Jamás podría olvidar un sueño tan erótico. Mis manos apretujaban gustosas cada centímetro de su piel aterciopelada. Coloqué una de mis manos sobre su pantorrilla y la deslicé hasta llegar a su muslo derecho, pero en el transcurso de mi acción su largo vestido se corrió. Quería arrancárselo para contemplar su deslumbrante piel en totalidad.
Sentía que me ahogaría entre sus besos y me derretiría por sus caricias sobre mi torso marcado, el cual estaba expuesto ante sus lujuriosos ojos.
Le quité el vestido y lo lancé en una de las sillas. Me volví salvaje. Ver su cuerpo solamente en ropa interior incrementó mi excitación.
Deseaba morderla, pero contuve mis acciones, por ello me limité a lamer su exquisita piel y besarla. Ella también lo disfrutaba, su cuerpo se movía de forma involuntaria por el placer, al mismo tiempo, se le erizaba la piel.
Me despojé de mis pantalones y luego me coloqué sobre ella para besarle con mayor intensidad y sentir el roce de nuestras pieles expuestas, casi completamente desnudas.
Dejé numerosos besos sobre sus cuellos, mientras ella chocaba sus caderas contra mi erección. Después de los juegos previos, nos consumimos, hicimos el amor con demasiado gozo, nos saciamos el uno del otro.
Estábamos tendidos, sobre la cama, testigo de nuestras pasiones. No podía ver la totalidad de su rostro, solo sus ojos, pero tomé la valentía de por fin quitarle el antifaz.
La luminosidad transmitida por un rayo me permitió ver la totalidad de su rostro. Tan hermosa como lo imaginé. Sus labios tan carnosos y pigmentados, su nariz respingada decorada con pequeños destellos, sus ojos expresivos con unas densas pestañas...
—¿Cómo te llamas? —acaricié su cabello cobrizo.
—Cristina Daé.
—¿Cristina Daé? —pregunté con incredulidad, mientras me colaba de medio lado y sostenía mi cabeza en mi mano izquierda, la cual se apoyaba del codo sobre el colchón.
En ese instante, otro rayo más sonoro iluminó la habitación, en ese instante, también se abrió la puerta de golpe. Ambos nos giramos asustados.
—Jamás te lo perdonaré, Cristina —la poderosa voz heló mi sangre.
La silueta de la calavera me hizo pensar que se trataba del temido Fantasma de la Ópera.
—Lo siento Raúl, nuestro amor es prohibido.
Como si nada pudiera ser más extraño, mi punto de vista se transformó, es decir, podía verlo todo desde la perspectiva de Cristina. A la figura fantasmal se le dibujó el rostro de Jungkook. Posteriormente, parecía que nuevamente me transformé en Raúl, pero al fantasma se le dibujaban otros rostros de desconocidos.
Se acercó a nosotros con decisión. Acogí a Cristina entre mis brazos en un intento de resguardarla, pero él la tomó del brazo y se la llevó, mientras yo quedaba ahí, completamente solo y con el corazón roto.
—Es a ti a quien amo, Raúl —fueron sus últimas palabras.
—¿Qué rayos? —me senté de golpe sobre la cama y limpié mi frente sudorosa con una de mis manos.
Dejé caer nuevamente mi espalda sobre el colchón y pensé en lo absurdo que fue el sueño. Además, la mejor parte fue arruinada por Jungkook, aunque esa es mi constante realidad, tan inoportuno, transformaba mis mejores sueños en pesadillas.
*****
Hola, lamento la tardanza.
Como todavía no he tenido tiempo de escribir un capítulo completo, decidí escribir uno corto. Prometo que la próxima semana comenzaré a actualizar más seguido, porque hasta este viernes saldré completamente de la universidad.
Por cierto, si no han leído "El fantasma de la ópera" se los recomiendo (también les recomiendo mis dos nuevas historias "Quiéreme como no lo hago" y "¿Debería?). Fin del espacio publicitario, jajaja.
En fin, hasta pronto.💕
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Hotel Singularity // Tae
FanficEn donde a Taehyung le gustaba visitar el Hotel Singularity y sus bailes de máscaras. Justo en ese sitio, creyó finalmente encontrar al amor de su vida. Sin embargo, no todo será tan sencillo como lo imaginó, las aguas siguen turbias y sus enemigos...