Capítulo XIX- Huracán

140 16 2
                                    

Quién dijo que la verdad duele estaba siendo optimista

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Quién dijo que la verdad duele estaba siendo optimista. La verdad es un hijo de puta muy doloroso

—Colleen Hoover. November 9

Viernes, 17 de febrero

Visualizo a Gunter quien se encuentra tenso y con sus manos hechas puños, las sombras se van acercando cautelosamente para darme cuenta de que no son sombras, son personas, son desterrados, mi corazón cae a mis pies, ¿Cómo los venceremos solo Gunter y yo? Moriremos, oh dios mío, moriremos

Nadie va a morir, Everest, no puedes dejar que le hagan nada a Gunter, es tu deber, eres la elegida

Eso me da la suficiente valentía de dar un paso a delante, Gunter toma mi mano, pero me zafo

—Veo que son algo persistentes, ¿No tuvieron suficiente en el último ataque? —Digo con fingida superioridad

—Está vez será diferente—Dice un voz femenina

—Pues... Lo siento, cariño, han venido a su fin—Digo antes de enviar tres bolas de fuego en dirección a tres hombres, dan en el blanco, los tome con la guardia baja.

Gunter se transforma en lobo y corre hasta llegar a un desterrado, acorralándolo contra un árbol, flechas se disparan hacia mí, disparo hielo antes de esquivarlas, tres desterrados más caen, la nieve empieza a mancharse de sangre pero me vale, estoy furiosa, estoy enojada, harta y cansada.

Una ráfaga de viento envía a un desterrado contra un árbol, él luce asustado, puedo verlo detrás de toda esa pintura color carbón que rodea sus ojos, mi brazo está extendido y mi mano abierta solo basta con cerrarla en un puño para extinguirle todo el aire de los pulmones, cae inerte al suelo, siento una molestia en mis piernas y veo que unas flechas le han dado a Gunter en sus patas traseras, sus ojos lobunos chocan con los míos, llenos de dolor, esta vez es diferente...

Veo rojo, la ira me consume, el poder también, suelto un grito estridente que hace que la tierra tiemble, rayos iluminen el cielo, y truenos se oigan, de mis manos sale una ráfaga de hielo que se incrusta en el pecho de varios desterrados, luego fuego empieza a formarse detrás de mí como si fueran alas, alas de fuego.

Disparo contra todos, no me detengo, suelto otro grito, pero no me detengo, no me importa escuchar gemidos de dolor, ni gritos de piedad, no me importa, solo los quiero destruir

Ellos no van a ganar, no...

— ¡Everest!—La voz de Gunter vagamente llega a mi oído, pero aun así continuo destruyendo a todo a mi paso, excepto a él—. Pecosa, detente—Su voz suena como una caricia que ablanda mi corazón y me hace aminorar el ataque

—Estoy bien, pecosa, estoy bien—Dice suavemente—. Detente, por favor. Ya no estamos en peligro, estamos bien—Dice intentando convencerme salir del trance en el que he entrado, pero no puedo, no puedo parar.

Everest: La elegida [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora