IV

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—¿Dormiste bien? —fue suficiente una rápida mirada de reojo del chico junto a mí para que se diera cuenta

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—¿Dormiste bien? —fue suficiente una rápida mirada de reojo del chico junto a mí para que se diera cuenta.

¿Cómo podía explicarle que no dormí absolutamente por culpa de uno de mis recurrentes sueños eróticos? A mi edad algo así debería ser sumamente vergonzoso.

—No, tuve una pesadilla.

—Se nota, tienes el cabello todo despeinado y parece que te dieron un puñetazo en cada ojo —se burló.

—Muchas gracias por el ánimo —me senté en el comedor y pasé mis manos por mi cabello para intentar ordenarlo un poco.

—¿Quieres té? Te ayudará a relajar tu cuerpo un poco —acercó una pequeña taza a mí.

—Sí, por favor.

Vertió un poco de té en la pequeña taza frente a mí, dejó la tetera en el centro de la encimera y tomó asiento. Llevó la taza a sus labios y repetí su acción, pero me detuve en cuanto vi que hizo una mueca, mientras sacaba la lengua en repetidas ocasiones.

—¡No lo hagas! Todavía está hirviendo —movió sus manos y me quitó la taza, la cual colocó nuevamente frente a mí.

Siguió sacando su lengua como una rana y no pude evitar reírme de él.

—¿Qué? —preguntó con la lengua afuera, la cual presioné entre mis dedos e hice que pegara un pequeño salto por el dolor —¡Idiota!

—Es gracioso —sin importar mi lamentable apariencia, comencé a reír sonoramente.

De alguna forma u otra, el tonto frente a mí en algunas ocasiones lograba mejorar mi día con sus estupideces.

—El otro día dijiste que podrías casarte conmigo, pero no sabes ni preparar el té.

—¡Solo bromeaba, obviamente! —se encaminó al grifo de la cocina y llenó un vaso con agua fría para intentar calmar el ardor de su lengua.

—¿Discuten desde temprano? —mi padre entró al comedor, mientras arreglaba su corbata.

La cocinera también entró al comedor y colocó el desayuno sobre la otra mesa, en la que el anciano tomó asiento.

—Su hijo siempre me agrede, señor Kim —el chico hizo un puchero y luego me sacó la lengua.

—Ojalá se te queme otra vez, es más, que se te caiga. No le hagas caso solamente bromeábamos, y así de infantil quieres hacer que se case —aparentemente fui el único en reírme, los otros dos permanecieron en silencio, incluso Jungkook tomó asiento otra vez, pero la silla ni siquiera transmitió un sonido al ser movida.

Lo vi agachar su cabeza y tragar saliva, luego llevó un trozo de pan a su boca. Tal vez ya tenía la edad suficiente para dejarme de rodeos y enfrentar los problemas, expresar las ideas que no me parecían. Pensaba hablar con él en privado, pero si no lo hacía ahora, sería todavía más complicado, después de la reunión en la empresa se iría a Inglaterra por un viaje de negocios.

Hotel Singularity // TaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora