7.

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Las gotas de sangre resbalaban por su frente hasta caer contra el suelo, noté un alambre metido en su boca entreabierta y la mitad de una pequeña nota se veía fuera de sus labios. Lo jalé y enseguida me arrepentí de haberlo hecho.

El alambre se había traído algunos órganos y sangre. Ver sangre no me altera en ningún aspecto, pero esta vez fue diferente. Sentí el líquido quemar mi garganta y expulsé el vómito.

Con la manga de mi chaqueta limpié mi boca, y me dispuse a leer la nota, la cual sólo decía: «Dulces sueños, Kathleen».

Ojos lindos, ven junto a mí, no te haré daño —escuché a lo lejos la voz sombría de la mujer.

Visualicé otra puerta y llegué hasta ella para luego abrirla, y entrar a un taller de costura. Hay vestidos de novia, de princesas –por lo que veo– y demás variedades de vestidos.

—Oye, me dejas el pulmón derecho, es más sabroso —escuché decir uno de los hombres en el gimnasio.

–Y a mi su brazo izquierdo —escuché decir el otro hombre.

Me apresuré hacia otra puerta, la abrí y empecé a correr. Visualicé otra puerta y entré a una habitación que estaba a oscuras.

Escuché un gimoteo.

Luego otro.

Y otro.

Encendí mi videocámara poniéndola en visión nocturna y apunté hacia todos lados buscando con éxito la persona que provocaba esos sonidos; era Erin.

Me acerqué a ella lentamente y le toqué el hombro para voltearla.

—¡Aléjate de mi! —gritó retirando violentamente mi mano de su hombro y azotó su puño en mi rostro, haciéndome caer al suelo, bruscamente.

No pensé en levantarme puesto que el shock que tenía en mí me onpedía pensar. Pero luego tomé en cuenta que Erin tenía problemas de ira.

—Escúchame Erin —hablé con un tono suave, me levanté y elevé mis manos en señal de indefensa —. Me alejaré de ti, si quieres, y me iré, no me volverás a ver si eso deseas —le sugerí y su expresión cambió a una de angustia.

—¡No! No, yo... l-lo siento, yo no quería hacerlo —dijo y empezó a llorar—. Odio todo; me odio a mi misma por ser esta clase de mostruo. ¡Soy un monstruo! —exclamó.

—No lo eres, tu no elegiste serlo, sólo pasó de repente y no lo pudiste controlar —le animé y al parecer funcionó—. No eres un monstruo, literalmente.

—Ya entiendo porque mis padres quisieron abandonarnos a An y a mí dejándonos en un asilo para enfermos mentales —manifestó—. Las personas que estuvieron a nuestro alrededor... se alejaron de nosotros por miedo a que le hiciéramos daño... en especial a mí —dijo y se sentó en un rincón de la habitación. Yo, bajando la guardia, me incorporé a su lado.

—No sé si funcione, yo lo hacía cuando me enojaba con mi hermana, o primos —dije—. Cada vez que me enojaba con ellos, muchas veces la ira trataba de consumirme, como en tu caso —confesé—. Pero siempre pensaba al lado bueno por el cual me hacían molestar, pensaba que era por broma o simplemente para protegerme, dependiendo el caso —dije—. Y la ira desaparecía. Ahora, por lo general, tu ira llega a ti sin ninguna razón, así que cuando pase, piensa en cosas buenas, te ayudará —le sugerí.

—Gracias —dijo con un hilo de voz.

—No es nada —le dije, sonriendo de lado, levemente.

Me levanté de aquel suelo y abrí la puerta. Asegurándome de que nadie estuviera en el pasillo, a excepción de mí, seguí mi camino.

De repente empecé a sentirme débil, mi cabeza empezó a dar vueltas, sentía como la sangre se me helaba y sudaba frío, mis piernas empezaron a ponerse como gelatina hasta el punto en caer de rodillas contra el suelo, después estampé mi mejilla derecha contra el suelo.

Mi vista empezó a tornarse negra. Eso es lo único que recuerdo.

• • •

Desperté en una especie de camilla de hierro, mis brazos y piernas estaban amarrados a los extremos.

Sentía una especie de déjà vu. Como se ya hubiera experimentado esto antes.

Mi corazón dio un vuelco, mi respiración se agitó y un vacío en mi estómago se hizo presente.

Estaba en la habitación de la sacaojos*.

—Veo que despertaste —escuché su voz a mi lado derecho. Volteé mi cabeza y la vi en el umbral de la puerta junto a los dos hombres caníbales.

Empecé a forcejear pero era en vano.

Los tres se acercaron hacia mi con una tortuosa lentitud hasta dejar una distancia algo inapropiada entre la camilla y ellos.

La mujer, que misteriosamente tenía sus manos hacia atrás, dejó a la vista el cuchillo de podar que siempre traía consigo y lo clavó en mi estómago causándome un cosquilleo, seguido por un dolor indescriptible que me atravesaba hasta los más recóndito de mis entrañas; un escalofrío recorrió mi espina dorsal, empecé a sentirme débil y mi vista empezó a nublarse.

Siempre consigo lo que quiero —fue lo último que escuché hasta que mis párpados se juntaron

¿Y la luz en dónde mis padres prometieron esperarme?

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¡Por fin subí el cap! Discúlpenme la tardanza, es que la inspiración no estaba a mi disposición en estos momentos, pero ahora si.

Sacaojos*: Idea de una amiga xD

¿Kathleen murió? ¿La mujer de los ojos se salió con la suya?

¡Nos vemos pronto! Besos y corazones gays <3

«The Panic Asylum»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora