Capítulo 10: Un nuevo amanecer

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La mañana se asomaba en la ciudad, y el bullicio de la gente y los vehículos inundaban sus calles.

Pero en el apartamento de los Odinson, un pequeño niño se despertaba sobresaltado en su cama.

—¡Ahh! —había despertado sudoroso y asustado, con algunos cabellos pegados a su frente y abriendo los ojos a más no poder mientras su respiración era entrecortada.

Inmediatamente al reconocer su habitación y la luz del día entrar por la ventana, se tranquilizó.

—Solo fue un sueño. —se dijo y suspiró aliviado.

Al sentir que el ritmo de su corazón volvía a la normalidad, destapó las frazadas y salió de la cama rumbo al baño. No sabía que hora era, pero necesitaba una ducha urgentemente.

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El desayuno estaba listo, Thomas servía las tazas con café para ambos y Chris revisaba los últimos mensajes en su celular.

—¿Y Felix? —preguntó el rubio.

—Debe estar durmiendo, no quise despertarlo para ir a clases. Después del susto de ayer pues... considero que está bien que falte al menos por hoy...

El rubio dejó la tostada que estaba untando con mermelada y observó los expresivos ojos de su esposo. Era tan fácil leer su preocupación...

—Thomas, sabes que nuestro hijo no podrá dejar atrás los hechos y seguir adelante si lo sobreproteges tanto. Encerrarlo aquí no ayudará en nada...

—No deseo sobreprotegerlo tanto Chris. Quiero que supere esto y coincido en que encerrarlo no ayudará, pero no me parece mal que se quede aquí solo por hoy, ¿Entiendes? —el inglés revolvió su taza demasiado rápido y derramó un charquito en la mesa sin querer.

Chris lo dejó así. Suspiró cansadamente y bebió de su taza. Siguió revisando sus mensajes y al cabo de un rato, se levantó para acomodar su maletín y las llaves del auto. Una vez que terminase su desayuno debía ir a trabajar.

Mientras tanto, Thomas ocultaba su tristeza, la indiferencia de su esposo lograba herir su sensibilidad a veces. Y ahora lo estaba sintiendo. Era el picor en sus ojos y el principio de un nudo en su garganta. Limpió el pequeño charco de café con una servilleta y respiró hondo.

—¿Papi?

Thomas escuchó los pasos de su hijo en el umbral y componiendo su mejor sonrisa, volteó el rostro.

Su pequeño tenía el cabello húmedo y vestía un pantalón jogging café junto a un buzo blanco con orejitas en la capucha. A Tom le causaba ternura siempre que lo veía con aquel tipo de prendas de animalitos. Le entraban ganas de apapacharlo entre sus brazos y no dejarlo ir nunca.

—Mira quien despertó temprano... ¿Cómo estás campeón? —preguntó el rubio con una sonrisa mientras terminaba el contenido de su taza y mordía una tostada.

—Mucho mejor papá.

Thomas de repente señaló sus pies descalzos e hizo una seña de disgusto.

—Cariño... ¿Que te he dicho de andar descalzo cuando hace frío? Vas a enfermarte cielo. Ven aquí.

Lo llamó a sentarse en su regazo y sin estar mas tiempo en el frío suelo, el niño se subió en él.

Thomas lo acomodó mejor y le preparó una tostada con mermelada de frambuesa.

—Apuesto a que tienes hambre, ¿Verdad?

El azabachito asintió y miraba embelesado el pan ser untado con la mermelada. Lo cierto era que la mermelada de frambuesa era uno de sus puntos débiles y Thomas siempre recordaba comprársela cada vez que iba al super.

Crónicas de una aventura [HIDDLESWORTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora