[49]

2.1K 228 35
                                    

Joel me sujetó de la espalda, temeroso de que me cayera.

-Usted señor, no tiene por qué tocarme-retiré su mano de mi espalda y le fruncí el ceño en un gesto mal hecho.

-Será mejor que nos vayamos, Erick Johann-sacó su billetera y luego de ella, un par de billetes que aventó sobre la barra-, quédate con el cambio. Gracias por llamarme.

-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio el permiso?-le miré, aun ceñudo y con voz torpe.

-Vámonos, Erick.

-Pues yo no me quiero ir-rezongué y luego me crucé de brazos.

-No seas ridículo, Erick. Vámonos-me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo-. Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré-me advirtió y me miró serio.

Nos quedamos mirándonos por un buen rato, retándonos el uno al otro; pero fracasé por completo luego de perderme en esos bellos ojos color café, protagonista de mis sueños.

-De acuerdo-farfullé-. Tú ganas. Siempre ganas-hice un mohín y luego me di la media vuelta para dirigirme a la salida; algo que hizo que me mareara.

Pude sentir una firme y fuerte mano sujetándome por la cintura, y al reconocer aquella dulzura en el tacto, la piel se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago. Maravilloso, incluso ebrio y torpe, Joel provocaba esas reacciones en mí. Fruncí el ceño mentalmente. Cuando llegamos afuera, después de esquivar a toda la gente y que, el aire me movió los cabellos, quité de un tirón su mano en mi cintura y le miré ceñudo.

-¿Qué pretendes, Pimentel?-mi voz me parecía incluso más torpe.

-Sacarte de aquí sano y salvo, vámonos-me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.

-No-me crucé de brazos-. Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí-le hice un gesto con la mano para que se fuera.

-Erick, por favor, sube-me rogó, serio.

Me giré y comencé a caminar con pasos torpes, sintiendo aun cómo el suelo bailaba bajo mis pies.

-¡Erick! exclamó, ordenando que parara, pero lo ignoré- No seas terco.

Seguí caminando, o al menos lo intentaba. Y de pronto sentí que mis pies se despegaron del cemento y unos fuertes y dulces brazos me elevaron.

-¿Qué haces? ¡Suéltame!-intenté luchar- ¡Pimentel, déjame!-pero mis intentos fueron sólo fracasos.

Joel caminó los pocos metros hasta su auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a flotar en un paraíso, se metía por mi nariz. Me depositó con cuidado media parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el piso; pero mi cintura aún estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionado. Abrió la puerta del copiloto del auto y luego volvió a cargarme como un bebé y me depositó con dulzura sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el cinturón de seguridad sobre mi cuerpo. Oí el chasquido del seguro al cerrar.

-No soy un bebé-mascullé.

Entonces me miró, su bello rostro estaba a sólo centímetros del mío y su respiración me golpeaba el rostro. Sus ojos brillaban con la tenue luz de las lámparas que entraba por las ventanillas del auto. El puñado de mariposas de mi estómago enloqueció.

-No seas tan terco, Erick, por favor-musitó y su aliento cálido se me metió por la nariz, mandando al demonio todas las barreas que quise construir contra él.

Miró mis labios, pude notarlo y luego pasó saliva escandalosamente; se retiró rápidamente y su perfume se revolvió entre las partículas de aire. Cerró la puerta con cuidado y luego caminó hasta el otro asiento del auto y subió. Aquella noche había luna nueva, por lo tanto, sólo la luz amarillenta de las lámparas alumbraban la solitaria calle de Venecia. Encendió el motor del auto, y el suave ronroneo interrumpió la tranquilidad y el silencio.

Manual De Lo Prohibido/Joerick [Adaptación] ||Terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora