𝗖𝗔𝗣Í𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗦𝗘𝗜𝗦

692 46 1
                                    

En multimedia, están el Jinete Fantasma en
su versión humana junto con Nyx.

Los pasos cada vez estaban más cerca, y entonces el primer disparo impactó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los pasos cada vez estaban más cerca, y entonces el primer disparo impactó. Me quedé de pie sin hacer absolutamente nada, solo vislumbrando a los causantes. Los reconocería donde fuese. Eran los novatos cazadores que Gerard enviaba en modo de reconocimiento.

— ¿Quién eres? —bramó uno de ellos, con brusquedad.

Otro cazador sostuvo la pistola con firmeza.

— ¿Qué mierda quieres?

— Tengo muchos nombres. —contesté, bosquejando una leve sonrisa. Naturalmente, sintiéndome más viva que nunca—. Pero no podrían reconocerlos estando vivos. ¿Qué es lo que quiere Gerard?

Le disparé al primer atacante directo en el cráneo. De repente, varias balas fueron contra mí, y las esquivé balanceándome cual bailarina, sin molestarme siquiera en batallar. Volví a disparar a los novatos cazadores restantes; maté a tres, y luego fui hacia el líder. Caí justo frente a él, colocando el arma contra su sien.

— Si me dices qué quiere, no te volaré la cabeza.

— ¿Y crees que se lo diré a una mocosa con un arma? — río, aunque muy en el fondo estaba temblando de pánico.

— Intenté advertírtelo, asquerosa rata.

Lancé el arma a kilómetros de distancia y posteriormente lo tomé del cuello con ambas manos. Él gritó adolorido cuando sus pies no lograron tocar el suelo, y conecté nuestras miradas. Mis ojos resplandecieron, volviéndose más violáceos que nunca; había temor asomándose en su semblante, casi implorando misericordia. Chilló despavorido.

Aumenté aún más el color de mis ojos y estos comenzaron a brotar sangre como si fueran lágrimas, segundos después el hombre yacía muerto sobre el suelo. Chillé llevando las manos a mis orbes mientras gemía adolorida por tanta concentración. Todavía no dominaba del todo mi fuerza y mis poderes. Parpadeé muchísimas veces hasta que al fin mi mirada volvió a ser color mie; la sangre comenzaba a secarse, hundiéndose en mi piel como si nunca hubiesen existido.

Eché un vistazo a las hojas secas en donde minutos antes había depositado mi sangre; pero ya no estaba allí, por supuesto. La dulce sangre de un ángel era tan bendita que se secaba pocos minutos después para no ser manipulada por nadie más.

Realmente Dios pensó en absolutamente todo cuando nos creó.

— «Le he dicho muchas veces que no haga eso». —reprendió el Jinete Fantasma, avanzando hacia mí con pasos tranquilos.

— Necesitaba asesinarlo de una forma inexplicable; ya sabes, dejar mi huella en la preciosa escena del crimen. —me excusé, esbozando otra sonrisa bastante irónica—. Esta ocasión, no quemes los cuerpos. Te requiero cumpliendo misiones bastante particulares.

— «Toda orden será escuchada, querida señora».

— ¿En algún momento dejarás de llamarme así? —poco a poco fui aproximándose hacia él, colocando una mano sobre su helada mejilla. El espectro de apariencia humana, sonrió con amabilidad.

— «Sería irrespetuoso referirme a usted de otra manera».

Bosquejé una sonrisa, acariciando esa pálida piel.

— No lo sería. Dios mío, llámame «Nyx», como todos. Me gustaría también darte un bonito nombre. ¿Tienes alguna idea?

— «¿Por qué necesitaría un nombre?»

— Quiero darte mayor significado. —sonreí—. Estuve pensando en nombres bonitos para ti, aunque ninguno se refleja demasiado. Cumple aquella tarea tan importante, y tendré una respuesta. Necesito que busques el escondite de Gerard; llámame cuando lo encuentres.

— «Sus deseos son órdenes, ¿usted qué hará?»

— Le haré una visita a un viejo amigo mío. —el Jinete Fantasma, en respuesta, asintió y prosiguió a desaparecerse. Sin embargo, antes de que pudiese hacerlo, fue detenido—. Oye.

— «¿Sí?» —se giró para mirarme.

— Ten mucho cuidado. No soportaría perderte.

El Jinete Fantasma, conmovido, asintió para luego desvanecerse. Unos segundos después, desplegué mis blanquecinas alas para elevarme inmediatamente, marcando rumbo hacia el final del bosque, sin siquiera preocuparme por posibles cazadores. Necesitaba ayuda. Necesitaba reencontrarme con un querido viejo amigo.

Peter Hale, es momento de reencontrarnos. 

𝗟𝗶𝗻𝗮𝗷𝗲 𝗛𝗮𝗹𝗲²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora