Conciencia

44 13 32
                                    


― ¿Cómo pudo pasarme esto?, ¿cómo no me di cuenta que ella no me quería?, me ocupaba de ella, hice cosas que jamás creí que haría por una mujer. ¡Esto se tiene que terminar! ― sentenció Sam al encontrar a su primo apoyado sobre su auto en el estacionamiento de la pista de patinaje y dejó caer algunas lágrimas.

Los planes de llegar a Nueva Orleans para sorprender a Mel habían resultado del todo adversos, nada de lo que él y su primo creían que pasaría era remotamente posible. Sam, no recuperaría a Mel, y John no conocería a ninguna de sus amigas, ninguna de esas fantasías era menos coincidente con la realidad. La noche estaba espantosa, la ciudad estaba amenazaba por una terrible tormenta de frio y lluvia que ya se encontraban en las cercanías, aunque pocos son los días al año que el clima es así, ese fin de semana era un trastorno y no solo meteorológico. Sam manejaba a toda velocidad por la ruta de regreso a su casa, sin consuelo.

Contenía sus lágrimas como podía, mientras pensaba en lo difícil que sería aceptar que no vería más a Mel. Sentía que el corazón se le desgarraba, algo oprimía su pecho haciéndolo sentir un dolor punzante, sentía que se desgajaba y respiraba con dificultad. Y todo por un par de noches de diversión. Se odiaba a sí mismo, no entraba en su cabeza algo obtusa,por cierto,  cómo haría para aceptar lo que le sucedía.

Él, un economista riguroso e implacable estaba en pedazos intentando pensar en cómo continuar después de lo que le acababa de pasar.

Qué difícil le parecía entender que ya no compartiría nada de su vida con ella, se sentía desconsolado, sabía que si ella solo hiciera un guiño para volver, él estaría de vuelta sin ningún reproche, le parecía degradante de su parte estar tan enamorado y entregado.

Lo peor del amor no es sentirlo, pensaba, lo cruel es no ser correspondido, refregaba sus ojos para desempañar las lágrimas, mientras intentaba fijar su vista en camino.

Nada cambiaría la realidad, él, no volvería con Mel simplemente porque ella no lo quería y lo que era peor, ella quería a otro. No había perdido a Mel por sus acciones imprudentes, aunque eso lo dejaban a fuera de toda remota posibilidad. Pero no era porque él se había besado con otra, o porque él quería vivir un poco del descontrol de la universidad, era porque ella amaba a otro desde siempre y eso lo partía por dentro. Su primo se mantenía en silencio en el asiento del acompañante, sabiéndolo todo sin necesitar oír una sola palabra, habían terminado y era en serio. Y lo que si lo asustaba era de lo que Sam era capaz de hacer en estado de ira.

Mel había quedado igual de atormentada luego de la charla, pero la tempestad de ella era diferente, sentía destruida su conciencia, tenía pena por Sam y la perorata del remordimiento. Pero, no podía evitar sentir que su corazón vibraba emocionado al pensar en que Ión y ella, eran algo más que una fantasía de su cabeza en el pasado para ese momento.

En las rupturas de parejas era indiscutible que una de las partes queda menos dolida que la otra. Y en contra de todos los pronósticos, lo que había comenzado como un engaño de parte de Sam, se había convertido en una fatal traición de parte de ella y sin la menor intensión.

Mel, no había amado jamás a Sam y no volvería con él por nada. El engaño le venía genial, para tapar sus culpas al mundo exterior, pero su conciencia conocía la verdad. No sufría en absoluto por esa ruptura, estaba feliz con su presente y soñaba con un futuro junto a Ión Cameron, aunque eso la llenara de miedos, culpas y dudas.

Llamó a Sophie a su celular y no logró comunicarse, luego intentó con Audry y al segundo llamado su prima atendió:

― ¿En dónde estás? ― dijo Mel precipitada.

―En la casa del guapo―dijo Audry algo tomada.

―Estoy yendo para mi casa, mi mamá me avisó por mensaje que se van a cenar a tu casa y quiere que vayamos con ellos, van a quedarse a dormir ―podía notarse el hastío de Mel en su voz.

―No pienso volver a mi casa, cenaremos pizza ¡Te esperamos! ― dijo Audry entusiasmada.

Mel pensó en qué hacer por unos segundos, pero no quería enfrentarse a todo el drama que significaba ir a la casa de Ión. No dejaba de recordar las hirientes palabras de Sam, aún no podía dejar de pasar en su cabeza la repetición como de película de él hablándole, pidiéndole explicaciones, explicándole quién había atendido su teléfono por la tarde, besándola y finalmente despidiéndose.

Ella odiaba besar a dos chicos el mismo día, y ese día ya había hecho eso. Lo peor era que besar a Sam era habitual y le parecía natural, pero besar a Ión era sobrenatural, y ella no soportaba la excitación que le generaba estar en contacto con él.

Si iba a la casa de Ión en ese estado era capaz de cualquier otra cosa, y no quería enfrentarse a nada de eso y menos a sus escrúpulos de conciencia. Sabía que nada de lo sucedido había sido intencional, pero necesitaba tiempo para procesar todo eso.

―Voy a estar en mi casa, necesito pensar. Nos vemos después― dijo Mel y cortó la llamada.Mel estaba enfurecida con lo que le pasaba en ese momento, Ión se decidía a conocerla e interesarse por ella justo en ese momento, era injusto. La mejor opción era quedarse sola, bañarse y pensar.

Audry iba a insistirle, pero, se dio cuenta que no tenía con quien hablar, ya sufría los efectos secundarios del segundo vaso de vino y aunque quedó extrañada prefirió no decir nada. Suficiente tenía ella con sus propios problemas de amor, para meterse en los de Ión y su prima.

Después de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora