Y veo sus rostros, sin color o brillo, sólo angustia y preocupación, pensando en el futuro, dinero, deudas, cosas que comprar, como vestir para impresionar, obtener el ascenso, no ser despedido, cansado y apagado. Me observo en este mundo de maravillas subestimadas, valores reemplazados y personas perdidas. La vida se pierde en la sociedad ambiguamente monopolizada, con educación consumista y principios opresivos. ¿A dónde iremos a parar?
Siendo en el exterior una cortina de humo, procurando aparentar la vida feliz que se sueña tener. A caso no cambiamos nuestra libertad por un papel cuidadosamente impreso y monetizado, buscamos el mejor postor y dibujar la belleza con el bisturí, buscamos vernos a través de ojos ajenos, esperando ver en ellos un brillo especial para nosotros, uno donde la vida pueda ser más, uno donde nuestra existencia tenga significado. Y allí vamos, contra pronóstico, buscando, pidiendo, rogando por una sola chispa, por ese momento que le dé significado a todo, por ese clic que podríamos llamar "amor", el cual no pensamos dejar nunca, el cual nos obliga a aferrarnos y le adjuntamos la culpa de nuestra desgracia pero en verdad ¿Quiénes somos? ¿Qué buscamos?
La autenticidad de la vida no es más que la infinita necesidad de sentir protección, de sentir que pertenecemos, quizá esa sea la respuesta, al darnos cuenta que no pertenecemos buscamos imponernos, cada quien a su manera, cada quien a su ritmo, pero siempre estamos a la espera de ese brillo
