Capítulo 5

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"Ten presente que los hombres, hagas lo que hagas, siempre serán los mismos."

MARCO AURELIO


         Después del episodio en el callejón, Marco acompañó a Julia a la casa de Tito, marchándose enseguida en busca de Quinto al campamento. Mientras tanto, Julia entraba en la domus dándole vueltas a la cabeza al episodio con el general. No entendía que le pasaba cada vez que estaba en presencia de ese hombre. Era la primera vez que le besaba alguien y no esperaba que su cuerpo reaccionara de ese modo. Se había quedado petrificada, pero el problema era que le había gustado. Sin saber qué hacer, ni reaccionar, su cuerpo paralizado como una estatua, parecía adaptarse perfectamente al de él, y hubiera seguido besándolo si él no llega a interrumpir el beso. No podía permitirse el lujo de caer en el embrujo del general, acostumbrado a tener un montón de mujeres alrededor de él porque solo sería una más entre tantas. Y cuando acabara su misión, se marcharía a cualquier otro sitio. Imposible sucumbir ante ese hombre que solo le generaría problemas. Julia iba pensativa cuando Claudia se le acercó.

—¡Julia, por fin apareces! Prisca está en la cocina que echa humo. Gritando a todo el mundo y preparando la cena de esta noche. Vente porque eres la única que la tranquiliza, yo ya no sé qué decirle. Horacio también está preparando los baños para cuando vuelvan los invitados. Sabes que querrán bañarse antes de la cena.

     Julia asintiendo con la cabeza y acompañando a Claudia a la cocina, ya iba pensando en las tareas pendientes. No se le quitaba del pensamiento el beso del general, no le gustaba reconocer lo afectada que le había dejado ese hombre. De repente, un par de pequeñas piernas se abalanzaron hacia ella, rodeándole con los brazos por sus caderas. Era el terremoto del pequeño Paulo.

—¿Julia me perdonas por lo de ayer? Padre me ha dicho que el amo Tito se ha enfadado mucho contigo. Te prometo que no volveré a hacerlo, pero no me gustó cuando te habló tan mal. ¿Crees que debería pedirle disculpas también a él?—. Preguntó el niño.

—Paulo, sabes que no puedes andar todo el día metiéndote en jaleos, tus consecuencias nos arrastran a los demás, sobre todo a tus padres y a mí. No voy a poder protegerte por mucho más tiempo. Creo que sería bastante adecuado que pidieras perdón al general y a sus hombres. Debes asumir las consecuencias de tus propios actos y el amo quiere que te pongas a trabajar. Más tarde te diré lo que tienes que hacer, pero debes prometerme que no volverás a meterte en más problemas, ¿de acuerdo? Si yo tengo un problema con el general, debo resolverlo yo y tú no puedes tomarte la justicia por tu mano—. Dijo Julia sonriendo al pequeño, mientras le apañaba el flequillo de la frente.

—Sí, no te preocupes Julia, me portaré bien de aquí en adelante.

—Todo aclarado entonces, ahora vete y pregúntale a tu padre que queda por hacer en la sala de baños—. Paulo salió corriendo en busca de su padre dispuesto a cumplir su tarea.

—Lo proteges demasiado Julia—. Dijo Prisca, la madre de Paulo—. Pero eres la única autoridad que parece respetar mi Paulo, no sé qué haríamos sin ti.

—No te preocupes Prisca, sabes que sois como mi familia y a Paulo lo quiero como a un hijo. Tiene demasiada energía que no sabe cómo encauzarla. Ya enderezaremos al diablo ese—. Y ambas mujeres echándose a reír siguieron con sus cosas.


     Unos minutos después, Marco llegó al campamento en busca de Quinto, en una explanada había un grupo de soldados entrenándose y el centurión Lucio estaba con ellos, mientras que otros soldados andaban ocupados terminando de fortificar el perímetro. Cuando se fue acercando a la tienda de los mandos, Quinto salía de ella.

BAELO CLAUDIA © 1 Saga Ciudades Romanas(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora