III

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¿Acaso no eres capaz de notar todo lo que estás haciendo en mí?

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¿Acaso no eres capaz de notar todo lo que estás haciendo en mí?

Mientras te paseas por todo el salón con una finura inigualable, mi corazón late demasiado veloz. Sé que ya no soy un adolescente, pero me siento enamorado por primera vez; sí, amor a primera vista, eso me hace todavía más ridículo.

Quiero seguir tu recorrido, pero mis pasos son demasiado torpes, además, no poseo el valor suficiente para estirar mi mano y tocar con sutileza tu hombro con el fin de recibir una mirada, porque amaría ver tus ojos más de cerca, aunque si lo hiciera, probablemente quedaría más hechizado y sería esclavo de ellos.

Sé que sentimos curiosidad el uno por el otro, pero, ¿por qué no podemos destruir esa barrera invisible que hemos construido? Nos observamos por largos minutos, pero ambos nos encontramos en diferentes extremos de la habitación, ¿qué nos detiene? ¿vergüenza? ¿inseguridad? Somos adultos, pero incapaces de hacer frente a lo que sentimos.

—¿Te sientes mal? Estás sudando demasiado —Jungkook ordenó un poco mi cabello y aunque no podía ver mi rostro, relamí mis labios por el nerviosismo —, hasta te tiemblan las manos.

—Solo estoy muy nervioso —cerré mis ojos por unos segundos y suspiré.

—Creí que estabas enfermo. Eso no es nada, solo sigue mis consejos —me dio algunas palmadas en la espalda, las cuales me tomaron por sorpresa y más bien me hicieron pegar un pequeño salto.

—¿Qué... qué consejos? —tenía la garganta seca y definitivamente no estaba exagerando.

—¡Por Dios! No creí que lo olvidarías tan pronto. Igual, ahora tendrás que hacerle frente, al menos has el esfuerzo de no quedar en blanco y hacer el ridículo frente a ella —me tomó del brazo y comenzó a llevarme en su dirección.

—¡¿Qué diablos haces?! —murmuré entredientes, pero él solo se rió.

¿Desde cuándo este pequeño tiene más agallas que yo? Tan siquiera tuve tiempo de procesarlo, en un abrir y cerrar de ojos él ya me tenía frente a ella.

—Obviamente no podemos presentarnos con nuestros nombres, pero para mi amigo eres una diosa griega, entonces él para ti podría ser un príncipe acosador y yo simplemente el amigo del príncipe acosador que tuvo el valor de traerlo frente a ti porque él era incapaz de hacerlo —no solo habló con demasiada rapidez, sino que lo último lo mencionó como una broma.

¿Una broma? ¡No! El muy maldito escupió toda la verdad y ahora se burlaba en mi cara.

Nunca antes deseé tanto desaparecer sobre la faz de la tierra como en ese instante, es más, creo que nunca regresaré al hotel.

Su suave risa me hizo aterrizar nuevamente y agradecí profundamente que esa fue su reacción. Esperaba una bofetada, un empujón, una huida o un sinfín de maldiciones hacia mí, pero nada de eso pasó. Tal vez era mi noche de suerte.

Hotel Singularity // TaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora