La Disputa

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En cada paso tan ligero y apresurado con el desembarazo susurrante en las arterias  asentadas en la metrópoli, como usanza, acecho el semblante contenido en pesadumbre y  miedo, percibo en su mirada la profunda pena de sus almas, el desierto de su ser. El  crepúsculo se desliza en la gran urbe, entre neblina y sollozos recorre de faz en faz, como portadora del mayor desencanto.

Mi alma se llena de pesar al percibir en sus sustancias la monotonía, como abalorio en sus gargantas y extenuación en sus espíritus.  Habré avanzado unas seis cuadras y me percato, todos  ya hacemos penados en la rueda tiranizada de la capitalización y  la esclavitud, nuestras vidas se consagraron a la industria, a la labor,  pues es otro el cacique de nuestra subsistencia.  Nos nombran libres, pero ¿Dónde radica nuestra libertad?,  ¿Dónde esta el esbozo nuestra vidas? si se le puede llamar nuestras.  

Finiquitaron las crónicas de aquellos valientes, los que disputaron su libertad, ya hacen revolviéndose en su sepelio en presencia de tal tiranía.  Pues esta ya no es disputa de armas y cañones,  no ya no, esta guerra es de patrimonio, es financiada en avaricia y se enseñorea el poder.

Cartas al pensadorWhere stories live. Discover now