8.

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«Despierta, ojos lindos».

«Despierta».

-Despierta.-escucho decir una voz juvenil para nada familiar.

«Joder, sólo había sido una maldita pesadilla. Pero se sintió tan real».-pensé.

Abrí mis ojos lentamente, parpadeé un par de veces, mis párpados pesaban, al igual que mi cuerpo. Sentía algo húmedo y frío en mi frente, me sentía caliente y débil.

Cuando mi vista se normalizó lo primero que vi, o mejor dicho a la primera persona que vi fue... a la joven cantante, la que dijo: "Dueña de mis ojos". ¿Cómo me salvó? Si ella no...

-No puedo ver, lo sé.-dijo como si hubiera leído mis pensamientos, lo cual me dejo algo anonadada-. La llamo Jenny, es una chica a la cual metieron en mi cabeza al yo nacer y durante todos estos diecisiete años no la he podido sacar de mi mente, lamentablemente.-prosiguió-. Es como mi amiga, me dice que hacer y lo que no debo hacer, es como sí en estas circunstancia ella viera por mi. Hay otra chica, Emma, es la hermana gemela de Jenny, es mala.

Al parecer habla de su subconsciente y consciencia.

Esta chica no está loca, está confundida. No entiendo el por qué la metieron a este horrible lugar.

-¿S-Sabes el por qué me desmayé?-pregunté débilmente.

-Tu herida en el brazo izquierdo se había abierto y al parecer no lo notaste.-dijo-. Perdiste mucha sangre, esa es la razón por la cual te empezaste a sentir débil y te desmayaste-prosiguió-. Tomé unas vendas que estaban guardadas, limpié un poco tu herida y te lo puse en el brazo para que parara el sangrado.

Miré la parte de arriba del brazo vendado y noté que las manchas de sangre estaban secas, eso quiere decir que ya había parado el sangrado.

-G-Gracias.-dije débilmente.

-De nada.-respondió mirando a la nada. Subí mis manos a mi frente y quité el paño húmedo y frío que había estado en él, y lo dejé a un lado de la cama.

Me incorporé lentamente y sentí que mi cabeza palpitaba, como cuando despiertas con resaca. Me levanté despacio y me dirigí a la puerta donde anteriormente había entrado luego de escapar de la loca (saben a quien me refiero).

Abrí la puerta.-Buena suerte-me dijo la chica y me detuve en el umbral de la puerta. Me volteé y la miré.

-Gracias.-le respondí y luego me fui no sin antes cerrar la puerta.

(...)

El dolor de cabeza había cesado y mis energías poco a poco iban subiendo.

Ahora mismo iba en dirección hacia una puerta que me había llamado la atención desde que entré a ese pasillo, era de hierro y algo extensa. Me aproximo hacia ella cuando una sombra que se refleja en la luz que alumbra hacia la puerta pasa detrás mío, dejándome paralizada. Volteo mi cabeza lentamente hacia atrás pero no había nadie. Suelto un suspiro de alivio y me dirijo hacia la puerta, le quito el seguro y la empujo con dificultad, ya que era pesada y mi fuerza en estos momentos no era muy aceptable que digamos.

Al terminar de abrirla vi que era como una especie de sala de control, en la pared que estaba al frente mío había una ventana que daba hacia otro pasillo con puertas como las de los ascensores a los extremos. Había un mesón pegado a la pared donde estaba la ventana. En el mesón había un interruptor, un walkie-talkie, documentos desordenados y lápices regados.

Me acerqué hasta él y divagué por todo lo que había en el mesón; con los documentos, etc.

-¿Qué es esto?-musité mientras tomaba un documento cuyo contenido me había llamado la atención.

-¿Hola?

Me alarmé. ¿Quién dijo eso? Miré walkie-talkie, lo tomé y lentamente acerqué el micrófono a mis labios, presiono el botón del transmisor e insegura digo:

-¿Hola?-pregunté. No recibí respuesta.

-¡Oh, gracias a Dios! ¿Cuál es tu nombre? ¿Dónde estas?-dijo a todo a una rapidez inimaginable. De seguro es por la emoción de saber que alguien más está sano en el asilo.

-Tranquilo, soy Kathleen Knight, estoy en la sala de control.-respondí.

-¿Cuál de todas las salas de control?-preguntó y pude notar en su todo de voz un toque burlesco. Por lo menos no ha perdido el sentido del humor a estas alturas.

-No lo sé, en...-dije y alargué la última palabra. Abrí lentamente la puerta, me aseguré de que no hubiera moros en la costa y me fijé en alguna coordenada. Mi vista se centró en una pared.

«Franklin no está muerto», estaba escrito en sangre.

Franklin no está muerto... Es demasiado confuso para mí.

Algo anonada miré la puerta de la habitación ya que había dejado al tipo sin respuesta.

Presioné el botón del transmisor.-E-Este... Sala 01, Bloque 4, pabellón masculino.-le dije.

-Lo tengo.-dijo.

-¿Cómo te llamas?-pregunté de repente, las palabras habían salido solas de mis labios.

-David. David Holmes.-respondió.

-Gusto en conocerte, David.-solté de repente. Ahora mis palabras se dan el lujo de ser ingobernables. Lindo ¿no?

-Igual, Kathleen.-dijo. Aunque no podía ver su cara, y menos saber como era, deduje que traía una sonrisa en sus labios.

«Deja el parloteo, Kathleen Knight», dijo una voz interna en mi cabeza.

David Holmes.

El hombre misterioso que se esconde detrás del walkie-talkie... Parece buena persona... Y es un alivio no ser la única que intenta sobrevivir en este psiquiátrico...

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Time to say HELLO! XD

Aquí está el capítulo ocho de «The Panic Asylum», disculpen lo corto!

-Eres una lenta escribiendo capítulos... Claro, como te la pasas pensando en cómo hacerme daño tanto físico como mentalmente...-dice Kathleen en mi mente.

-¿Cómo lograste meterte en mi cabeza?

-...

- -_- Olvídalo, calladita te ves más bonita.

Siento esa interrupción! -.-"

En fin... Espero que les haya gustado y gracias por dedicar su tiempo en leer mi historia 😊

Besos y corazones gays para todas <3

«The Panic Asylum»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora