El turno de la mañana era más ajetreado que el de la noche. No paraban de entrar personas a hacer la compra o comer ramen instantáneo mientras veían la mini televisión instalada en un rincón de la pared, junto al techo.
Desde hacía dos noches no había podido dormir bien y tenía ojeras que habían intentado disimular con algo de maquillaje, que había funcionado sorprendentemente bien.
Como no estaba acostumbrada a llevar maquillaje en horas laborales un grupo de señoras que siempre tenían que dar su opinión sobre ella, le preguntaron si se había hecho algún retoque en la cara.
Como eran clientas habituales tuvo que sonreír falsamente y decirles que no, había nacido así. Por lo que enseguida se fueron a despotricar sobre alguna actriz joven, cambiando de tema. En el empleo que tenía debía aguantar a todo tipo de gente.
O a un hombre mayor que intentó ponerle la mano encima mientras le ayudaba a coger un bote de champú del estante más alto.
De verdad, no soportaba su trabajo. Se moría de ganas por ahorrar el suficiente dinero como para largarse de ese horrible barrio en el que tenía que vivir, o mejor dicho, sobrevivir.
Por suerte tenía a Minseok, el cual se ofreció a hacer los turnos con ella para que no volviera a pasar algo así, pero su jefe se negó. No pensaba pagarle el doble.
Y ella también lo hizo, aunque apreciaba las buenas intenciones de él, prefería apañárselas por sí misma. Como siempre había hecho.
Al final del día se encontraba revisando unas monedas cuando oyó las puertas mecánicas abrirse para recibir un cliente nuevo. Como estaba tan cansada y pendiente de lo que hacía, no se fijó en quién entró y le saludó automáticamente con un buenas tardes, agachando la cabeza.
La persona se acercó al mostrador y ella se apresuró a atenderle.
- Un segundo, por favor.
- Tengo algo de prisa.
Esa voz. No podía ser.
Ryujin dejó caer todas las monedas de su mano y levantó la cabeza con una expresión de terror en el rostro.
Reconoció su voz en cuanto dijo la primera letra. Era un miembro del clan Jong, era ese nombre que no paraba de aparecerse en sus pesadillas. Jungkook.
Retrocedió unos pasos hacia atrás al ver a un chico de su edad o un poco más mayor y más alto, con el pelo liso, partido en dos partes y retirado hacia atrás, y pendientes en las orejas.
Vestía una chaqueta de cuero negra y una camiseta blanca básica debajo, medio transparente.
Apoyó sus brazos sobre el mostrador, inclinándose hacia ella, lo cual la hizo echarse aún más hacia atrás, hasta dar con la pared.
Aquello pareció divertirle, ya que le sonrió de medio lado.
- ¿Eres Ryujin, verdad?
- N-no...- Intentó librarse ella.
- ¿En serio?.- Levantó una ceja inimpresionado.- Entonces... te dará igual que me quede con este móvil que pensaba devolver.
- No.
Jungkook la miró de arriba a abajo, escudriñándola. Ella no lograba averiguar en qué estaría pensando pero deseaba que no fuera en matarla allí mismo.
- ¿Otra vez no?
- No, por favor.- Consiguió decir por su boca con la voz firme.- Devuélvemelo, Jungkook.
Su rostro cambió de repente al escucharla y adoptó un semblante mucho más serio. Parecía haberse cansado de sus juegos y ella supo que la había fastidiado.
- ¿Cómo sabes mi nombre?- Dio un sonoro golpe sobre la mesa y ella se asustó.- ¡Contesta!
- Yo...- Cogió el móvil que había sobre la mesa y corrió detrás del mostrador todo lo que pudo.
Hizo sprint hasta el aparcamiento como nunca antes, con el miedo y la adrenalina recorriendo sus venas. Sabía que él corría detrás de ella como un león que persigue a la gacela, su presa.
Cogió la bicicleta y se subió pedaleando calle arriba mientras oía sus fuertes pisadas siguiéndole el paso, cada vez más cerca.
Cuando ya iba a coger la marcha e ir más rápido, el chico se interpuso en su camino y paró la bicicleta del manillar con una fuerza notable.
Ella cayó de lado al suelo, arañándose las piernas con el cemento de la carretera.
Se intentó poner de pie, un poco en estado de shock, pero le temblaban las rodillas. Entonces una mano le cogió con brusquedad del brazo y la levantó como si no pesara nada.
Jungkook la agarró por los hombros y se enfrentó cara a cara, furioso.
- ¿Quién te ha dicho mi nombre? ¿Lo has oído en alguna parte?
Sentía que estaba a punto de llorar cuando sus ojos se volvían borrosos y tan solo veía una mancha moverse delante de ella. Al menos así no le daba tanto miedo. Se miró la pierna derecha, que le cojeaba un poco.
- Me importa una mierda tu maldita pierna ahora mismo. ¡Contesta a la pregunta!
Ryujin vio como una gota de sangre se deslizaba desde la herida más profunda y caía hasta la suela de su zapato, al mismo tiempo que una lágrima recorría su mejilla hasta colisionar con el arcén.
- ¡No me importa tu estúpido nombre, me has hecho daño!- Le dijo sinceramente sin pensar en lo que hacía. Se soltó de él, sacudiendo sus hombros, y se alejó dos pasos, lo cual le pilló desprevenido.- Lo oí cuando trabajé el sábado por la noche, antes de que empezara la caza. Me escondí y lo escuché, eso es todo.
Él le devolvió el móvil en silencio. Ella fue a cogerlo, secándose las lágrimas con rabia, pero él se lo quitó y escribió algo, antes de que lo tuviera de nuevo entre sus manos.
- Dile a tu novio que a la próxima deje de mandar mensajes como un gilipollas y corra a protegerte porque no saldrás ilesa.
Después se lo volvió a dar, esta vez de verdad, y se marchó como si nada hubiese pasado.
- Te odio, Jungkook.- Escupió sus palabras en voz baja ella, mientras le veía alejarse calle abajo, andando como si nada le importara.
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Oigo tu corazón || Jungkook
FanfictionÉl creía que era lo peor para ella, un monstruo que no podía mantener calmados a los demonios que lo perseguían en su cabeza. Lo que no sabía, es que ella sería un lobo disfrazado con piel de cordero para él. **Esta historia está registrada en Save...