Capítulo 11

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Sentía panico, miedo, horror. Aquél sentimiento de terror me envolvía por completo, afectaba a cada nervio y parte de mi cuerpo. Cuando recibí la noticia parecía una broma de mal gusto, en cambio ahora solo era una dolorosa verdad, un frío balde de realidad.

Es verdad que el embarazo explicaba un montón de cosas que me habían estado sucediendo últimamente, como los malestares, las nausea y los mareos. Pero ahora mismo mirando mi reflejo en el espejo era incapaz de entender como dentro de mí había un ser vivo de casi cinco meses. Cinco meses allí sin que me diera cuenta. Era aterrador.

—No lo sé, no entiendo nada…no-no entiendo como pasó esto —Le había murmurado entre tartamudeos y sollozos al doctor que me atendió en el la clínica.

—Bueno, son las consecuencias de tener relaciones sexuales —dijo él, como si no fuese algo obvio.

—Nos cuidabamos… —Le murmuré devuelta.

—Ningun método es cien por ciento efectivo.

Sí, ya me había dado cuenta de eso.

Ahora no solo tenía que lidiar con mi corazón roto, sino que también con todo lo que conllevaba un embarazo. Ahora, ¿Realmente las cosas podrían ponerse peor? No quería averiguarlo.

Viktor me trajo de vuelta a su casa, tuvimos una pequeña charla y volvió a su trabajo. Desde entonces han pasado horas y yo sigo aquí en la habitación, mirando mi reflejo, tocando mi vientre y observando de reojo el sobre que está sobre la cama, el cuál tiene una ecografia.

Lo había visto en la pantalla, era pequeño. Pero era real. Comencé a llorar otra vez.

En el celulaar tenía un par de llamadas perdidas de Castiel, después de todo lo que había pasado me fue imposible juntarme con él tal como habiamos quedado. Sin embargo, tenía que hacerlo ahora, a pesar de que todo lo que quería era simplemente huir.

Pensé en llamar a Rosalya para contarle, o a Laeti, incluso pensé en llamar a mamá, pero supongo que lo correcto es decirle primero a Castiel, de alguna manera, de alguna forma. Casi puedo verlo enloquecer.

Es gracioso porque hace solo unas horas estaba sumergida en dolorosos pensamientos sobre todo lo que  había tenido que atravesar con Castiel, todo parecía tan mal, tan grande, el corazón me dolía tanto y ahora…ahora esto, esto sí que era algo grande. Supongo que estas cosas te hacen ver todo en perspectiva.

Marqué su número antes de que pudiera arrepentirme, sonó un par de veces hasta que escuche su voz al otro lado de la línea. Quise llorar en cuanto pronunció mi nombre.

—Sucrette…Te estuve llamando.

—Lo sé, lo siento, ocurrió algo pero… ¿Podemos vernos ahora?

Estaba preparada para que dijera que no y rompiera nuevamente mi corazón. Casi podía escucharlo decir alguna cosa extraña como que estaba con su nueva novia o algo por el estilo, creo que para este punto ya podría esperar cualquier cosa.

—Claro, claro que sí.

Una hora después me encontraba en una pequeña cafetería que estaba frente al centro comercial, odiaba el café pero era un lugar tranquilo y poco concurrido en caso de que me pusiera a llorar por millonésima vez en el día. Golpeaba el borde de la mesa con la punta de mis dedos mientras miraba la taza de té frente a mí, impaciente, sintiendo como la ansiedad me comía con cada segundo que pasaba.

Hasta que llegó, lo vi entrar por la puerta, de alguna manera se veía más acabado, más maduro también. Habían pequeñas ojeras bajo sus ojos y tenía un poco de barba, como si no se hubiera afeitado en un par de días. No se veía como un chico de veinte años y aún así, me volví a perder a mí misma en el momento en que lo vi, dandome cuenta de cuanto lo había extrañado, pero también, de cuanto lo odiaba.

Luché por no llorar mientras se acercaba a mi mesa y tomaba asiento. Me dio una rápida mirada y una cálida sonrisa.

—Siento como si hubiesen pasado meses… —me dijo.

—Solo han sido un par de días, Castiel.

Tenía que decirlo, tenía que decirselo pero no sabía cómo. Las palabras se atascaban en mi garganta y en mi lengua, mis manos se dormían y mi estomago se apretaba en un nudo que crecía y crecía mientras lo miraba. Esto nos acabaría, Castiel se iría. Arruinariamos todo otra vez.

—Llamé varias veces en la mañana…

Él seguía hablando, las palabras salian de su boca pero yo no podía conectar mis ideas, no sabía como empezar. ¿Qué es lo que pretendía que dijera? ¿Qué esperaba que Castiel hiciera respecto a esto? ¿Estaba dispuesta a verlo marcharse otra vez?

Tal vez podría no decirle nada, simplemente callarme y mantener esto como un secreto. Él no tenía porqué saberlo, yo podría hacer esto sola…así tal vez sería más facil, así quizá no tedría más corazones rotos.

Podía facilitar todo, decirle que todo entre nosotros había acabado y terminar con esto de una vez.

Me iría lejos, podría pedir la ayuda de Viktor, no tendría que volver a ver a Castiel en mi vida nunca más. Tal vez incluso podría intentarlo de nuevo con Viktor, él realmente me quería. Podriamos mudarnos lejos y darle una buena y tranquila vida al bebé que llevaba en mi vientre. Sin un papá pelirrojo con tendencía a besar chicas extrañas cuando estaba borracho o a volver con ex novias psicopatas. Podriamos vivir en una linda casa y no en el segundo piso de un bar.

—¿Sucrette?

Mi corazón estaba apunto de explotar, podía sentir los sollozos creandose en mi vientre y mis lágrimas venir.

Podía fingir tener bajo control. Podía hacerle creer que ya no lo quería.

Podiamos decir adios, esta vez un adios definitivo.

Podría hacerlo, me parecía más sencillo que contarle toda la verdad…

—Estoy embarazada —Solté.

Mis lagrimas caian en silencio mientras miraba su expresión.

No podía hacerlo, no podía mentirle.

Abrió un poco más los ojos pero su expresión no cambió.

—¿Estás segura? —habló lento, con cuidado, como si alzar la voz fuera a rompernos.

—Tengo cinco meses —Apreté el sobre con la ecografia que había guardado en mi bolsillo.

Silencio. Silencio. Silencio.

Corazón de melón: Lo intentamos ||LSDP#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora