*Capitulo 2

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(Segunda parte)

Si se pregunta que paso.
Lo que paso fue:
(Bueno no se a ustedes pero a mi se me mezclaron los capítulos y no aparecían en el orden en el que debían apareces.)
Por lo tanto me vi en la necesidad de eliminar la historia y publicarla desde 0.

Espero que no me pase esto otra vez por que casi me ando rasgando las vestiduras del coraje y desesperación.

Bien aquí el capitulo...

...


❇❇❇❇❇

— Bien mi lady ¿le parece mas conveniente un combate con alguien mas a su altura? — Dice este quitándose el sombrero y haciendo reverencia...

Esta corresponde a la reverencia inclinándose cortésmente, el capitán se coloca en posición y se escucha a los piratas haciendo apuestas y aplaudiendo .

– Escucha Marinette, muchas veces el vencer en un combate depende de quien ataque primero, la paciencia es una virtud, se paciente y espera a que te ataquen, entonces la lucha comienza ... — Esas fueran las palabras de su viejo instructor.
Marinette espera paciente el ataque de su rival. La emoción la  ilumina, la adrenalina comienza a correr por sus venas, el recuerdo de aquellos días donde era plena y feliz, recibiendo aquellas clases en medio del bosque, mientras acompañaba a su mentor cuando este salia de casería.
Esa simple idea iluminaba sus ojos y esta lo expresó en una amplia sonrisa que termino con la paciencia del capitán, tomo acción y ataco, se escucho el choque de aceros y la pelea comenzó; ya fuera por arriba, por abajo, a un lado o al otro, Marinette respondía y contraatacaba a pesar de los tropezones a causa del enorme vestido que llevaba encima y ocasionaba que sus movimientos se viesen torpes y deleitara a los presentes ganando insultos y risas por parte de los hombres, mientras las mujeres miraban asombradas.

Marinette comenzaba a huir de los ataques del capitán, ocasionando mas burlas de parte de los hombres haciéndola sentir insegura.

— ¿Que sucede mi lady? ¿Acaso se esta rindiendo? — Pregunta el capitán deteniéndose pero manteniendo la guardia alta.

— No, es solo que este estúpido vestido no me permite moverme con libertad. — Responde ella señalando el vestido hampón.

— ¡OH! Ya veo, yo con gusto se lo quitaría. — Responde con picardía mientras los hombres suelta carcajadas y algunas risas morbosas.

Marinette se sonroja y baja la guardia un poco.

— Vamos mujer, me estoy divirtiendo no acabes con esto tan ponto ¿cierto marinos?

Le dice el capitán a sus hombres, estos responden con gritos potentes animados por que el espectáculo continúe.

— Te diré algo, si me ganas, las 4 serán respetadas y las dejaremos en un lugar seguro en el próximo puerto.
Pero si yo gano, seras mía y las demás serán puestas a disposición de los hombres .

Las mujeres se abrazan y lloran ante estas palabras e imaginar el horror que se les avecinaba.

Marinette baja la espada sierra los ojos y se queda así por unos segundos.
Todo parece perdido, no hay forma de que le gane, pero quizás un acuerdo diferente sea posible.

Tal vez sea el sol, la brisa del mar, las olas chocando contra el casco pero algo dentro de ella cambio en ese instante, se sintió fuerte. Todo ese tiempo viviendo como  sumisa y siendo castigada si no obedecía.
—Espera, los castigos — dijo para si misma, pues aquel hombre al que llamaba esposo la castigaba poniéndola a trabajar como cualquier otro peón, cargando bultos y pacas,  era por eso que no se sentía débil, era por eso que sentía fuerza en sus brazos, era por eso que estaba dando batalla. Dos hombres marcaron su vida, quien la enseñó a luchar y quien fortaleció sus músculos.

Ella abre sus ojos y mira a las mujeres junto a ella asustadas y a una docena de hombres dispuestos como fieras al ataque, cayendo en cuenta que ella era la única oportunidad de que no las tratasen como a ella, quien fue víctima de su esposo y amigos de este cuando se embriagaban en casa.

Miro al capitán quien solo hizo una seña de "te estoy esperando".
Pidió un minuto se acerco a las mujeres les susurro algo y comenzaron a quitarle el peso extra, dejándola solo con la falda superior y un fondo bajo esta.
Ella tomo su espada corto la falda dándole mas movilidad.

— Bueno bucaneros, esto no a acabado. — Dice al notar que Marinette esta dispuesta a continuar. —Y pues, también voy aligerar la carga. — Dicho esto se quita la enorme gabardina y el sombrero.
Marinette lo mira asombrada, pues asta ese momento lo puede ver bien.

Cabello rubio y alborotado, no muy común entre piratas, con una pequeña arracada en el oído derecho, joven y apuesto debía admitir, pero lo que mas le gusto fueron esos ojos verdes como esmeraldas que la miraban fijamente.

— Bien comencemos, dice el capitán chocando su espada con la de ella y devolviéndola a la realidad.

— Solo una cosa capitán, — Este la mira atento — antes de que se dieran cuenta de mi talento, de cualquier forma usted y sus hombres dispondrían de nosotras a diestra y siniestra así que ese no es un trato justo, ya que de igual forma dudo ganarle; como sea los únicos que ganan aquí son ustedes.

— ¿Entoces que propone ?

— Si al menos le doy una buena pelea, respetaran a las chicas.

— ¿Solo ellas?

— No se puede tener todo ¿o si? — ¿que mas da? Pensó ella, total de cualquier forma sabia que no la libraría, pues ella era el blanco de la venganza del capitán. Por que debería creer en la palabra de un pirata.

— Trato echó...

El choque de aceros sonó como un estallido, cada clic que las espadas producían al atacar llenaba mas de vida a Marinette dándose cuenta de la fuerza que poseía y esto la llenaba de jubilo.

La adrenalina, la dicha, el recuerdo, todo se expresaba en cada golpe, que daban mientras se movían a través del barco y esto la hacia lucir radiante, segura, realmente bella y esto no paso desapercibido por el capitán.

— Realmente lo disfrutas ¿cierto mi lady? — Comento al verla sonriendo a pesar de la situación, la aprisiona contra el mástil superior acercando su rostro a ella. — Tu esposo realmente te enseñó bien. – El simple echo de mencionar al tipo que arruinó su vida la llena de rabia y arroja con fuerza al capitán.

— Lamento informarle que el ignoraba mi destreza, el simplemente me ignoraba.

Sus ataques comienzan con furia y fuerza tomando por sorpresa al hombre que tropieza varias veces ante sus  feroces ataques.

— Pues quien lo aya echo, lo hizo muy bien ¡pero es hora de terminar con esto! — Dicho esto, arremete con fuerza y con unos cuantas maniobras  la desarma y acorrala contra la pared mientras sostiene la punta de la espada en el cuello de Marinette, asustada, agitada, su pecho sube y baja una y otra vez por la fuerza de su respiración.
El capitán agitado  sonríe — jamas creí conocer a alguien así...

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