Después de la calma, llega la tormenta. 2

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Se desploma en suelo, muchos apartan la mirada, tapan los ojos de sus niños, George tiene una extraña calma de la situación. Algunas personas aconsejan dispararle en la cabeza, porque en cualquier momento podría despertar de la muerte. Pero ningún soldado lo hace.

-O-oye, ¿Por qué ha hecho eso? -Digo, temblando con la voz, pero en el fondo tengo una idea. -Está vivo, ¿Cierto?

Goerge mira hacia las puertas, sin dedicarme ninguna mirada.

-No está muerto, pero creo que tampoco está vivo...-Dice y hace una mueca.

-¿A qué te refieres? Explícamelo, ¿yo soy igual qu-? En medio de mis palabras George pone su mano en mi boca, para callar lo que quedaba de frase.

Se acerca a mi oído. 

-Aquí no, pero si sobrevivimos a esto, te lo contaremos todo. -Susurra. -Ahora, esperemos que el héroe actúe.

Los golpes, las garras rajando el portón de metal y los gritos quejumbrosos hace minutos han dejado de sonar. Pero su sonido siguió, solo que transferido a las puertas pequeñas, a los pasillos, y a las cocinas. Cada vez más cerca, con el miedo de la gente subiendo al ritmo del volumen.

Los guardias tienen las armas bien arriba, atentos en cada momento para disparar.

El cuerpo de Karl suelta un gemido ahogado. Empieza retorcerse en sí mismo. 

Los infectados giran la esquina del pasillo y por fin se muestran, putrefactos, hambrientos sin nada que los sacie. Uno de ellos lo pisa en el pecho, al querer poner el otro pie en el suelo cae al suelo por su débil pierna, hecha pedazos y de huesos tapados por algo de piel.

Karl gira repentinamente, coge al muerto de la cabeza y la estampa contra el suelo, el blando cráneo se hace pedazos, dejando ver los sesos esparcidos. Agarra pedacitos del cerebro y los devora. 

Las miradas del público quedan horrorizadas, observo con los ojos bien abiertos, pero no creo querer hacerlo más de lo debido. El híbrido se levanta, y pelea como un animal hambriento y enfurecido, pero con algo de inteligencia en lo profundo de su consciencia, comiéndose algunas partes de los infectados en ocasiones.

Clava sus dedos afilados en la cabeza de uno, y los retira velozmente cortando a otro por el camino.

-Ayudadle. -Dice George, que saca una navaja de uno de los bolsillos de su chaqueta. -Aún así, no podrá sólo. 

Los guardias se quedan inmóviles.

-¡Ayudadle! -Repite en un grito enfurecido. -He cambiado opinión, voy a destrozar a estos descerebrados. -Y me mira directamente a los ojos. -Haz lo que puedas.

Miro al suelo. No sé qué puede esperar que haga yo, cierro los ojos con fuerza, no puedo ser el débil siempre. Aprieto el mango del cuchillo. Nadie puede usar armas de fuego, por el hecho de la cantidad de gente en la sala y lo que podría ocurrir. Las hojas de metal atraviesan las fétidas cabezas de los muertos, sangre oscura, fría y sin vida, que se derramaba en el suelo. 

Despierto de mis pensamientos de impotencia. Escucho un grito de terror. Es un chico de mi edad que se había atrevido a ayudar a la lucha. Estaba bajo un muerto intentado comerle el cuello.

Doy zancadas rápidas hacia él, la boca del infectado se abre dejando ver sus sucios dientes, y antes de que pueda hacerle el mínimo daño, me tiro sobre él. El chico se pone de pie rápidamente. Tienen más fuerza de lo que creí, sus manos gélidas aprietan uno de mis brazos y me clavan sus uñas, se intenta levantar y le tiro contra el suelo tirando se sus hombros. Suena un crujido.

-¡Mátalo! -Le digo al chico.

Él se acerca y se agacha a mi lado.

Traga saliva. Coge la daga con las dos manos y alza los brazos, hasta que los deja caer sobre la cabeza del monstruo.

-Gracias. -Agradece el chico, con una mirada serena en sus verdes ojos.

-No es nada, tenía que hacerlo. Ahora, sigamos.

Nos ponemos en pie y seguimos aniquilando como podíamos. Ninguno de los dos somos muy hábiles, estuvimos en manos de la muerte una o dos veces, la fuerza de los muertos era una desventaja obvia. Pero por alguna razón, sabíamos muy bien luchar codo a codo. Descubrí su nombre, se llama Apolo.

La sala está repleta de sangre y de respiraciones entrecortadas, algunos caen al suelo rendidos, como yo y Apolo, otros, aún no vacilan ni un momento y se quedan en pie, mirando fijamente a la puerta.

Karl se ha tranquilizado, volvió a la cordura. Se limpia la sangre de su boca con su chaqueta, se la quita y la deja caer por el suelo.

-Preparen las armas de fuego. -Dice Karl con una voz alta, para que todos lo escuchen perfectamente -Aún quedan muertos, pero estos no son frágiles como los que hemos estado combatiendo antes, así que cuando crucen esta esquina, disparar con todo.

Lo que no sabía Karl, es que ya estaban aquí. Se escucharon pasos en el piso de arriba, rugidos, chillidos, y unos pasos inmensos que retumbaban el techo.

-Están arriba. -Medita George, al mismo tiempo que cruza miradas con el híbrido.-Okay. -Karl aprueba con la cabeza. -Vamos a ir la mitad de los guardias allí, los otros se quedan aquí, ¿entendido?

Como ordena, la mitad viene con él y Karl.

Karl se acerca a mí, y me dice que sería de utilidad allí. 

-¿Por qué piensas eso? No soy bueno peleando, ¿es porque soy un híbrido? -Dije nervioso.

Él sonríe. 

-No te pasará nada, la daga dorada te protegerá, en cualquier momento. 

Frunzo el ceño. 

-Supongo que no puedo morir, ¿verdad? 

-Difícilmente tú o yo podemos morir.

-Pues no hay razón para decir que no, venga, vamos. 

Y suspiro profundamente.


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⏰ Last updated: Aug 10, 2019 ⏰

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El Diario Del Segador Negro.Where stories live. Discover now