C a p í t u l o 28

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La luna se había puesto imponente sobre las calles de Seúl, donde Ryujin paseaba siguiendo la solitaria música de guitarra de un artista callejero.

Había logrado regresar a su casa a salvo, sin complicaciones. Había vuelto a ver a Minseok y se había echado a sus brazos sin dar ninguna explicación. Aun así, él la comprendió y la reconfortó sin preguntar.

Su vida había vuelto ligeramente a la normalidad pero no como había sido unos meses atrás, antes de haberles conocido.

Los paseos nocturnos, sin alejarse mucho de su casa, la ayudaban a poder dormir cuando llegaba cansada. El peligro de que algo le fuera a pasar, o de que la fueran a buscar de nuevo, acabó desapareciendo.

Su móvil vibró dentro del pantalón que llevaba, haciéndole centrar su atención en él.

Lo sacó y miró la pantalla descuidadamente, pensando que sería Minseok.

Pero no lo fue.

"Ryujin, tienes que volver,
por favor."

Jun había conseguido averiguar su nuevo número de teléfono.

"Es sobre Jungkook,
algo está pasando."

Se había dicho a sí misma que no volvería a hablar de él y se había convencido de que un simple beso no era suficiente para enamorarse.

Iba a contestarle escribiendo rápidamente que no quería saber nada, cuando Jun se le adelantó.

Ryujin paró en seco su marcha, chocando contra el hombro de un anciano que pasaba en su dirección contraria y se quejó de ella. Ryujin, sin embargo, ya no escuchaba.

Unas gotas de lluvia cayeron del cielo hasta su cara, haciéndole volver a la realidad.

Dejó caer la mano que sujetaba el teléfono, mirando al rastro mojado que dejaban las gotas sobre el asfalto. Se arrastró hacia una de las calles estrechas por las que nadie transitaba y se sentó en el suelo.

Comenzó a llorar desconsoladamente, mientras temblaba. Tan solo llevaba puestos un pantalón corto y una camiseta de tirantes, que se calaban por la lluvia torrencial que caía, mojando su pelo y su rostro sin piedad.

Alguien la veía sin que se enterase en silencio desde el otro lado de la calle, alguien que quiso tener el poder de parar la lluvia para que no le hiciera más daño.

Su delicado cuerpo se estremecía y se abrazó fuertemente a sus piernas estiradas hasta quedar sentada, como si fuera lo único a lo que poder aferrarse, como su salvavidas.

Levantó la cabeza mientras apretaba los dientes, con los ojos cerrados, con impotencia. Quería parar pero no podía y le dolía más. Dio un golpe con su palma en el suelo, haciendo salpicar un charco.

Él debía controlar su cuerpo para no salir corriendo y tenerla entre sus brazos. Pero permaneció clavado en su sitio, oculto, con la lluvia mojando su ser entero. No podía ir hacia ella, no podía mostrarse débil.

Vio como Ryujin se llevaba una mano al pecho, apretando su corazón dañado y gritaba, se hacía pedazos frente a él.

Una lágrima recorrió el rostro de Jungkook sin darse cuenta, mezclada entre las otras gotas.

Sentía tanta impotencia de no poder ir hacia ella...

Pero sabía que eso complicaría más las cosas.

Dio media vuelta, odiándose a sí mismo, caminando por las calles sin rumbo. Ni siquiera pensaba en lo que estaba haciendo o hacia dónde iba.

Entonces se paró en seco, limpiándose la cara con la manga de su sudadera sin cuidado. Gritó a todo pulmón. Si en el cielo había un dios, habría escuchado su agonía.

Minutos atrás había llegado cerca de la casa donde ella vivía, otra vez sumido en sus pensamientos, para encontrarse con que ya se había enterado. Y él ni siquiera podía disculparse.

Entre la lluvia y la niebla apareció de repente, caminando frente a él, con una sonrisa sincera en la cara y una silueta borrosa.

- ¡Para!- Le suplicó, llorando desgarradoramente de nuevo.- ¡No me sonrías! No puedo...

Ella negó con la cabeza y continuó avanzando hasta quedar a su lado.

Él abrió los brazos para recogerla, vencido, pero se dio cuenta de que solo era un reflejo que su mente había creado, al desaparecer al contacto.

Estaba asustado, agotado y roto. Un miedo irracional le recorrió todo el cuerpo al pensar que jamás la volvería a ver.

- Te quiero.- Dijo él mirando hacia el cielo, derrotado y dolido, cayendo al suelo de rodillas.- Lo siento, no quiero casarme todavía, pero no tengo alternativa. Siento tanto que te hayas tenido que enterar de esa manera...

Pero fue en vano, nadie escuchó nunca su mensaje, tan solo lo hicieron el cielo oscuro y la fina lluvia.

¿Hubiese sido diferente si se lo hubiera dicho a la cara?

Una ola de odio inundó su cuerpo y sacó una pistola de los pantalones vaqueros.

La cargó y se juró a sí mismo que esa noche se tintaría la camisa de tanta sangre como pudiera.

Oigo tu corazón || Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora