Después de una excelente comida que, por cierto, se prolongó más de tres horas, bajaron por fin todos rumbo a la playa. Se quitaron los pantalones cortos y ríos donde se hundieron hasta la cintura y ya del otro lado corrieron y juguetearon sobre la barra de arena café, gruesa y ardiente.
El viento, que soplaba con fuerza, tenía un sabor salobre y pegajoso. En el mar, los últimos rayos del sol platinaban las crestas del oleaje que comenzaba a aumentar su intensidad. Una luna temprana preludiaba la marea alta y nubes negras y enormes presagiaban tormenta.
El paisaje era tan sugerente que el grupo lamentó no haber bajado de la camioneta las cámaras fotográficas. Leonardo organizó a los muchachos para aventar a Jorge al agua; todos participaron entusiastas menos Juan porque él no nadaba muy bien y le tenía miedo al mar.
-Bueno –gritaba Jorge- aviéntame pero dejen que me quite la bermuda y la camisa.
-No lo avienten –dijo Juan-, le va a dar una congestión.
-¿Cómo crees? –respondió Adolfo.
-Dejen que me quite la ropa –seguía gritando Jorge.
-Nada, gordo –espetó José Luis-, mójate todo, si ya tienes los pantalones empapados.
-Sí, que se moje todo –aprobó Adolfo.
-No, no, está bien, está bien, denle chance –dijo Leonardo, quien para entonces ya se había hecho con el liderazgo del grupo- dejen que el panzón se quite la camisa.
Jorge miró a Leonardo agradecido, se desabotonó la camisa sonriendo, se quitó las bermudas y dejó que lo cargaran en traje de baño. Mejor dicho que lo intentaran cargar, pues pesaba tanto que acabaron arrastrándolo sobre la arena hasta donde terminaba de romper las olas.
-Una...dos...tres...
Jorge voló un poco por los aires y cayó como una ballena sin gracia, salpicando cualquier cantidad de agua y cuando, no sin trabajos, logró remontar la fuerte resaca, salió a la orilla solo para mirar cómo Leonardo hacía una bola con su camisa y la bermuda y las arrojaba tan lejos como la ventisca se lo permitió, Jorge miró desconsolado cómo su ropa volaba olas adentro y se zambulló de nuevo para rescatarlas.
A pesar de su gordura, Jorge era un excelente nadador.
-Son unos pesados –dijo Anabell indignada.
-Pero bien que te ríes -replicó Rebeca.
-Son unos pesados simpáticos –concluyó Anabell.
Mónica, a la distancia, miró cómo la broma no terminaba, porque al salir del agua a Jorge y a su ropa los embarraron en la arena.
-Pobre –dijo Mónica para sí.
La que nunca participaba en ese tipo de bromas era Mónica, porque le daba miedo que también con ella se metieran. Se preguntaba qué hubiera sido si a Jorge no lo hubieran dejado venir, porque una cosa le quedaba bien clara, el defecto que seguía en importancia a la gordura de Jorge, era su voz de hombre.
Hasta escalofríos le daban a Mónica solo de pensarse como blanco de las bromas y la crueldad de Leonardo. Lo que ella ignoraba, era la modesta autoridad que desde siempre había tenido sobre todos los otros. No por nada, hacía casi tres años, cuando entraron a la secundaria, ganó la elección de jefa de grupo con una facilidad que cualquier político le envidiaría.
Decidieron recostarse sobre la arena para aprovechar los últimos rayos de sol, se desvistieron para quedar en traje de baño y los muchachos notaron con sorpresa que, detrás de las ropas siempre guangas, también Rebeca, Arminda y Mónica habían esculpido las formas de su cuerpo y, si bien no eran tan exageradamente como Anabell, al menos no se parecían en nada a las niñas con las que ingresaron a la secundaria.
-Qué quieren, una crece –dijo Arminda.
Y los seis muchachos se avergonzaron por haber sido atrapados en falta.
-Arminda lee el pensamiento –comentó Humberto.
Después no se dijo más y todos se adormilaron con el arrullo del mar y el efecto de las cervezas; se sintieron clan y felicidad, luego se pusieron un poco tristes temiendo que al salir de la secundaria los rumbos que cada quién tomaría fueran a terminar con esa enorme amistad.
-Cosas que pasan –sentenció Arminda.
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Iba a ser solo una broma - David Jorajuria
Teen FictionEsta historia no es mía es de David Jorajuria (A mi me gusto mucho por eso la publique) Iba a ser solo una broma es una medicina ( como suele serlo cualquier lectura ) y esta medicina tenia como objeto curar un recuerdo, al parecer es medi...