Capítulo XXVII

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El poder de la mente

Los gritos atormentados de Sehun retumbaban en el cuarto con tal intensidad que se escapaban del mismo y llegaban al pasillo, donde Baek aguardaba desesperado a que los médicos pudieran tranquilizar al menor.

Los señores Oh se encontraban en la misma angustiosa situación; Minseok y Kyungsoo habían aprovechado su hora de comida para ir a apoyarlo, les agradecía la intensión pero poco podían hacer para detener su llanto. ¿Por qué Sehun reaccionó de ese modo con su presencia? ¿Por qué no lo había reconocido?

Los aullidos se detuvieron, todo quedó en calma, ahora el único sonido que se escuchaba era el emitido por los aparatos de signos vitales. La médico salió en compañía del equipo de enfermería, había algo en la seriedad de todos que no le agradaba a Baekhyun.

—El paciente presentó una crisis nerviosa, tuvimos que administrarle un sedante— informó la señora vestida con bata blanca—. ¿Qué sucedió?

—Él...— pronunció apenas, su mirada se fijó en el suelo, recordar lo acontecido le dolía—. Él no me reconoció— tragó saliva para eliminar el nudo de su garganta—. Traté de acercarme a él pero se apartó, comenzó a temblar y a gritar que me fuera.

—Parece ser que el paciente está pasando por un episodio postraumático— opinó la evaluadora—. Pero aún es prematuro saber con exactitud el diagnóstico, me pondré en contacto con el neurólogo y el psicólogo para que lo examinen.

—¿Mi hijo se pondrá bien?— cuestionó angustiada la madre de Hun.

—Ese es el pronóstico, señora. Es lo único que puedo decirles por ahora— dijo, dio un par de pasos y se detuvo, giró hacia Baekkie—. Si su presencia fue el detonante para esta situación, lo mejor es que se abstenga de ver al paciente hasta nuevo aviso— aconsejó antes de irse.

—Estará bien, Baek— animó Minseok, aunque sus palabras no tenían mucho efecto en su menor.

¿No ver a Sehun? ¿Eso le estaban pidiendo? Se sentó junto a sus amigos, lo hubiese considerado algo imposible sino fuese porque tenía que ayudar a sus padres con el velorio y el entierro de su hermano. Hundió su cara entre sus manos mientras lloraba desconsolado, su corazón se estrujó dentro de su caja. Había perdido a Jihoon para siempre, ya no escucharía sus locuras, ya no reirían juntos, ya nadie más lo entendería como su gemelo.

Y la persona que creyó estaría a su lado para superarlo, lo sacó de su mente, lo había dejado solo.

...

El fin de semana había llegado con el peor inicio: primero, el entierro de Jihoon, después la cremación de Yifan, donde ahora se encontraba el grupo. La mayoría se hallaba ayudando a los padres del difunto, excepto por él, a quien se le había dado la tarea de animar a Junmyeon. No era bueno para eso, de hecho, se consideraba pésimo, pero aun así haría el esfuerzo por cumplir con su labor.

Su mayor miraba hacia la nada, sus mejillas mostraban los residuos de las lágrimas derramadas, esas que ya no caían porque se habían extinguido, y juraba que jamás lo había visto tan pálido.

—No puedo con esto— farfulló Jun, sus ojos perdidos en la distancia.

Suho sollozó quedamente y lo invadió un escalofrío. ¿Por qué no podía desvanecerse? Daría todo lo que poseía con tal de desaparecer, ¿o cuándo se despertaría para darse cuenta que era una pesadilla?

Cerró sus ojos, apretó sus puños y se obligó a tranquilizarse. Necesitaba despejar su mente o estallaría en cualquier instante. Miró de soslayo hacia un grupo lejano, ahí se encontraban los padres y el hermano de Yi, aquellos a que consideró de su familia y a los que les tuvo que dar tan terrible noticia por teléfono.

Adamar «SeBaek» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora