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Todo comenzó en una mañana cualquiera, todo el lugar tranquilo como siempre, los rayos de sol que siempre llegaban hasta a mí para despertarme, lo típico.

-Más asesinatos en el bosque –El cazador y yo éramos una pareja por algo una razón teníamos esta relación siempre tensa y fría, a veces me pregunto porque quise salir con alguien como él, tan simpático por afuera pero un monstruo por dentro.

-Que te dijo el oficial –Normalmente este era nuestro tipo de conversación, secas y con temas muy básicos.

Últimamente los cuerpos de varias personas se hayaban en el bosque, aún no se porque, muchos dicen porque es el mes en dónde más caza el lobo. Le dicen el encuentro de la Luna y La Sangre, sinceramente estas muertes no parecían hechas por un animal, pero tampoco por un humano con una capacidad estable, verdad?

-Dijeron que nosotros deberíamos llevar el caso –me pasó la foto y no me sorprendía que nos dieran el caso, por bestias como esta vivíamos.

Creo que por eso me gustaba el cazador compartiamos la misma pasión y visión por las cosas, pero últimamente al conocerlo supe que las cosas nunca son lo que parece.

Veía la foto con cuidado, la sangre y los patrones que se hayaban alrededor del cadáver eran curiosos, ninguno tenía las marcas que caracterizaban al lobo. Será posible que haya alguien más involucrado? El asesinato era sádico, enfermizo, sin piedad... Por qué alguien haría eso?

Hice mi rutina de siempre y me puse mi capa, pero antes del salir el cazador me dijo algo.

-No olvides tu hacha –me la dio dándome un beso en la mejilla, trate de aguantarme el asco interno y salí de ahí.

El pueblo casi nunca cambiaba, mismas caras, mismo pasado, demasiadas leyendas.

Siempre me gustaba ver a los niños jugar me recordaba que ellos eran los únicos inocentes, los únicos que no le temian a la fría oscuridad que siempre cae por esta área.

-tan rápido iras al bosque? –Sonriente un niño se acerca a mí, casi siempre es curioso conmigo, su cabello rizado me parecía lo más tierno del mundo y sonrisa diablilla me recordaba a mí de bebé. –Abuela te lo envía —agradecida tomé la canasta y seguía mi viaje. Apuraba mis pasos alejándome cada vez más del pueblo, adentrandome cada vez más a un bosque desconocido...

Red Riding Hood Donde viven las historias. Descúbrelo ahora