Capitulo 1 parte 3

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Los llamativos colores de las rayas de un entoldado de fumigación le hacían sentir la calidez y el entusiasmo que la mayoría de los niños reservaban para los regalos de cumpleaños o las vacaciones. Por desgracia, en Brunswick había pocos padres que estuvieran dispuestos a satisfacer las caras y laboriosas exigencias de la jovencita que se ocultaba tras el velo de redecilla.

Esforzándose por identificar el origen exacto del miedo de Madeleine, los Masterson se habían devanado los sesos intentado recordar incidentes traumáticos que estuvieran relacionados con arañas o bichos. Todos los esfuerzos habían sido en vano. Ya en el primer cumpleaños de la niña, recordaban cómo se había echado a llorar desconsoladamente al ver un segador. Con los años, el miedo de Madeleine se había vuelto más histérico y extremo, hasta que los Masterson ya no pudieron seguir racionalizándolo como una etapa normal de la infancia. A los seis años de edad, Madeleine sucumbió a un ataque de pánico, con palpitaciones incluidas, después de ver un saltamontes cruzar la puerta de su casa. Se obsesionó con la idea de que esa criatura de inclinaciones musicales le corretearía por la cara mientras ella dormía. Solo con pensarlo, la niña, que tenía el estómago delicado, se desplomó a causa de las náuseas. Al cabo de unos minutos, Madeleine les dio a sus padres un ultimátum: o se mudaban o llamaba a Wilbur, el fiel exterminador.

Wilbur había pasado tantas noches en casa de los Masterson que no solo tenía su número en la memoria del teléfono, sino que también le enviaban postales de las vacaciones. Había llegado a ser un miembro más de la familia, y lo cierto es que era el único en el mundo que disfrutaba del miedo de Madeleine. De no ser por la niña, no estaba muy claro que pudiera permitirse sus vacaciones anuales en Bora Bora. Así que, cuando los Masterson llamaron por lo del saltamontes, él accedió con alegría. Deshacerse de un mísero saltamontes era un trabajo espantosamente caro, pero Madeleine insistió.

Frente a la Escuela de Señoritas Brunswick, Madeleine se preparaba para entrar en el coche cuando un escalofrío le recorrió toda la espalda. Su instinto le hizo sacar el repelente y prepararse para rociar.

–¡No dispares! –Suplico una sorprendida compañera de clase con las manos sobre la cabeza, en gesto de rendición.

–Lo siento, Samantha, no estaba segura de que tenía atrás–Respondió Madeleine mientras baja el spray.

–¿Cuando fue la última vez que una araña te dio unos golpecitos en el hombro? De verdad, Madeleine...–Dijo Samantha con exasperación –. Mañana por la tarde doy una fiesta y había pensado que a lo mejor te gustaría venir.

Escuela De Frikis {Libro Adaptado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora