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Las cosas se adelantaron más de lo que alguna vez pensó. No es que no estuviera en sus planes ser padre, pero era algo que veía muy lejano aún.
Cuando su novia le dio la noticia, no supo qué decir. Ninguno lo esperaba, no tomaron las medidas requeridas antes del acto porque, a como ellos sabían, las guardianas suelen batallar mucho para embarazarse. Se equivocaron, de eso estaban más que seguros, y, ahora, no sabían qué decir a su líder.
Aunque, a vista del cuarteto, Norte era más un padre para ellos que cualquier otra cosa. Le tenían sumo respeto y admiración, y él les brindaba de su cariño y apoyo. Ésa fue razón suficiente para darle a Jack el valor de encarar la situación.

—¿Que hiciste qué?

Su reacción fue un poco diferente a la esperada, principalmente porque creía que lo golpearía. A cambio, le abrazó y felicitó por ello.

No entendía nada, se supone que era un error. Okey, no lo quiso pensar de ese modo. Era más bien un plan realizado mucho antes de lo acordado.

—Tener un hijo es sensacional—soltó una carcajada—. Ya quiero ver al mini jack corriendo por los pasillos de la guarida.

Inconscientemente, sonrió al siquiera pensarlo. Miró fijamente los corredores y se imaginó a su pequeño o pequeña correr mientras escapaba de mamá, o de alguno de los muchachos. Lo imaginó a él cargando un producto creado de él y la mujer que más ama en el mundo.
Ese niño no era un error o un accidente, era el destino quien quería demostrarle a Jack lo afortunado que era.

—Ya quiero ver su cabellera rubia o albina.

Imploraba que fuese un poco más parecido a Rapunzel, su personalidad no era del todo servible para personas no pacientes. Sabía que su nena aguantaría todo, pero él tal vez no.

—Tráela de inmediato, le haré una revisión. Verificaremos que todo marche bien.

Acató la orden, todavía con la imagen del posible rostro de su hijo\hija. ¿Cómo será la primera vez que diga papá o mamá? ¿Es verdad que los padres son muy celosos con las niñas?
¿Qué hará cuando su hijo\hija se case?

Lo último le frenó los pies, fue un freno seco, como si le hubiesen congelado. Rapunzel y él no estaban casados, ella aún conservaba el apellido Corona, el anillo todavía no estaba en su dedo. No hubo boda.

Tal vez le pediría consejo a Tooth de cómo proponerlo, no quería quedarse así. Ya estaban pensando en las posibilidades de juntarse, pero nunca tuvieron tiempo de aclarar bien las cosas.
Jack quería, si tú le preguntas, él, fácilmente y sin titubeos, te responde un Sí rotundo. Su vida entera siempre fue Punzie y haría lo que fuera por verle feliz.

—Bonita—llamó a la puerta—, ¿puedo pasar?

Escuchó un sollozo, un poco alejado. Asustado, entró de golpe, notando que su novia abrazaba las almohadas como si fuesen su única salvación. Estaba aterrada, no sabía cómo reaccionar y, por algún momento, pensó que él no lo aceptaría. ¿Cómo podrían cuidar a un bebé?
Constantemente escuchaba a su novio quejarse por lo inquietos que eran, o simplemente comentar que nunca se vería en una situación así.

—¿Qué tienes, princesa?

Se acercó y acomodó de tal modo que pudiesen abrazarse sin problemas, él intercambió lugar con la fastidiosa almohada que estaba ganando su lugar, y dejó que ella se desahogara en su pecho. Se aferraba a él como nunca lo había hecho en su vida.

—Perdóname.

No había nada qué perdonar, era todo lo contrario, era un regalo que le había brindado sin siquiera pedirlo, pero que estaba deseando.

—Tranquila, Punzie, estoy feliz por esto.

Era verdad. Sin embargo, no negará que también está asustado, quizá no pueda ser de muy buen ejemplo para su hijo como él quisiera. Lo más probable es que sea igual a él y terminen en peleas constantes, para, al final, ganar el odio absoluto de su crío.
Le gustaría darle todo lo que deseara, darle una vida estable. Protegerlo de todo, pero su posición lo condenaba a una lucha constante para salvar su vida.

Calmar los miedo de su chica le hacían sentir seguro, aunque sea un poco. Tardó mucho tiempo en lograr que ella aceptara que nadie más ocuparía su lugar en el corazón del albino, así que, cada que podía, demostraba con acciones que eran verdad sus palabras. Hasta ahora es igual, nadie ha logrado hacerle sentir lo mismo que ella.

—Te amo, Rapunzel.

Siempre lo decía, demostraba y gritaba. Presumía tener una novia como ella. Era increíble que, después de 37 años de relación, siga con las mismas palpitaciones aceleradas cuando están cerca.

—Yo también te amo, Jack.

Quedó profundamente dormida después de eso. Estaba más que agotada, no calculó el tiempo que estuvo ahí exprimiendo sus lágrimas, pero terminó con mucho sueño. Aún así, jamás soltó el suéter azul que le brindaba un poco de calor. Amaba sentir su cercanía, su pecho subir y bajar al respirar. Escuchar sus palpitaciones. Ese chico la tenía tan embobada, tan fuera de sí. Pero le reconfortaba que él estaba en la misma posición que ella.

Estaban a punto de comenzar con algo que probablemente les volvería locos en un principio. Era como un camino en la oscuridad, no estabas seguro de lo que te encontrarías. Pero estaban juntos, se tenían uno al otro para reforzar su lucha. Pelearían contra todo para lograr con el nuevo objetivo en la agenda.

Asegurándose que no despertarla, llevó una mano a su vientre plano y sonrió con dulzura.

—Descuida, nene, papá se encargará de que tú y mami estén bien.

Su faceta paternal nunca salió a la luz, no la dejaba ver jamás, pero está ahí. Su instinto le gritó que los protegiera en cuanto escuchó el llanto de la rubia. Por alguna razón, tuvo un miedo que no experimentó antes. Tal vez estaba convirtiéndose en un paranoico, y eso no le agradaba.
Ya estaba imaginando construir una cabaña para esconderlos por siempre.

BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora