Hoy vi tus ojos a través de esa fotografía, tu semblante tan descolorido, la vista perdida, tu piel seca, pero sobre todo, tus ojos; esas ventanas enormes, como un cristal, no pueden esconder tu alma, sin importar lo mucho que te esfuerces por sellar tus ventanas; desdichadas ventanas, siempre te descubren. La pena es tu compañera y la soledad tu hogar, la tragedia fue invitada y criaste sombras donde no diste a luz. Las sombras te observan, te abrigan y abrazan; esperando el momento para devorar lo que en ti reposa. Es triste que la soledad sea tu fiel consejera, amiga y confidente. Aun cuando estás acompañado, es notorio que estás solo, tus ojos lo gritan, no falta ser gran observador para notar él vació inmensurable de tu mirada. La luna y estrellas reposan en tus noches, se posan en el firmamento, observando tu rostro, ellas también saben que estás quebrado. Cada mañana al despertarte te incorporas a la orilla de la cama y tomas unos instantes para pensar, solo viene a ti ese pensamiento, ese que inicia todo, ese que da dolor y pavor. Algo explotará en ti, las mañanas solo te recuerdan lo mucho que la soledad te espera pacientemente, recostada en tu lecho, con sabores agridulces y a veces amargos, sigue confiada esperando que llegues. Ella sabe que tarde o temprano llegaras, no te alejaras de ella. Y es allí, en ese instante, cuando estás solo en tu cabeza, cuando el sonido desaparece y la mañana asienta, notas la cercanía como algo profundo y sobre todo intenso, puede ser un camino de sanidad o una devastación capital cuando el frío invade la suavidad de lo que un día fue cercano. Corroído y transformado en el yugo que un día fue tu corona. Logro sentir hasta los huesos tu pesar, como una ráfaga de aire tormentoso, punzante, lacerante al tocar la piel, no hay una sola parte en mí que logre resistirla, sucumbo ante la sensación de penuria que abriga tu alma como semilla de mostaza. Es curioso como pienso conocerte, como lo percibo, como puedo asegurarlo, si lo pienso más, es una completa estupidez, todos en algún momento escuchamos la frase "Le conozco como a la palma de mi mano" pero si dibujara mi mano con cada detalle ¿Sería capaz de dibujarla? ¿Podría siquiera dibujarla a similitud sin ver mi mano? Solemos jactarnos de conocer pero en verdad ¿Qué conocemos? diría que solo la profundidad de lo que presumimos saber. Cuando pienso en tu fotografía, al recordar tus ojos, solo puedo decir que no te conozco, solamente te siento, te percibo acompañado de tu soledad, de tus sombras, de tu pasado; me atrevo a decir, de tus demonios.
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