Dolor

11 1 0
                                        

Sensación tortuosa de almas, que poco a poco marchita, carcomiendo como plaga hasta acabar con la raíz.

Creyendo en tu amistad, te siento íntimo, confidente en mis noches, ¿acaso no te he pedido calor cuando el frío rompe mi silencio, ¿acaso no llore por crueldad de otros preguntándote que hice que llevó a ello? Las muchas veces que me acurruque entre tus brazos y derrame mi alma cobijada por profunda dureza, escuche tus susurros, abrazando tus palabras.

Llegue a amarte, a odiarte y hacer las paces para finalmente entender que sin ti perdería lo más hermoso de mí.

Amado, odiado, temido, marginado y castrante dolor, cuántas veces nos veremos, me destruyes y construyes en menguantes sufrimientos. Aun cuando pareciera haber entendido tú intención, sales con algo nuevo para darme otra lección.

¿Alguna vez te preguntaste si tu presencia era pura maldad, si tu toque mataría más de lo que nacería en mí? Quizá te juzgo sin abrazarte con amor, serás el corregidor, la lección enraizada en la consecuencia de nuestro destino, del ingenuo, del malvado, del noble. ¿Eres la fuerza renaciente del débil?

Tantos años ya pasaron pero sigo encontrándote, sigo amándote, amándote, para enojarme de nuevo y hacer las paces. Cuántas lecciones me enseñaste y sigo bajo tu fuego para ser forjado, pulido para ser brillante, una y otra vez pasó bajo tu mano para escuchar tus cantos, tus susurros, tu maldad, tu bondad, tú látigo, tú caricia, tú indiferencia y tu ternura.

Amado y odiado dolor, ya me hice a la idea, tanto me falta por entender pero una cosa entiendo al final de todo y todos, solo tú, tú al final, tú el final.

Después de todo, no somos tan diferentes.

Cartas al pensadorWhere stories live. Discover now