"Es precioso aprovechar el tiempo de la vida; el tiempo pasa con pie rápido, y por muy feliz que sea el venidero, es menos dichoso que el que ya ha pasado."
OVIDIO
En la casa se había asentado una calma inquietante y desoladora, las horas pasaban muy lentamente sin que el galeno saliera a informar sobre el estado de Julia. Por orden de Tito, se había instalado a la muchacha en una de las mejores habitaciones de la casa para que estuviera más cómoda. Por su parte, Prisca y Claudia no hacían más que salir y entrar de la habitación con agua y gasas sucias que habían utilizado mientras curaban la herida. Apenadas atendían a su amiga intentando seguir los dictados del galeno. Los hombres esperaban fuera de la sala la evolución de la noche, la herida de la muchacha era demasiado grave, la puñalada podía haber tocado algún órgano interno. Nadie tenía sueño, ni siquiera se atrevían a echar una simple cabezada en el sillón por temor a que cuando despertasen el espíritu de la joven los hubiera abandonado y no pudieran aprovechar esos últimos momentos e instantes con ella.
El pequeño Paulo se hallaba medio sentado en un rincón de la sala al lado del sillón de Tito, por primera vez el muchacho no tenía ganas de hacer travesuras. Serio y desconsolado tenía la mejilla apoyada en el suelo esperando que su madre saliera a decir algo. Tito a su vez esperaba triste y desolado mirando hacia la puerta, sin poder entender que había salido mal. Desde que llegaron de Roma había cuidado de esa chiquilla, y viéndola crecer se había sentido cada vez más orgulloso de ella, su sentido del honor y de la honradez era tan elevado que si no hubiera conocido sus antecedentes familiares nunca hubiera imaginado que era hija de ese desarmado de Calígula. Su madre hubiera estado orgullosa de ella, sin duda alguna. No terminaba de comprender en qué había fallado para que ahora se encontrasen en semejante situación. Si en su mente se le hubiera pasado la mínima idea de que alguien podía hacerle daño, nunca habría dado lugar a que saliera de la casa sin la escolta adecuada, de hecho no habría salido siquiera. Resultaba evidente que había subestimado a su invisible enemigo. Aunque fuera lo último que hiciera, no dejaría de vengar la muerte de la muchacha y de llevar ante la justicia a los responsables.
Marco tampoco paraba de darle vueltas a la cabeza, debía haber estado más atento, se culpaba por no haber actuado con más precaución y entrever las señales de alarma. Seguía con el presentimiento de que algo se le escapaba, las piezas no terminaban de encajar pero no sabía que era. Había mandado a Quinto al campamento para que doblaran la guardia y extremaran las precauciones, estaba seguro que los acontecimientos no pararían ahí. Su sexto sentido le mandaba señales inequívocas de peligro. Ensimismado en sus pensamientos, la cocinera salió de la habitación, y dirigiéndose hacia su amo le comentó:
—Parece que está aguantando y resistiendo, ya sabe usted lo cabezona que es nuestra muchacha, no dejará este mundo sin luchar. La fiebre sigue demasiado alta pero no podemos perder la esperanza de que el tratamiento del médico empiece a hacer efecto. Le hemos puesto una cataplasma en las muñecas y en la herida del costado, también le estamos bajando la fiebre refrescándola continuamente, es lo único que se puede hacer ahora mismo. Sigue inconsciente pero el galeno ha dicho que si quieren pueden pasar a verla.
—Gracias Prisca—. Dijo Tito agradecido y levantándose del sillón se dirigió hacia el soldado que seguía sentado—. Si lo desea puede acompañarme general y entrar conmigo.
Acto seguido ambos hombres entraron en la habitación viendo a la joven inmóvil y pálida como un cadáver en el camastro. Claudia salió para dejar a los hombres solos, esperaría fuera para que no hubiera demasiada gente en la habitación. Al lado del cabecero de la cama, se hallaba una banqueta de madera que aprovechó el anciano para sentarse al lado de la chica, parecía que sus piernas no eran capaz de sujetarle. El galeno se volvió observando al anciano.
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BAELO CLAUDIA © 1 Saga Ciudades Romanas(Completa)
Historická literaturaElla, Julia Drusila, nacida dentro de una de las familias más prominentes de emperadores que el Imperio romano ha dado, tiene que vivir como esclava, simulando ser quien no es. Él, Marco Vinicius, general condecorado de la legión romana y descendien...