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—Entonces... ¿Irás a dejarle la cena a nuestro pirata favorito durante toda su estancia?— me sobresalté al escuchar la voz de Dallon, que parecía haberme estado espiando desde que había bajado a hablar con Tyler.

—Creo que es una buena acción hacerle compañía mientras cena— contesté sin inmutarme —Claro, porque el capitán Dun tiene que hacer muchas buenas acciones para enmendar su camino lleno de pecados ¿No?— Dallon y yo intercambiábamos cartas de vez en cuando, y cuando este me propuso hacer una expedición para la iglesia romana y me negué, este dijo que nunca enmendaría mis pecados, cosa que me tenía sin cuidado.

—No entiendo cual es tu punto, Dallon— admití, encaminándome a mi camarote mientras Dallon me seguía a paso rápido —El chico te propuso tener sexo, es obvio— me encogí de hombros —¿Y? Me lo han propuesto miles de veces—

—Pero nunca actuaste así. Quiero saber si debería de preocuparme por el chico sirena y sus malévolos planes que penetran tu mente o si solo estás actuando así porque intentas ser más listo que él.

—Si eres mi mejor amigo deberías de conocer mi respuesta ¿O no?— cuestioné, abriendo la puerta de mi camarote y arrojando mi sombrero a la cama.

—Soy tu mejor amigo, pero no eres el mismo desde que...

Desenvaine mi espada y la dirigí hacia el cuello de Dallon, lo que evidentemente lo puso nervioso.

—Atrévete a decirlo y estas muerto.

—Josh, sigues siendo irracional. No fue tu culpa, lo que pasó esa noche... ¡Nadie esperaba que pasara, Josh!

—¡Soy un capitán! ¡Debo de estar preparado para todo, y aún así...! Basta de esto, Dallon— tomé a mi amigo del hombro y lo empujé para que saliera de mi camarote.

—Cuando amanezca dale de comer a Tyler, y quiero que revises los amarres y nos hagas ganar velocidad. Quiero terminar pronto esta maldita expedición— creí que Dallon diría algo más, pero solo se limitó a asentir y se dio media vuelta.

Cerré la puerta tras de mi, me serví un poco de vino y miré el cuadro que ocupaba un buen pedazo de mi habitación, ubicado a un lado de los mapas y alzándose temerosamente entre las sombras que la única vela encendida producía.

No importaba que dijeran todos cuantos conocía, yo debía de haber estado listo.

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