C a p í t u l o 2

10.5K 753 66
                                    

Sus manos no paraban de temblar y su respiración salía entrecortada y pesada. Se tuvo que tapar la boca para no hacer ningún ruido.

Los gángsters del clan Jeon habían entrado hacía unos minutos para robar y destruir el local. Pero lo peor de todo era que ella tenía que estar allí para presenciarlo sin poder hacer nada.

Ryujin no veía lo que estaba pasando pero de vez en cuando oía sus voces conversar cuando dejaban de hacer ruido, por lo que supuso que había un total de cuatro chicos, mientras los demás esperaban fuera.

- Menudos idiotas... ¡prácticamente nos han dejado robar!

- ¿Y si es una trampa? Deberíamos estar alerta, cojamos lo que podamos y larguémonos. ¿Qué dices tú, Jungkook?

Ese nombre. Sin duda ella lo había oído antes en alguna parte, pero no lograba recordar dónde. Desbloqueó despacio el móvil, asegurándose de bajar el brillo, y se apuntó en las notas todo lo que oía. Cualquier tipo de información sería útil para que la policía lograra identificarlos cuando se fueran.

- Conozco al dueño de esta tienda, a ese gilipollas no se le ocurriría dejar esto abierto.- Dijo el que parecía ser el mencionado.- Alguien ha entrado aquí antes que nosotros.

El móvil casi se le cayó de las manos. De repente todos se quedaron en silencio y solo se oían pisadas cautelosas y susurros.

Ryujin se apresuró a abrir los mensajes y esperar a que se conectara a la red para pedir ayuda.

Ese fue el error que cometió.

Un pequeño sonido salió de su teléfono cuando recibió la señal, notificándole tres mensajes de Minseok.

Soltó el móvil del susto y pensó rápidamente en qué hacer para que no la atraparan. Aunque lo cierto era que lo único que se le pasaba por la cabeza era que esa noche iba a morir. Iba a morir y no quería. Quería vivir con toda su alma. Todavía le quedaban tantas cosas por hacer... solo tenía diecinueve años.

Una idea se le ocurrió cuando se encontraba desesperada y lanzó el móvil, deslizándolo por debajo del mostrador hasta la estantería más cercana. Supuso que, si no eran muy listos, se darían cuenta de que alguien se había dejado el móvil y no quedaba nadie allí ahora, a parte de ellos.

Pero hasta ella sabía que eso era suponer mucho.

Más mensajes aparecieron en la pantalla, sonando cada vez más y más. Hasta que cesaron cuando alguien lo recogió del suelo.

Para su sorpresa, otro chico los llamó desde fuera con prisas.

- ¡Salid ya, joder, que viene la policía!- Unas alarmas se comenzaron a escuchar a lo lejos, junto a un par de disparos.

Ryujin se tapó la cabeza con los brazos, protegiéndose como pudo.

- No, todavía no hemos cogido el dinero de la caja y...

- ¡Déjalo, vamos!

Todos escucharon a esa voz y acudieron a su llamada. Todos menos uno que, como pudo ver en su silueta recortada sobre el suelo, quedó de pie, sin moverse. Entonces alguien entró a buscarlo.

- Jungkook, ¡vámonos!

Y por fin todos subieron de nuevo a los coches y motos y se fueron calle abajo, perseguidos a toda velocidad por las autoridades.

Ryujin gateó hasta el extremo del mostrador y asomó su cabeza para comprobar que realmente no había nadie.

Suspiró de alivio y se centró en ponerse de pie, con las piernas un poco flojas. Se sujetó de la mesa y avanzó hacia el lugar donde había caído su teléfono, pero no estaba. Lo habían cogido y si lograban desbloquearlo, sabrían todos sus datos.

La idea tan genial que parecía haber tenido durante su estado de nervios, ahora le parecía terrible.

Se revolvió el pelo, cayendo de rodillas al suelo, y se mordió el labio inferior pensando en qué debía hacer en ese tipo de situaciones en las que nadie te preparaba para vivirlas. Al menos estaba conseguido sobrevivir y eso era ya mucho decir.

Decidió cerrar la tienda de una vez por todas, irse a su casa, pintar un dragón en la puerta y suplicar para que no lograran descubrir su identidad.

Intentó conciliar el sueño pero no pudo hacerlo. Se envolvió en las sábanas y se sentó en el alféizar de la ventana de su piso. Su gata, Pampu, se acostó en su regazo, confundiéndose con la oscuridad de la noche. Ella le acariciaba la cabeza mientras un nombre no para de rondar por su mente, mezclado entre sus pensamientos.

Jungkook.

Oigo tu corazón || Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora