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La boda fue la sensación del momento, nadie dejó de hablar de ella por más de una semana, pero los recién casados ahora debían dirigirse a su Luna de Miel.

Era en una pequeña cabaña no muy lejos de ahí. Llegaron rápido y se instalaron, ambos estaban muy energéticos todavía, así que fueron al lago a pasearse y jugar un rato con el agua.
Incluso, bajo la hermosa luz de la luna y las estrellas, Jack le dibujó un corazón a su esposa congelando parte del agua.

—Es hermoso. Gracias.

Ella se acercó lo suficiente como para que su pie rozara con la orilla del agua, congelándola a su paso.

Ambos miraron sorprendidos la escena. Rapunzel y su magia jamás habían logrado manipular los estados del agua de esa forma. Su poder se centraba más en la luz, algo que no tiene nada que ver con lo que acababa de pasar.

Posó su calzado completo, enseguida, el lago completo quedó congelado.

Punzie lo pensó un poco, después acarició su vientre.

—Está asustado.

En ese instante, la luna se tornó oscura y las estrellas desaparecieron del cielo. Las nubes negras abundaron, el pánico en el cuerpo de la más joven le obligó abrazar su estómago, tratando de protegerlo.
Ya sabían de lo que se trataba.
Pero no se explicaba cómo es que el bebé pudo saberlo antes de que apareciera.

—Ahh...el amor.

Pitch. El mayor villano de nuestros guardianes se encontraba flotando justo frente a ellos, con una sonrisa malévola, y sus ojos reflejaban el daño que estaba dispuesto a ocasionar.
Jamás se detendría hasta conseguir lo que tanto esperaba, que era llenar el mundo de miedo y oscuridad, como su corazón mismo.

Por instinto, Jack tomó el brazo de su esposa para colocarla detrás de él, sin dejar de mirar el mal que estaba viéndolos con detenimiento.
No importase qué tan bien preparado estuviese, no importan todas esas misiones en las que él tuvo que presenciar las horribles cosas que ese monstruo puede llegar a hacer; nada le preparó para el miedo que siente en ese preciso momento, en el que sabe que con cualquier movimiento puede perder lo que más ama; su esposa e hijo.

—Por lo visto, nadie le ha regalado algo al bebé... me gustaría ser el primero.

Descendió del cielo, dispuesto a acercarse para acariciar el gran vientre de la chica, quien le miraba con horror y súplica; pidiendo con la mirada que no le haga daño a su niño.

—¡No te acerques!

Jack creó una barrera de hielo frente a ellos, sin la necesidad de su cayado. Retrocedieron unos pasos, el albino no quería separarse de ella porque sabía que era lo que Pitch quería; decirle que se fuera sólo complicaría las cosas y acabarían muy mal. Debía estar vigilándola de cerca.

De repente, el hielo se hizo más grueso y unos gigantes carámbanos se formaron lentamente, obligando al enemigo a retroceder sorprendido.

—¿Jack?

—No soy yo.

Ambos miraron a su bebé, la rubia seguía acariciándolo, esperando que el miedo se le pasase.
Su pequeño quería ayudarles a seguir a salvo. Pero esa magia absorbía la energía de su mamá.

—No podré estar así mucho tiempo.

Ese susurro casi inaudible le volcó el corazón al albino. No podía crearse a la idea de que algo pueda pasarles.
No lo permitiría.

—¡Dije que te alejes!

Y el hielo dio un golpe en el dorso de Pitch, mandándolo lo suficientemente lejos para poder escapar.

Jack no lo pensó dos veces y tomó a Punzie en sus brazos para irse volando. Tratando de ser lo más rápido posible.
Estando solos no conseguirían nada, sobre todo porque ella no debía esforzarse demasiado y él la tenía que cuidar todo el tiempo.

—Has mejorado, debo admitirlo, pero creo que tu rapidez sigue siendo tu debilidad...

Justo frente a él, de nuevo; estaban cara. El miedo volvió. Las desesperación por encontrar una salida le volvía loco, no pensaba con claridad.

De repente, y como pudo, Rapunzel dio un último golpe; creando una enorme esfera de luz que explotó tras el impacto en el cuerpo del villano.

La distancia era corta, por lo que ellos también recibieron un ligero golpe, pero lo suficientemente fuerte como para desequilibrarlos.

—¡Rapunzel!

Fue lo último que logró escuchar antes de perder la consciencia.

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