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Desperté y una luz potente que está frente a mí me obligó a cerrar los ojos de nuevo y acostumbrarme a ella. Me di cuenta de que estaba en una camilla con mis muñecas y tobillos amarrados en los extremos de la camilla y estaba amordazada.

Una mujer entró a la habitación. Su piel estaba reseca y pálida, su cabello era color negro azabache; extenso hasta la espalda baja y sucio, llevaba puesta una bata blanca; rota y con manchas de sangre; unas frescas y otras secas, y tenía una cicatriz que opacaba toda su mejilla derecha en forma vertical. Me di cuenta que no tenía ojos ya que sus párpados estaban cerrados y de allí, resbalaban gotas de sangre, continuamente.

—Tienes unos ojos azules hermosos —murmuró mientras acariciaba mi mejilla izquierda con su mano llena de costras. La sensación en mi mejilla izquierda era horrible—. Espero que no te moleste si los tomo prestado —sonrió con malicia. ¿A qué se refería con 'prestados'? Se dirigió a una mesa con herramientas quirúrgicas alineadas.

Miré a mi alrededor y un vacío invadió mi estómago: había estantes de madera llenos de frascos donde estaban hasta la coronilla de ojos, aparentemente, humanos.

Si no trataba de escapar mis ojos estarían en uno de esos frascos. O peor, estarían en el puesto de los suyos.

Forcejeé tratando de desamarrarme, pero era inútil, estaban muy bien anudados y apretados, que hasta podía sentir como mi sangre dejaba de circular desde allí.

Vi como se ponía sus guantes de látex, un tapabocas y un delantal. Se acercó a mi con un cuchillo, o era lo que aparentaba ser.

—Tranquila que esto no duele, sólo unos cortes por aquí, otros por allá, nada más —dijo—. Siempre quise tener unos ojos azules. Todas las mujeres y hombres de aquí tenían ojos oscuros, casi negros. Y lo odiaba. Yo no tuve la suerte de tener unos ojos azules, y por eso...—pausó unos segundos— maté a mis padres sacándoles sus ojos uno por uno y los aplastaba con un martillo con entusiasmo. Sentía la adrenalina en mi sangre al escuchar sus gritos y súplicas de auxilio, hasta llegar al punto en el que sus voces se debilitaban hasta morir. Cuando me veía en el espejo, una ira se desataba en mi —dijo—. Tal vez tome estos ojos para mi.-finalizó y acercó la punta del cuchillo hacia mi ojo derecho.

La luz se apagó y sentí como la mujer era empujada violentamente hacia el suelo por alguien. Escuchaba los golpes de alguien hacia otra persona y quejidos femeninos.

Sentí que alguien me liberaba, me tomó de la muñeca y me sacó de aquella habitación. No quería arriesgarme a hacer alguna estupidez que me perjudicaría luego así que descarté la idea de hacerle algo.

• • •

Entramos a una habitación donde la única fuente de luz, era una bombilla que dependía de un cable desde el centro del techo.

Miré a aquella persona; una mujer. Su cabello era rubio platinado; largo hasta la mitad de la espalda y sucio, con piel pálida y reseca, llevaba la misma bata blanca como la de la otra mujer y tenía una cicatriz en forma horizontal en el cuello.

—Siéntate allí —dijo, señalando un colchón gastado y pegado a la pared. Insegura y sin dejar de observarla, me senté.

Una mujer del mismo aspecto de la rubia y un cierto parecido familiar a la de esta en su rostro, sólo que ella era castaña, entró a la habitación y pasó el seguro de la puerta luego de cerrarla.

La rubia tomó una silla y puso el respaldo de esta contra la puerta. Luego se sentó junto con la castaña frente mío, en el suelo.

—¿Quién eres? —preguntó la castaña.

—Kathleen —dije, intentando que mis palabras no temblaran al salir.

—Me llamo Erin y ella, mi hermana, se llama Anastasia.

—¿A qué viniste? Porque te diré que fue el más grande error que pudiste cometer en toda tu vida. Venir acá es como una forma de suicidio y masoquismo-dijo Anastasia, con sus cejas fruncidas.

—Soy periodista del canal de televisión CNN. El reportaje sobre el asilo me interesó y por eso vine hasta acá. No tengo hijos ni esposo ni novio, mis padre murieron hace cuatro años y mi familia vive en las afueras del país, así que no tengo bada que perder —expliqué—. Nadie en las afuera sabe lo que en verdad pasa en este asilo excepto las Fuerzas Militares y hasta ahora, yo-finalicé. Anastasia y Erin sólo me miraban fijamente sin ninguna expresión en sus rostros. Intimidante, pensé. Eso hizo que mis nervios aunmentaran y me desgarraran hasta las entrañas.

—Vamos a ser francas contigo —empezó a hablar Anastasia, yo sólo me limité a asentir un poco temerosa—, cometiste el error y por más que no tengas a nadie contigo, igual, tiraste todo al infierno. Pero su es decisión tuya, está bien. Erin te va a dar las opciones para que sobrevivas a este lugar por un tiempo, así tomes todas las pruebas que necesites. Trata de que las evidencias sean creíbles para destruir esta porquería de lugar-dijo Anastasia.

—Las únicas opciones que tienes son: Esconderte, correr o morir. Nada de golpes, ya que te encontrarás con mujeres más fuertes que tu al igual que hombres gracias a la mutación, y un solo golpe de ellos te dejaría completamente noqueada. Si por casualidad sigues con vida y encuentras la radio de la prisión, llama y pide auxilio; sálvate tu y olvídate de nosotros y has que este lugar se vaya al infierno; total ya estamos muertos, pero al fin podremos descansar en paz sin hacerle daño a nadie —finalizó Erin.

—Está bien —dije.

—Bien, eres inteligente —dijo Anastasia curveando sus labios en una sonrisa. Varias zonas heridas de su labio inferior se abrieron, dejando salir varios hilos de sangre.

Anastasia se levantó y abrió con cautela la puerta, asegurándose que nadie estuviera allí y dijo:-No hay nadie-Me levanté y salí de la habitación.

Me volteé hacia ellas-Gracias, por todo. Sin la ayuda de ustedes tal vez fuera uno de esos cadáveres tirados por todo el lugar sin ojos-dije.

—Recuerda: esconderse, correr o morir —dijo Erin y asentí.

—Ahora vete —dijeron al unísono.

Después de esto creo sentirme lista para enfrentarme a lo que se aproxima.

Aunque no sea fácil.

Nombre(s): Anastasia y Erin.

Edad(es): 31 y 32.

Fecha de inicio de la consulta: 23 de enero de 2009.

Diagnóstico de/los pacientes: (Anastasia) Dos personalidades. (Erin) Problemas de ira.

Mi diagnóstico sería que, aunque para las personas sean unas enfermas mentales, para mi son gente; humanos como todos nosotros. Tal vez sus mentalidades sean diferentes a las de otros, pero son de carne y hueso como nosotros; tienen corazón, pulmones y demás órganos que nosotros también poseemos. Al igual que los sentimientos como la tristeza, la felicidad y el enojo.

Han cometido errores como todo el mundo, es normal.

Aunque sean declaradas enfermas mentales y ya estén muertas... seguirán siendo personas.

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Espero que les haya gustado!

Cualquier sugerencia u observación que tengan me lo dicen así mejorar :)

Las quiero y gracias por dedicarse a leer mi historia!😊😘 (que cursi ._.)

Les mando corazones gays a todas:

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❤️! (Ya, mucha cursilería por hoy xD)

«The Panic Asylum»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora