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Era de madrugada y ella no podía dormir.

"¿Por qué estaba con esa castaña?" se preguntó, al revolverse por enésima vez bajo las sábanas... —No tengo opción. — Dijo en voz alta, ella no quería llegar a tales extremos, pero él la había obligado, no había remedio. Soltó un suspiro, apartó las cobijas de un solo movimiento y salió de la cama para dirigirse con determinación a su pequeño "estudio". Al llegar, encendió las luces sin reparo y se dirigió hacia el centro de la habitación, donde se situaba su mesa de trabajo; se sentó, tomó un pequeño muñeco, lo abrió por detrás, le introdujo un pequeño mechón de cabello negro y comenzó a cocerlo.

—Vaya, no te basta con tener tres ¿Eh?— dijo una voz a sus espaldas; ella no le hizo caso y continuó con su labor —Oh no, espera, ya sé que pasa— continuó la voz en tono burlón —, quieres reemplazar a Sanghyuk ¿No?— la chica dejó lo que estaba haciendo y se volvió para dejar de darle la espalda a una de las celdas que tenía aquella habitación circular; desde dentro, un chico alto y de cabellera oscura la miraba con socarronería, ella arqueó las cejas y se giró para observar las otras dos celdas que tenía ocupadas; esa casa realmente había sido toda una ganga, tenía infinidad de secretos de los que el rentero ni enterado estaba; aquella sala circular, por ejemplo, estaba situada justo en el corazón de un sin fin de pasillos serpenteantes a los que se accedía únicamente por el sótano; cuando ella encontró aquella sala y vio las celdas que tenía en las paredes supo de su verdadero potencial y decidió convertirla en su lugar de trabajo; claro, no fue fácil hacer que las celdas fueran habitables, pero con un poco de trabajo duro logró que fueran confortables, de hecho, la palabra "celda" no le gustaba, para ella eran poco menos que habitaciones...

—No la provoques Wonsik. — La voz de otro de sus inquilinos devolvió a la chica a la realidad, por lo que volvió a posar su atención en el nombrado.

—Sí Wonsik, no querrás que te haga golpear al pobre de Jaehwan de nuevo ¿Verdad?— le preguntó en tono meloso, y automáticamente la sonrisa burlona desapareció del rostro del chico.

—No siempre tendrás el control, y cuando eso pase...— comenzó el chico, pero fue interrumpido por la sonora carcajada de ella.

—¿No siempre?— preguntó con fingida sorpresa —Nunca, Wonsik, nunca se van a separar de mí, debería ser prueba suficiente el tiempo que llevan aquí ¿No?—

—Sanghyuk logró escapar. — Le soltó Wonsik en tono mordaz, a pesar de las miradas de advertencia que sus compañeros le lanzaban desde las celdas que quedaban frente a la suya. —No lo entiendo Wonsik, ustedes me aman, ¿Por qué querrían irse?— preguntó la chica con una sonrisa —Además, nunca te dejaría ir, eres mío. — Y tras decir esto, volvió hacia su mesa de trabajo, tomó otro muñeco y le alzó el brazo derecho sin dejar de mirar al pelinegro, Wonsik automáticamente levantó el mismo brazo —Esto debería ser prueba suficiente de que no van a dejarme, ninguno lo hará, pero para que quede bien claro...— la chica dejó la frase en el aire, y comenzó a clavar repetidas veces en la espalda del muñeco la aguja que estaba usando para cocer, y comenzó a reír cuando Wonsik empezó a retorcerse de dolor, tratando de no gritar

—¡Ya basta!— gritó otro de los chicos y ella volteó a mirarlo, sin desconectar su mirada de la de él, dejó de tasajear al muñeco y Wonsik dejó de retorcerse, pero se quedó hecho un ovillo en el piso.

—¿Alguno de ustedes tiene algo más que decir?— preguntó, y al ver que ninguno de los tres dijo nada, sonrió y volvió a sentarse para terminar de cocer al nuevo muñeco; una vez que hubo terminado, se puso de pie, miro a su alrededor para asegurase de que los chicos la veían desde sus celdas y tomó una aguja tan gruesa que fácilmente podría confundirse con un picahielo —Lo lamento Taekwoon, pero no me dejaste opción. — Dijo, y le clavó la aguja al muñeco en la parte de atrás de la cabeza.

Voodoo dollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora