Eunji se encontraba en su habitación, acostada en su cama mirando al techo, pensando en todo lo que había hablado con Taekwoon aquella tarde; seguía anonada ante el hecho de que le tuviera tanta confianza como para ser él mismo cuando estaba con ella.
"Aunque a mí me pasa lo mismo" pensó la chica con una ligera sonrisa, que se desvaneció al pasar a la siguiente cosa que ocupaba sus pensamientos: La vela negra, ¿Cómo era posible que se hubiera acabado tan rápido? Era una vela bastante larga y gruesa, a lo mucho, solo la mitad se habría consumido en una noche... Pero luego estaba el tema de que se había quemado de forma irregular...
"—Lo sentirás, pero además lo notarás en la vela—" eso había dicho la señora de la tienda, sin mencionar que Taekwoon dijo que la sensación de sentirse observado fue desapareciendo en cuanto la encendió.
—Aish; sugestión... eso debe ser, mera sugestión— dijo la chica con aire resuelto, al tiempo que se incorporó y comenzó a ponerse la pijama; una vez que terminó, hizo un bulto con la ropa que se había quitado y lo arrojó al cesto de ropa sucia que tenía en su habitación, pero le falló la puntería y terminó derribando unos libros que tenía en su escritorio —Ah... demonios. — Farfulló, dejándose caer nuevamente en la cama, para luego ponerse de pie y acercarse hasta el montón de libros tirados —Bien dicen que el flojo trabaja doble. — Comentó, arrodillándose en el piso y comenzando a colocar un libro sobre otro para levantarlos; cuando terminó, la chica se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja, dispuesta a levantarse, pero se quedó inmóvil al notar por el rabillo del ojo que un par de pies descalzos estaban junto a ella; tenían una apariencia cetrina, y parecían estar llenos de tierra —Caray, el cansancio ya me está haciendo ver cosas— murmuró mientras se frotaba los ojos y miraba directamente a su lado; Eunji gritó al encontrarse cara a cara con un hombre que la observaba con ojos desorbitados y con la boca antinaturalmente abierta y ensangrentada. El hombre comenzó a emitir sonidos guturales, al tiempo que se arrastraba hacia ella, que solo atinó a retroceder con tanta rapidez que chocó contra su tocador y un alhajero le cayó encima, provocando que por reflejo la castaña cerrara los ojos a causa del dolor, pero cuando los abrió ya no había absolutamente nadie —¡¿Qué diablos?!— exclamó asustada y sin dejar de sujetarse la cabeza.
—¡Eunji! ¡¿Qué ocurre?! ¿Estás bien?— preguntó su abuela, abriendo la puerta de su habitación con brusquedad.
—Yo...— comenzó la chica, jadeando aún por el susto —Eh... sí... estoy bien esque... se me cayeron unos libros y cuando los estaba recogiendo salió una cucaracha y me asusté...— comenzó, pero ante una nueva punzada de dolor en la cabeza se frotó la zona dolorida, dejando escapar un quejido.
—¿Estás segura de que todo está bien?— insistió su abuela, notando la extraña penumbra de la habitación.
—Sí. Solo me golpeé la cabeza al chocar con el escritorio... Esque estoy tan cansada que no estoy en mis cinco sentidos— respondió la castaña, mirándola con una ligera sonrisa; no quería preocuparla, y además ni siquiera estaba segura de lo que acababa de suceder.
—De acuerdo— dijo la señora Kang, aún no muy convencida —; descansa entonces... si necesitas algo estaré en mi habitación ¿Bien?—
—Sí, que duermas bien. — Contestó Eunji, aparentando una tranquilidad que no sentía en absoluto.
—Igual... Oye, sabes que siempre escucharé todo lo que quieras decir ¿Verdad? Sin importar que suene a disparate— dijo su abuela con seriedad, pero su nieta no tenía intención alguna de decir lo que acababa de suceder, estaba segura de que había sido una jugarreta de su cansada mente.
—Lo sé abuela; hasta mañana. — Respondió la chica, y una vez que la señora Kang la dejó sola, se puso de pie y se dirigió a su cama para acostarse; iba a extender la mano hacia su lámpara para apagarla, pero lo pensó mejor y decidió dejarla encendida al menos por esa noche —Solo por si las dudas. —
ESTÁS LEYENDO
Voodoo doll
FanfictionMuñeco Vudú: Objeto de apariencia inocente, comúnmente utilizado para acceder al alma de una persona.