Después de la completa oscuridad que le invadía, consiguió abrir los ojos de golpe. Asustado y mareado, lo primero que vio fue su cuerpo, en el cual detectó que no se encontraba tan bien como esperaba.
Bueno, al menos estaba vivo.
O eso pensó.
La habitación tan blanca en la que se encontraba le hizo creer que podía estar en el cielo, pero aquello no era posible. Había cometido demasiados pecados en su corta vida y siempre supo que, si estuviese muerto, acabaría directo en lo más profundo del infierno por todas las vidas que había arrebatado.
Al fijarse mejor, pudo ver a Hwall tirado en uno de los sofás, al lado de la televisión encendida, durmiendo con la boca abierta.
Supuso que sería de noche porque estaba todo oscuro.
Hizo un tremendo esfuerzo para levantarse de la cama en la que estaba, tratando de ignorar el fuerte dolor de su abdomen. En peores situaciones se había encontrado. Al menos la herida parecía estar ya cerrándose, cuando la comprobó, quitándose los vendajes.
Se los volvió a poner de nuevo y bajó, chafando con los pies algo blando. Cuando miró hacia abajo pudo ver la silueta de una chica en la oscuridad, acurrucada, también dormía.
No podía ver su cara, así que se dirigió hacia su amigo en silencio para que le explicara qué estaba pasando ahora que por fin notaba que los analgésicos se le estaban pasando e iba menos drogado.
Al llegar a su lado le cogió del brazo y le llevó arrastrado por el suelo hasta el baño. Como de costumbre, tenía el sueño más profundo de todos los chicos. Se alegró de que, pese a estar en malas condiciones, podía caminar y ejercer fuerza en los brazos.
- ¡Hwall!- Susurró a la vez que le daba palmadas en la cara para despertarle.- ¿Qué coño ha pasado y qué hago aquí?
El otro se asustó al verle, como si fuera un fantasma, ahogando un grito.
- ¡Tío, qué susto, pero estás despierto! ¡Y estás vivo!- Le dio un abrazo que por poco le dejó sin respiración, hasta que se acordó de su herida y se alejó un poco, pidiéndole perdón.- No me acordaba de lo del disparo. Oye, ¿qué hacemos en el baño? ¿Tratas de liarte conmigo aquí?
- No sé si esta habitación es segura, sé que parece un hospital y, en realidad, sé lo que estoy haciendo aquí. Me lo imagino, pero cuéntamelo.
Hwall le explicó todo lo que había sucedido en su ausencia, evitando el asunto de su padre. Era demasiado pronto para que lo supiera justo después de haber despertado.
Jungkook se quedó en silencio escuchándole sin hacer ninguna pregunta, asimilando toda la información de golpe hasta que el otro acabó de hablar. De repente sonrió de medio lado, sorprendiendo a Hwall, mientras pegaba un puñetazo contra la pared de baldosas.
- Sabía que esa rata de Mark iba a aprovechar cualquier momento de debilidad para echarse a mi cuello. Vamos a hacer algo, coge las llaves del coche.
- Espera.- Le paró el otro, poniéndole una mano sobre el pecho.- Eso no es todo.
- Ahora no, Hwall, tenemos que recuperar el...
- Pensé que te gustaría saber que Ryujin está aquí.
Ryujin.
En ese instante su cerebro conectó los cables para darse cuenta de que la chica tirada en el suelo a un costado de su cama era ella y no una enfermera o una espía.
Se sintió estúpido por no darse cuenta desde el principio, aunque culpó a la fuerte droga que llevaba en la sangre.
Abrió la puerta de un golpe, con el ceño fruncido y se acercó corriendo hasta quedar frente a lo que quedaba de ella. Hwall le pidió desde su espalda que no la despertara si se iba a ir nada más hacerlo.
Pero eso él ya lo sabía.
La cogió en sus brazos y la cargó hasta el sofá. Se sentía ligera, en su fino rostro resaltaban sus pómulos más macados que antes, había perdido peso. Además pudo notar sus ojeras de no dormir, supuso que sería por su culpa.
Le besó la mejilla antes de irse por la puerta, quiso quedarse toda la noche a su lado, besarla hasta perder el control. Pero sabía que no podía hacerlo, antes tenía que recuperar lo que era suyo y destruir a Mark.
Bajaron hasta el sótano y tomaron uno de sus coches deportivos.
- ¿Cómo está su hombro?
- Ya casi está recuperada, como me dijiste que si algo le pasara todo lo tuyo sería suyo, cogí tu dinero para meterla en este hospital. Es el mejor del país.
- Has sido leal, entonces.
- Bueno, en realidad también te he cogido para pagar algunos de mis gastos...- Evitó la fría mirada de Jungkook acelerando rápidamente.- Tío, eres asquerosamente rico, no te quejes.
- Ésta te la paso, por cuidar de ella.
- Ah, verás, esto es jodidamente difícil de decir. Y mientras bajábamos el ascensor lo he intentado pero ha entrado la anciana ésta y...
- Dilo ya.
- Uf, es que... solo puedo decirte que lo siento.
- ¿Qué has hecho?
- No, yo no he sido.- Aparcó en el garage del hotel, junto a sus otros coches y se quedaron un buen rato en silencio dentro de éste.- Mark ha matado a tu padre. Lo siento, Jungkook.
Éste apretó los dientes, marcando su mandíbula y cerró los ojos volviendo a la oscuridad que le invadía antes de despertar.
¿Qué era lo que sentía? ¿Odio, hacia el chico que había asesinado a su padre a sangre fría? ¿Alivio, al pensar que el continuo abuso de su padre había acabado y jamás volvería a castigarle cruelmente? ¿Miedo, tras darse cuenta de que todo el poder que ejercía él quedaría ahora en sus manos inexpertas, junto a su larga lista de enemigos?
Sin embargo no dijo nada, bajó del coche y cargó el arma que le ofreció su amigo en silencio, listo para ejercer venganza y justicia.
Supo entonces que su vida jamás sería como antes. Ahora sí que era un adulto y no cuando le obligaron a serlo, a sus diecinueve años, marcado por una katana en un estúpido ritual.
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Oigo tu corazón || Jungkook
FanfictionÉl creía que era lo peor para ella, un monstruo que no podía mantener calmados a los demonios que lo perseguían en su cabeza. Lo que no sabía, es que ella sería un lobo disfrazado con piel de cordero para él. **Esta historia está registrada en Save...