-Chicos... -Dije, y empecé a sentir el dolor que antes no sentí.
Me miran con caras atemorizadas y preocupadas, Chloe corre hacía mi y Cosmo trae el botiquín, Sebastian se acerca a ver la herida.
-Joder, esto no tiene para nada buena pinta. -Dijo con voz agobiada.
-No pasa nada, he leído sobre esto... Pero no sé si servirá -Dice Cosmo, corre a la cocina y trae unos hielos, los pone en el hombro por unos minutos y después procede a agarrarme el brazo.
-Toma Artemis, muerde este pañuelo, lo necesitarás. -Dice Chloe ofreciéndome un pañuelo doblado con su mano.
Artemis empuja mi brazo hacia fuera y lo mueve de una manera que ya no recuerdo, el dolor que sentí fue tan grande que creí que caería sin consciencia, pero soporté y ahí estuve.
-Ahh...Ah. -Suelto un suspiro y respiración profunda y me pongo las manos en la cara. -Gracias...
-No tienes que agradecer. -Cosmo retira el botiquín. Si se preguntan como sabe tanto de medicina, es un aficionado a las típicas películas de doctores o policías cirugistas... No sé si lo que acabo de decir existe, además, lee mucho del tema; habría sido doctor, habría sido.
Después de días encerrados en casa, con las cortinas cerradas y ignorando los gritos fuera de nuestra casa, vimos que nos quedaba poca comida, por lo que decidimos ir a buscar, recuerdo que un amigo de mi madre tenía un almacén lleno de comida de su empresa (Tenía una panadería).
-¿Están listos? -Pregunté
-Síp -Dijo Chloe con una sonrisa falsa, creo que por las noches llora... Al menos que sean imaginaciones mías.
-Espera un minuto, se me ha olvidado algo... -Dice Cosmo y sube al piso de arriba
Todos llevamos mochilas para llevar más cantidad de recursos obviamente. Cosmo baja
-Listo, vamos. -Habla decidido
Salimos por la puerta de atrás que llevaba al patio, ahora más verde de lo que yo recordaba, saltamos la valla pasando una pierna y después la otra, lentamente sin querer hacer ruido, aunque no hubiera nadie allí. Nos movimos por las calles más escondidas y ocultas por donde no nos puedan ver desde lejos, no queremos que pase lo mismo que hace días.
Después de unos 10 minutos llegamos al lugar, un quiosco pequeño donde venden revistas, pero en el sótano se guardaba la comida para ser movida después a la panadería.
Estaba observando a ver si encontraba alguna manera de entrar, el quiosco era como una casa pequeña donde en una parte había una ventana grande sin cristal por donde se atendía a la gente, pero ahora estaba cerrada con la típica "puerta" de metal que estaba cerrada con llave y sellada con un candado como seguridad adicional.
Trajimos con nosotros dos bates de metal y dos cuchillos de cocina por si ocurriría algún problema y por si necesitamos algo como herramienta, me acerqué y le di un golpe con el bate al candado.
-¿Qué haces? ¿Crees que puedes romper un candado con un ba-...? -Decía Sebastian hasta que agarré el candado con la mano y estaba roto.
Pero aún estaba cerrado, no podíamos entrar, hasta que recordé algo. Corrí al póster que estaba al lado del quiosco, lo rompí y por la parte de atrás había una llave pegada con cinta adhesiva, regresé a la puerta y usé la llave, se abrió y grité:
-¡Vamos!
Se me quedaron viendo con una cara que aún procesaba que acaba de pasar, hasta que reaccionaron y entraron conmigo.
Al pisar dentro escuché un crujido, eran cristales rotos.
-¿No habrá nadie aquí no? -Preguntó Chloe.
-No lo creo... -Dije
El rostro de Cosmo no parecía convencido.
Abrí una puerta con rapidez y busqué por la casa la puerta del sótano, la encontré, no estaba cerrada por suerte, bajamos las escaleras y vimos unas treinta cajas por lo menos y bolsas de pan.
-¡Hey! ¡No se muevan! -Dijo un señor adulto con barba canosa y cabeza calva mientras nos apuntaba con una pistola.
-Soy yo, Morte, soy Artemis. -Dije con voz nerviosa.
-¡Artemis!, ¡Gracias a Dios! -Se acercó a mi y me abrazó. Se alejó un poco de mi y puso cara seria. -¿Están infectados?
-¿Infectados?, ¿De qué hablas? -Dije
Mis amigos y yo pusimos cara confusa.
-¿No lo sabéis?, la enfermedad acecha, ¡Se convierten en monstruos! ¡Es horrible!... -Gritó con cara horrorizada. -Aquí está plagado de ellos, ¿Cerraron las puertas?, dime que sí.
-No... -Dije aún pensando en que estaba diciendo.
Corrió escaleras arriba.
-¿Se ha vuelto loco? -Preguntó Cosmo
-No lo sé... Dije
De repente se escuchó un grito y golpe fuerte, gritos de dolor extremo.
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El Diario Del Segador Negro.
Science FictionEmpieza la guerra. Hay que esconderse. Hay que pelear. Hay que luchar por ellos y contra ellos. Artemis intentará salvarse a él y a sus amigos de la catástrofe, los monstruos serán lo de menos frente a la cruel humanidad.