, juguito de arándano y refresco, nada más. Me siento mejor que nunca, y aunque a veces extraño la adrenalina y la locura que antes me inundaba las venas me reafirmo y sé que ahora estoy completa y felíz, no triste y vacía como antes.
Lo cierto es que no me gusta hablar mucho de como terminan las cosas porque detesto los finales. La universidad es distinta, muy profunda y enigmática.
Me ha gustado una chica, y creo que yo le gusto también pero aún no estoy lista para esto.
Hice un juramento el primer día en el centro de rehabilitación y dije con la mano en el pecho y la vista firme en mis recuerdos con Elizabeth《Mi nombre es Samanta Suárez París, y yo prom... yo juro ser felíz por siempre》La mayoría de los presentes me miró raro, pero no me importó, sólo yo sabía la profundidad de lo dicho. Juré felicidad eterna, vivir a mi manera, cuidar lo que es mío y no hacerme ni hacer daño. Lo he jurado y lo haré.
La mayoría de las veces me caractericé por ser una persona seria y cerrada, pero las drogas me cambiaron mucho, no como estudiante, pero sí como persona.
Ahora me doy cuenta de mi ignorancia y mi estupidez todo por querer ser aceptada en un grupo social en el que perdí más de lo que gané.
Mi familia mejoró mucho desde que todos aprendimos a expresarnos. Cuando les dije que era homosexual me dieron sólo unas palabras de apoyo y ciertas reglas para hacer pijamadas en mi cuarto como antes, pero todo bien, me ofrecieron su apoyo incondicional.
Hoy sólo me quedo con los bonitos recuerdos que ella me dejó, su voz y sus palabras que el aire no se llevó. Ella estará conmigo por siempre, dondequiera que ella éste yo siempre la voy a querer como la primera vez. Le escribo una carta todas las noches, pero no es suficiente, le haré una vida entera conmigo si es necesario. Por siempre y para siempre, Elizabeth París. Ahora sólo yace en mí una duda: ¿Fueron siete días en París? porque viajé por todo su cuerpo y la conocí enteramente, ¿O fueron siete días con París? porque la cuenta empezó desde que le dije lo que sentía y duramos siete días como novias.
Ansío con ansias mi muerte para volvernos a reunir, no hablo de suicidarme o desear morir, pero cuando ésta llegué la recibiré con los brazos abiertos con la esperanza de volver a vivir con ella, felíz como antes fui.
Fin.