Se dejó caer y su espalda quedó apoyada sobre los casilleros donde tantas veces grabó, su mente vago por aquellos recuerdos pero había un momento en particular que al revivirlo se le estremecía el corazón, el casi beso de Gastón y Nina; como hubiera querido poder ser más valiente y enfrentar sus sentimientos a tiempo pero ahora ya era tarde. Su mano temblaba mientras sostenía aquel papel que contenía esa noticia tan devastadora, tanto sueños y proyectos por cumplir pero ya no podrían ser porque el tiempo se le estaba agotando. De forma silenciosa y lenta las lágrimas empezaron a caer por su mejilla, sus ojos se cerraron y el miedo de saber que su vida terminaría empezó a recorrer todo su cuerpo, no estaba preparado para irse y es que alguien tan joven nunca lo iba a estar.
—hermano acá estás—no tenía que abrir los ojos para saber de quién se trataba, el acento medio italiano con algo de argentino lo delataba por si solo—te estaba buscando, es hora de almuerzo
Pero al ver como las lágrimas
se deslizaban por el rostro de Agustín, Ruggero no continuo hablando.—¿Agus que te pasa?—cuestiono el italiano preocupado al notar que su amigo estaba llorando
Pero el cordobés no contesto, solo se limitó a estirar su brazo y darle el papel que contenía el estudio, aquella cruel realidad.
—no puede ser—murmuro Ruggero al ver el papel—tiene que haber un error, quizás se equivocaron de estudio y este
es de otro y es que esas cosas suelen pasar en los hospitales
—no hay equivocaciones, el médico me dijo que este tipo
de cáncer que se alojan en la garganta son muy fuertes, que pocas veces las quimioterapias dan resultado—Agustín apenas podía hablar—me queda poco tiempo de vida, me voy a morirLas lágrimas empezaron a brotar con más intensidad, el italiano
se agachó a la altura de él y lo abrazo fuertemente. Estaba negado, no quería perder a su mejor amigo.—vos no me podes dejar—los sollozos de Ruggero eran desgarradores—no me podes dejar hermano, sos mí campeón y va salir de esta como siempre
—tengo miedo Rugge—murmuro Agustín aferrándose más a su amigo—no me quiero morir
—no te vas a morir—vocifero Ruggero—vas hacer el maldito tratamiento y te vas a curar,yo no te voy a dejar solo lo prometo
—no le cuentes a nadie—susurro Agustín aún con lágrimas en los ojo,odiaba la idea de que su Caro se preocupara por él y es que
no quería verla triste ni mucho menos—prometemelo Rugge
—yo no te puedo prometer
eso Agustin—Ruggero frunció
el ceño—la gente de Disney, los mismos chicos tienen que saber para que te podamos ayudar
—Caro no puede saber—el cordobés estaba temblando—no quiero que Caro sepa porfavorPero sintieron unos pasos
detrás de ellos, alguien los había escuchado.—¿El que no puedo saber?— una voz femenina, era Carolina
•Parte I•