Capítulo XIII

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El modo en que nos conocimos

Era finales de abril, se encontraba disfrutando de su sábado libre de obligaciones, deseaba terminar pronto la Universidad y su servicio profesional. Sus amigos en la empresa le habían comentado la alta posibilidad de abrir para él una vacante laboral en cuanto finalizara su Ingeniería, algo que le emocionaba.

Comenzó a regar las plantas de su patio, cuestionándose el porqué las conservaba, ya estaba considerando seriamente el regresárselas a Jongdae. Sus ojos ascendieron al cielo, apreciando en las escasas nubes el color arrebol que tanto le gustaba.

Suspiró. ¿Por qué tenía que estar perdiendo su tiempo ahí? Debería estar viendo alguna serie o una buena película junto a Junmyeon. Pasó a la siguiente que, por mucho, era la que más le gustaba por las flores que daba: peonía. Un automóvil de reciente modelo ganó su atención al detenerse frente a la casa recién vendida.

Durante el transcurso del día, los encargados de la mudanza habían transportado los muebles y otros objetos, lo sabía por su amigo, que se la pasó quejándose del ruido provocado. Pero no fue bueno para describirle al nuevo propietario, tristemente Jun había perdido esa capacidad desde que tenía novio.

Todavía recordaba el momento en que Jongin, Jongdae y él se burlaron del mayor por "ser reformado". Exhaló. Aquel lamentable día en que el cuidador de los tres les informó que dejaría sus salidas de "cazar hombres"... Lo habían perdido. Su amigo abandonó la posibilidad de coger con cualquiera por culpa de Yifan, hacía ya casi dos años de eso. El lado bueno era que significaba más sujetos disponibles para Kai, Chen y él.

Una pareja descendió de los lugares delanteros. Arrugó el entrecejo al ver la probabilidad de tener un nuevo vecino con quien tener sexo, desaparecer. Se encogió de hombros y se entretuvo nuevamente en el follaje de la planta.

Quería restarle importancia a lo que sucedía cruzando la calle, no obstante, las voces no le permitían concentrarse, a pesar de que era incapaz de oír con claridad lo que decían. Alzó su rostro y su respiración se detuvo, parecía que había sido robada por la imagen ante sus ojos.

Se trataba de un hombre de piel blanca, de menor estatura que él, de cabello castallo oscuro y ligeramente alborotado; vestía con pantalón negro y una camisa blanca, demasiado formal para una mudanza en su opinión.

El joven sujetó lo que aparentaba ser una pesada caja y, tal vez por sentir que alguien lo observaba fijamente, vio hacia donde se encontraba. Sus miradas se encontraron, incluso con la escasa luz pudo notar el brillo de sus oscuros ojos. No tenía la mínima idea de dónde había aparecido tan perfecto ser, pero pensaba descubrirlo.

Agitó sutilmente su mano para saludarlo, recibiendo una encantadora sonrisa como respuesta. Claro, su bello momento tuvo que ser destruido cuando la señora distrajo a su nuevo vecino y, por supuesto, su falta de coordinación motora porque dejó caer la regadera mojando parte de su pantalón y sus zapatos.

Se agachó a recoger el metálico objeto, descubriendo que el trío había ingresado a la casa cuando se incorporó. Ingresó a su hogar, abandonó el objeto en el recibidor y se encontró con Junmyeon en la sala.

-¿Por qué tienes esa sonrisa de idiota?- preguntó Suho, llevándose algunas uvas a la boca.

Al principio, la cuestión de su amigo le desconcertó pero después se dio cuenta que, efectivamente, las esquinas de sus labios estaban hacia arriba.

-Deberías ver al nuevo vecino- respondió.

El mayor suspiró resignado a la forma de ser del menor.

Adamar «SeBaek» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora