Capítulo I

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"Adamar es mucho amar; es más que amar, es como amar duplicadamente."- San Juan de la Cruz.

Vecino

La música sonaba en cada rincón de su casa y estaba completamente seguro que ocurría lo mismo en las propiedades próximas. Jongin parecía creer que todos admiraban su no tan buen cántico, algo que ya era similar a aullidos... La luz debería cortarse para hacerle un favor a la humanidad; Jongdae y su acompañante habían terminado con su tequila predilecto, ahora estaban en su sofá, a un escaso centímetro del otro; Junmyeon había desaparecido desde hace unos minutos, usualmente eso le tenía sin cuidado, ya que el castaño era emocionalmente más maduro que el resto, pero perdía esa característica cuando sobrepasaba el nivel máximo de alcohol que su cuerpo toleraba. Un suspiro se le escapó, ¿por qué estaban ahí? No recordaba haberlos invitado, tampoco recordaba ser dueño de las luces de colores, aunque posiblemente la cerveza ya le pudiera estar bloqueando el acceso a algunas memorias.

Se recargó en el marco que simbolizaba la entrada de su sala, cruzó uno de sus brazos mientras el otro mantenía a la altura de su boca un vaso de cristal con tequila. Miró el reloj colgado sobre la pared de al lado: nueve de la noche. Su vista retornó a su punto original. ¿No era temprano para estar en ese estado? ¿O él había desarrollado una resistencia al alcohol mayor a la de sus amigos? Como fuese, tenía algo que hacer.

Salió de su hogar, recibiéndolo un pequeño patio decorado con macetas que contenían diversas plantas, aún se preguntaba cómo seguían con vida. Podría cuidar a una mascota pero a una planta... Jongdae fue quien se las había llevado para adornar ese espacio, insistiendo en que necesitaba un poco de vida.

Abrió la puerta metálica para recargarse en el marco, contempló su bebida... Tal vez esa noche tendría suerte. Como si algún ser divino hubiera leído sus pensamientos la luz de aquella casa se encendió. Sus ojos siguieron la línea imaginaria que conducía hacia ella, parte de la fachada del segundo piso estaba hecha de vidrio grueso, permitiéndole descubrir un negro piano en el interior. Pasaron segundos para que el dueño se hiciera presente en la estancia... Alto, aunque no tanto como él, y era poseedor de una piel muy blanca. Lo miró deshacerse del saco de su tuxedo, colocándolo en una parte que Sehun no podía ver, después le siguió el moño, y por último, se desfajó la camisa blanca. ¿Por qué lo hacía? ¿Acaso no se percataba de que lo observaba?

Se arremangó la reluciente prenda, al espía no se le pudo antojar más exquisita la escena. Acarició la tapa que cubría el teclado, Sehun sintió nostalgia ya que hace días su vecino no lo deleitaba con alguna pieza. Nunca se declaró admirador de la música clásica pero escucharlo tocar el piano se había tornado en un sedante. Posiblemente, era igual para el otro. El intérprete tomó asiento, impidiéndole a su admirador seguir contemplando su rostro, ahora la cubierta espalda y parte de las hebras eran su única visión.

Sus ojos se cerraron automáticamente cuando la melodía surgió por obra de su vecino... La música de la reunión desapareció mágicamente, no había rastros de la noche estrellada ni de la luz de su patio. Podía dar la imagen de un acosador pero escuchar las notas de aquel instrumento se sentía íntimo, aunque el otro ignorara su existencia. Minutos pasó en absoluta tranquilidad, pero no todo puede ser perfecto... Alguien recargó prácticamente todo su peso sobre su hombro, lo que le obligó a dejar caer su bebida para sostener al castaño.

─ Ya declárate, amigo─ balbuceó el joven borracho.

El aliento de Jongin podía oler a alcohol pero aún sabía de lo que hablaba. Sonrió. Él no sólo quería tener sexo con su vecino como lo había hecho con varios, quería conocerlo. Hace una semana había presenciado el momento cuando el susodicho se mudó, y desde ese día algo de él le atraía. Su vista cayó de nuevo sobre la casa ajena y se sorprendió al descubrir al dueño frente al cristal viéndolos con desaprobación. La frialdad de esos ojos hicieron pequeño su estómago pero provocó que su corazón aumentara la velocidad con la que bombeaba su sangre. Su cerebro llegó a una conclusión sobre la escena: su vaso se rompió al hacer contacto con el suelo, lo que ocasionó que su vecino dejara el piano y se asomara a observar qué ocurría, encontrando a una pareja pasada de copas... Ahora había dejado de ser "su vecino" para ser "su vecino, el borracho". Bien hecho, pensó.

Un carro negro se estacionó frente al hogar del otro, descendiendo de él dos hombres, ambos llevaban regalos. El de cabello castaño rompió el contacto visual y apagó la luz principal dejando otras tenues encendidas en la estancia musical. Cuando desapareció, Sehun pudo aprovechar para cerciorarse de la condición de un inconsciente Jongin, no tenía idea de cómo pudo llegar hasta allí en ese estado.

─ ¡Feliz cumpleaños, Baekhyun!

Eso inmediatamente llamó su atención, el hombre más alto abrazó brevemente al aludido, quien sonrió ampliamente.

Baek dejó pasar a sus invitados y dirigió su atención al joven que lo observaba, quien hizo un ademán con la mano para saludarlo, él le correspondió por uno hecho con su cabeza, antes de ingresar a su residencia.

Hun se adentró en su vivienda con su amigo en brazos, lo tiró boca abajo en el sillón más próximo. Tomó su celular y vio la fecha: 06 de mayo. Ese día no solamente había descubierto el nombre del que, ahora sabía, se llamaba Baekhyun, sino también que era el cumpleaños del mismo. Tal vez algún día, Sehun pueda acercarse a él y darle un regalo.

─ Felicidades, Baek─ murmuró, de pie en la salida de su hogar viendo hacia la casa de la que el aludido era dueño.

***

Es un capítulo muy corto, los próximos serán más largos c:

Gracias por leer, hasta el siguiente episodio.

Adamar «SeBaek» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora