[6] Día de compras...

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-¿A dónde quieres ir pequeño Jiminnie?

-Y-o... Yo no lo sé señor...—Bajé la mirada avergonzado pues nunca había ido a alguna plaza y no tenía conocimiento sobre tiendas de prestigio o cosas por el estilo. Estaba tan apenado que no me dí cuenta de que no había hablado apropiadamente. Inmediatamente alcé mi cabeza buscando con la mirada los ojos de daddy y con mucho arrepentimiento (lo cual era algo bobo, pues no había sido algo tan malo. Pero Jimin era así... Por cualquier simple error cometido se sentía la peor persona del mundo), Dijo con palabras nerviosas.

-Perdón... Daddy... —Sentí cómo mis mejillas se tornaron rojas inmediatamente—.

-Tranquilo, está bien... Te irás acostumbrando.

Daddy revolvió mi cabello con una de sus grandes manos, comenzamos a caminar y entramos a una tienda.
Después de un rato, un largo rato, visitaremos tantas tiendas que para ser sincero, perdí la cuenta. Daddy me dejó escoger lo que yo quisiera, él decía que por algo era mi Sugar Daddy, que debía consentirme en cualquier cosa que yo quisiera mientras no fuera algo malo, algo difícil o imposible de conseguir o mantener. Las horas me pasaron volando, cada vez nuestra confianza iba en aumento. Daddy me ayuda a a elegir ropa, y después de un rato, ambos se dieron cuenta de lo rápido que avanzaban las cosas pero no querían arruinar el momento así que solo guardaron ese pensamiento para ellos mismos.

-Deberías probarte esto, te quedaría bien...—Me dijo el señor Min, sosteniendo un pantalón de cuero negro, entubado; y unos tenis blancos con pocos detalles que a pesar de eso, eran bastante bonitos—.

Asentí entusiasmado, ya no me daba vergüenza pues ya me había ayudado a elegir ropa en casi todas las tiendas.
Caminé hacia los vestidores dejando a Daddy esperando a fuera, se le veía bastante impaciente y emocionado por poder ver cómo se me vería su elección de outfit. Después de algunos minutos, salí un tanto avergonzado del vestidor. Vi cómo Daddy me divisó a lo lejos, se acercó lento mientras una sonrisa demasiado grande se formaba en sus labios dejando ver toda la felicidad e impresión que sentía.

-Justo cómo pensé, bebé. Te quedaba bastante bien... ~Sin mencionar aquella zona baja...~—Pensó para él mismo, y sin darse cuenta mordiendo un poco su labio—.

-¿Le gusta daddy?—Pregunté algo entusiasmado pero a la vez tímido—. No lo sé, no me convence...—Me dí media vuelta, quedando de perfil ante él, y ante el espejo admirando mi figura, cuestionando si de verdad se me veía bien el pantalón—.
-¡¿Usted qué piensa?!

-Me encanta...—Me contestó Daddy, en un susurro demasiado bajo el cual, a pesar del tono que empleó, pude escuchar claramente—.

-De acuerdo... si usted lo dice... confiaré en usted.

Nuestro día continuó, toda la tarde nos la pasamos de tienda en tienda buscando ropa que fuera linda, estuvo llena de risas, bromas y para qué negarlo, también de pucheros tristes y un poco molestos por el hecho de que la ropa "perfecta y hermosa" no me entraba o no subía pues tenía un cuerpo bastante voluminoso... Uo decía que era porque soy gordo, pero la mirada que Daddy me dedicaba me decía lo contrario. El día hasta ahora había sido muy lindo, aunque para mi mala suerte, pasamos a una sex shop...
Si digo "mala suerte" es porque el hecho de comprar lencería me recordaba el valor y utilidad que tenía. Solo sexo y satisfacción. En mi diccionario no podía existir la palabra "amor" pues si me enamoro estaría realmente perdido.

-Ya casi es hora de irnos, pequeño Jiminnie...

No quería irme, sin darme cuenta, hice un pronunciado puchero; la estaba pasando de maravilla y al menos por un momento había olvidado lo horrible que es mi vida...

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